La rabia de los jóvenes amenaza la estabilidad del reinado de Mohamed VI
Marruecos afronta el estallido social más extenso tras la Primavera Árabe en 2011 y el más violento desde la revuelta nacionalista del Rif en 2016
En las marchas que han recorrido en el inicio de este fin de semana la avenida Mohamed V de Rabat, la plaza de las Naciones Unidas de Casablanca o el bulevar Pasteur de Tánger no solo había jóvenes. Les acompañaban sus hermanos mayores, sus padres, sus abuelos, para reivindicar también sanidad y educación públicas de calidad frente a las lujosas clínicas y universidades de élite privadas, para acabar con el Marruecos del bakchich, de la mordida que abre mágicam...
En las marchas que han recorrido en el inicio de este fin de semana la avenida Mohamed V de Rabat, la plaza de las Naciones Unidas de Casablanca o el bulevar Pasteur de Tánger no solo había jóvenes. Les acompañaban sus hermanos mayores, sus padres, sus abuelos, para reivindicar también sanidad y educación públicas de calidad frente a las lujosas clínicas y universidades de élite privadas, para acabar con el Marruecos del bakchich, de la mordida que abre mágicamente la cueva de los negocios con la Administración. Y para que un país que está construyendo en las afueras de Casablanca el estadio más grande del planeta —con el que disputar al Bernabéu o al Camp Nou la final del Mundial de Fútbol de 2030— cuente también con hospitales y facultades de talla global. Marruecos afronta desde hace una semana el estallido social más extenso tras la Primavera Árabe de 2011 y el más violento desde la revuelta nacionalista del Rif en 2016, en un movimiento juvenil aparentemente espontáneo que amenaza la estabilidad del reino de Mohamed VI. Las manifestaciones prosiguieron en la tarde del sábado en una decena de ciudades, aunque con menor participación que el día anterior.
Tras 26 años en el trono, quienes no han cumplido aún la treintena solo han conocido un monarca de la dinastía alauí. La generación Z o posmilenial (1995-2010) es también la nacida bajo las transformaciones sociales y económicas del reinado de Mohamed VI, que han impulsado el crecimiento hasta convertir a Marruecos en el primer exportador de automóviles a la Unión Europea, por delante de EE UU y Japón, pero que también han disparado la desigualdad. La base de datos World Inequality refleja que un 10% de los marroquíes controla el 63% de la riqueza del país, mientras el 50% más desfavorecido solo tiene un 5%.
“Menos estadios, más hospitales”, han coreado en los últimos días los manifestantes en las calles. No han sido los partidos, ni los sindicatos, ni siquiera las ONG de la sociedad civil quienes les han convocado, sino una nebulosa digital que se autodenomina GenZ 212, por el código telefónico internacional del país magrebí. Son cerca de seis millones con edades comprendidas entre los 15 y los 24 años, un 16% de la población nacional, según el Alto Comisionado del Plan, la agencia estadística marroquí. Una cuarta parte de ellos son ninis expulsados del sistema que ni estudian ni trabajan, en un mercado laboral en el que la tasa de paro de los menores de 30 años ronda el 35%.
Las redes sociales han sido su banderín de enganche. Los más formados debaten en Discord, plataforma de chat de juegos en línea, y se citan para manifestarse a través de TikTok. También recurren a esa aplicación de microvídeos los más desfavorecidos, a fin de despistar a las fuerzas de seguridad, aunque prefieren Facebook como foro de discusión. No hay prensa, ni televisión, ni radio en sus comunicaciones.
“Dicen que no pertenecen a ninguna fuerza política y no confían ni en los partidos, ni en el Gobierno, ni el Parlamento”, explica Jadiya Ryadi, dirigente de la Asociación Marroquí de Derechos Humanos (AMDH). “No quieren intermediarios y buscan expresarse directamente en la calle. Finalmente, se han dirigido directamente al rey, cuya figura no cuestionan, con una lista de reivindicaciones”, precisa esta veterana militante feminista y de la izquierda marroquí.
Mohamed VI, como clave de la cúpula del poder ejecutivo, ostenta grandes prerrogativas constitucionales que le sitúan por encima del Gobierno, donde se reserva la designación directa de los titulares de Interior, Exteriores, Defensa y Asuntos Religiosos. Los jóvenes reclaman una educación y sanidad públicas de calidad y el fin de la corrupción que emponzoña Marruecos. El 72% de los ciudadanos reconoce que las prácticas fraudulentas están muy extendidas, según la encuesta elaborada por el organismo oficial Instancia Nacional de Probidad, Prevención y Lucha contra la Corrupción.
