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Nepal despliega al ejército e impone el toque de queda para controlar las revueltas

Los jóvenes que impulsaron las primeras protestas tratan de desmarcarse de los actos de vandalismo

Un militar del Ejército nepalí patrulla este miércoles las calles Katmandú. Foto: Narendra Shrestha

Nepal ha amanecido este miércoles bajo control militar y con un estricto toque de queda que regirá entre las cinco de la tarde y las seis de la madrugada del jueves, después de que el Ejército anunciara el despliegue de sus tropas en las calles para ...

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Nepal ha amanecido este miércoles bajo control militar y con un estricto toque de queda que regirá entre las cinco de la tarde y las seis de la madrugada del jueves, después de que el Ejército anunciara el despliegue de sus tropas en las calles para tratar de sofocar la espiral de violencia que se ha apoderado del país.

La medida llega después de dos jornadas sangrientas: el lunes, las protestas pacíficas de miles de jóvenes contra un decreto del Gobierno que bloqueaba el acceso a las redes sociales fueron brutalmente reprimidas por la policía; y, el martes, la situación derivó en una catarata de altercados, incendios, saqueos, ataques y motines en prisiones que forzaron la dimisión del primer ministro, Khagda Prasad Sharma Oli.

La agencia Efe asegura que hay ya 30 muertos —la mayoría de ellos, en los choques entre manifestantes y fuerzas policiales del lunes— y más de 400 heridos. En el recuento suma los cinco fallecidos durante un motín en una prisión en el oeste del país, que la Policía Armada ha tratado de controlar abriendo fuego. El martes, una jornada de extrema agitación, se dieron a la fuga unos 1.500 reclusos, según la estimación oficial.

“Aprovechándose indebidamente de la crítica situación actual, algunos grupos han causado graves daños a la población civil y a la propiedad pública, cometiendo saqueos e incendios”, decía el Ejército en el comunicado del martes, en el que aseguraba que asumía, desde las diez de la noche, la responsabilidad de mantener el orden público e instaba a la ciudadanía a no participar ni permitir tales actividades, según recoge The Kathmandu Post.

Los militares han anunciado este miércoles, a través de un nuevo comunicado, que se mantienen las prohibiciones, y que regirá un toque de queda en el país a partir de las cinco de la tarde (hora local) y hasta las seis de la mañana del jueves.

Las autoridades aseguran que elementos anárquicos se han infiltrado en las protestas, llevando a cabo incendios provocados, saqueos, vandalismo de propiedad pública y privada, ataques violentos selectivos e incluso intentos de agresiones sexuales. “Cualquier acto delictivo de este tipo que se lleve a cabo bajo el nombre de protesta será tratado como un delito punible, y las fuerzas de seguridad tomarán medidas enérgicas”, han dicho los mandos del Ejército.

Con soldados y vehículos militares patrullando las ciudades, la situación está algo más calmada. Mientras, los jóvenes de la Generación Z (nacidos entre finales de los noventa y principios de la década de los 2010) que impulsaron las protestas tratan de desmarcarse del vandalismo. “No somos esto”, titula este miércoles el citado The Kathmandu Post un artículo de primera página, poniendo voz a los jóvenes que lideraron las manifestaciones.

Las protestas —en principio causadas por una medida gubernamental que implicaba el cierre de las principales redes sociales, al no ajustarse a los requisitos impuestos— se iniciaron el lunes de forma pacífica con gritos y lemas que reflejaban la frustración generalizada de los jóvenes por lo que perciben como una falta de acción del Gobierno para combatir la corrupción y potenciar las oportunidades económicas.

Ante la brutalidad con la que fueron reprimidos los manifestantes (unas acciones denunciadas por la Oficina del Alto Comisionado de las Naciones Unidas para los Derechos Humanos), las manifestaciones se intensificaron el martes, con una furia impredecible, sumiendo al país en una de sus peores revueltas sociales en décadas.

Turbas de ciudadanos prendieron fuego, entre otros, a los edificios del Parlamento, el Tribunal Supremo, la Oficina de la Presidencia y la sede de Kantipur Media Group, el mayor conglomerado de prensa del país; incendiaron las casas de una veintena de ministros (el Ejército tuvo que evacuarlos) y la residencia privada del hasta ayer primer ministro; además, otros exprimeros ministros y sus familiares fueron atacados. Entre los fallecidos se encuentra la esposa del exprimer ministro Jhalanath Khanal, que murió en el incendio de su residencia provocado el martes por manifestantes, según Efe.

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