Marco Rubio viaja a una Panamá en el ojo del huracán trumpiano

El secretario de Estado de EE UU inicia la semana próxima una gira por Centroamérica, su primer viaje en el cargo

Un buque mercante pasa por debajo del Puente de las Américas, a la entrada del canal de Panamá.Aris Martinez (REUTERS)

El nuevo secretario de Estado estadounidense, Marco Rubio, inicia esta semana su primera gira internacional tras asumir su cargo. El destino no puede ser más simbólico: América Latina, con una espinosa parada en Panamá, un buen aliado de Estados Unidos pero sobre el que Donald Trump declara una y otra vez —in...

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El nuevo secretario de Estado estadounidense, Marco Rubio, inicia esta semana su primera gira internacional tras asumir su cargo. El destino no puede ser más simbólico: América Latina, con una espinosa parada en Panamá, un buen aliado de Estados Unidos pero sobre el que Donald Trump declara una y otra vez —incluso en su discurso de investidura— que quiere recuperar el control del canal transoceánico.

“Si vamos a estar seguros, prósperos y en buena forma, tenemos que interesarnos por nuestros vecinos, y en el mundo de hoy eso es ciertamente América y Sudamérica”, declaraba la portavoz del Departamento de Estado, Tammy Bruce, el jueves tras anunciar la gira que llevará al jefe de la diplomacia estadounidense también a Guatemala, El Salvador, Costa Rica y la República Dominicana.

El viaje pretende resaltar la importancia que la nueva Administración asegura conceder a una región que Washington había mantenido en segundo plano durante años. Pero entre sus grandes prioridades está el tratar sobre medidas de control de lo que la Administración Trump califica de “la crisis de migración masiva” en el continente. Y, en Panamá, hablar sobre el Canal.

Desde diciembre, Trump ha dejado claro su interés en ganar el control de la obra de ingeniería, por la que pasa el 5% del comercio mundial y que EE UU entregó a Panamá durante el mandato de Jimmy Carter (1977-1981). Antes de su investidura había rechazado descartar el uso de la fuerza para obtener un objetivo que considera imprescindible para la seguridad nacional. Esta semana, en su primera entrevista televisada tras su toma de posesión, concedida a la cadena Fox News, reiteraba: “Vamos a tener que recuperarlo”.

En su discurso de investidura, el pasado lunes, insistía en su argumento de que China “opera el canal” y “no se lo dimos a China, se lo dimos a Panamá”. “Nunca debimos hacer este regalo, y Panamá rompió la palabra que nos había dado”, declaraba desde el Capitolio. En el país centroamericano, el presidente José Raúl Mulino niega las acusaciones de Trump e insiste que el Canal “es y seguirá” bajo administración panameña.

Las afirmaciones de Trump no son ciertas: China no opera el canal, cuya gestión corresponde a Panamá. El país asiático sí cuenta con puertos en ambos extremos de la vía marítima, propiedad de empresas hongkonesas. Al menos cinco firmas estatales de ese país operan en el canal. La entonces comandante del Mando Sur estadounidense, la general Laura Richardson, advertía en 2023 de la posibilidad de que China recurriera a esas compañías para fines militares.

En su audiencia de confirmación, Marco Rubio defendía las declaraciones del presidente: “Aunque técnicamente la soberanía sobre el canal no se ha entregado a una potencia extranjera, en realidad hoy día una potencia extranjera posee (...) a través de sus compañías, que sabemos que no son independientes, la capacidad de atascar el canal en un momento de conflicto, y eso es una amenaza directa a los intereses y la seguridad nacional de EE UU”.

El secretario de Estado estadounidense ha tenido que ocuparse también de otra de las aspiraciones expansionistas que ha planteado Trump en los últimos meses: Groenlandia, la enorme isla ártica bajo control de Dinamarca y situada en una localización estratégica que el presidente estadounidense quiere comprar. Como Panamá, también la considera imprescindible para los intereses de seguridad de su país.

Rubio hablaba este viernes por teléfono con el ministro de Exteriores danés, Lars Lokke Rasmussen. El secretario de Estado “reafirmó la fortaleza de la relación entre Estados Unidos y el reino de Dinamarca”. “Ambos abordaron la importancia de profundizar la colaboración bilateral y regional sobre seguridad y defensa, de cuestiones económicas y comerciales y sobre el fin de la guerra en Ucrania”, según apuntaba su portavoz. El comunicado oficial no menciona a Groenlandia.

Sí hubo una llamada de 45 minutos, en vísperas de la toma de posesión del nuevo presidente, entre Trump y la primera ministra danesa, Mette Frederiksen. En ella, la jefa del Gobierno en Copenhague insistió en que la isla “no está en venta”; Trump, en su interés en controlar el territorio. Según el periódico británico Financial Times, la conversación transcurrió de modo muy accidentado. “Él estuvo muy firme. Fue una ducha de agua fría. Antes era difícil tomar esto en serio. Pero creo que es serio, y potencialmente muy peligroso”, indicaba al periódico un alto cargo europeo informado sobre la charla.

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