“La sanidad y la educación son los símbolos de la desigualdad que socava Marruecos. Encarnan la polarización entre dos mundos, entre los que lo tienen todo y los que no tienen nada. El estallido de la generación Z no es fruto del azar”, advierte el analista político Abdelá Turabi en su última columna en el semanario Tel Quel. Al igual que las Revueltas del Pan de los años setenta y ochenta, las movilizaciones del 20 de febrero de 2011, en plena Primavera Árabe, el Hirak (movimiento) del Rif (2016-2017), son vistas por este experto como una muestra evidente de “los profundos fallos internos” del país norteafricano.
Los jóvenes han apelado al Palacio Real para que sus peticiones sean escuchadas, pero también han exigido que rueden cabezas en el Gobierno, empezando por la dimisión del primer ministro, Aziz Ajanuch. “El Gabinete actual (una coalición de partidos conservadores y nacionalistas marroquíes) ha contribuido a que la situación se deteriore rápidamente, con una política que está lejos de ser social y que incumple por completo sus promesas electorales de 2021 para la creación de empleo”, subraya desde la AMDH Jadiya Ryadi.
A un año de los próximos comicios legislativos, el Ejecutivo dirigido por el empresario Ajanuch (segunda fortuna del país, solo tras la familia real) parece ya amortizado, y la continuidad en el cargo de los ministros de Sanidad y Educación ya ha sido puesta en cuestión. Los jóvenes manifestantes critican que el jefe del Gobierno sea también el propietario de Afriquía, la mayor compañía de gasolineras marroquí. Su grupo de empresas se ha adjudicado la construcción de la mayor planta desaladora de Marruecos, en un consorcio encabezado por la española Acciona. La oposición islamista del Partido de la Justicia y el Desarrollo, que estuvo al frente del Gobierno durante una década hasta 2021, ha achacado al primer ministro un “conflicto de intereses” al haber intervenido en sectores dependientes del Ejecutivo. Como apunta del analista Turabi, “los escándalos y las sospechas de corrupción han socavado los cimientos morales y políticos de las instituciones”.
“La impunidad de la corrupción y el desvío de fondos es casi total y flagrante, y la política económica se ha convertido en una caricatura”, lamenta Ryadi. “Una minoría se aprovecha de la situación en detrimento de la mayoría de la población marroquí”, apostilla esta militante histórica de la izquierda.
“Además, la represión violenta e inaceptable de esas manifestaciones juveniles no se acaba de entender. Centenares han sido arrestados y decenas han acabado en la cárcel. Todos serán procesados tarde o temprano”, remacha Ryadi. La violencia policial se ha hecho patente en la ciudad de Uchda, cerca de la frontera con Argelia, donde el martes un coche patrulla arrolló a un joven estudiante que perdió una pierna, antes de darse a la fuga en medio de la marcha juvenil.
El estallido de violencia más peligrosa se ha producido en la población de Leqliaa, cerca de Agadir, al sur del país, donde tres jóvenes murieron el miércoles a causa de los disparos de los agentes y se registraron los más graves disturbios desde el inicio de las protestas impulsadas por GenZ 212. Agadir y su área metropolitana se mostraban en calma este fin de semana, aunque las manifestaciones se han reanudado desde el viernes. Los jóvenes han marcado distancia con la violencia.
Explosión de cólera juvenil
“La explosión de la cólera juvenil en las calles era de esperar desde hace tiempo, según anticipaban los mensajes difundidos en las redes sociales, pero hay factores económicos, políticos y sociales que han conducido a acelerar esta revuelta”, constata la dirigente de la AMDH. La carestía de la vida golpea aún más a los jóvenes Z que a las generaciones maduras. En las grandes ciudades no es fácil alquilar un piso por menos de 300 euros, el equivalente al salario mínimo vigente en Marruecos. “El deterioro de la vida pública, la sensación de ira generalizada, ha suscitado el malestar entre una juventud que parece no tener horizonte ni futuro, y prefieren vivir con dignidad en otros países”, concluye Ryadi.
El rey Mohamed VI, cuyo estado de salud a los 62 años suscita preocupación tras haber sufrido dos intervenciones quirúrgicas cardiacas, se enfrenta a un nuevo desafío en su reinado. El próximo viernes, día 10, el monarca tendrá la ocasión de responder al memorial de agravios de GenZ 212 en el discurso que tiene previsto pronunciar, como todos los años, ante las Cámaras Legislativas con ocasión de la apertura del año parlamentario. De su contestación dependerá previsiblemente la gestión futura de la mayor crisis social que ha experimentado su reinado en una o dos décadas, así como la estabilidad de Marruecos, cuyos jóvenes se rebelan con rabia a apenas 14 kilómetros de la costa más meridional de Europa.