Julissa Reynoso: “Todos somos hijos, nietos o tenemos vínculos con inmigrantes, incluido Trump”
La abogada de origen dominicano, embajadora de EE UU en España hasta este mes de julio, abraza el proyecto de Kamala Harris para frenar “la amenaza de otros cuatro años” del expresidente
La casualidad ha querido que Julissa Reynoso, quien ha sido embajadora de EE UU en España en los últimos tres años, haya abandonado el puesto a la vez que la campaña electoral de su país se ha electrizado repentinamente con los chispazos que el mundo está contemplando: al deterioro de Joe Biden le siguió el atentado contra Trump, su proclamación mesiánica y, finalmente, la renuncia del presidente mientras señalaba a Kamala Harris como mejor candidata para batir al repub...
La casualidad ha querido que Julissa Reynoso, quien ha sido embajadora de EE UU en España en los últimos tres años, haya abandonado el puesto a la vez que la campaña electoral de su país se ha electrizado repentinamente con los chispazos que el mundo está contemplando: al deterioro de Joe Biden le siguió el atentado contra Trump, su proclamación mesiánica y, finalmente, la renuncia del presidente mientras señalaba a Kamala Harris como mejor candidata para batir al republicano. Fuera ya del cargo diplomático, la abogada neoyorkina de origen dominicano, militante demócrata y exalto cargo durante los mandatos de Barack Obama y de Biden, se expresa sin tapujos: “Harris es una mujer muy valiente, muy comprometida con la ley, que va a poder combatir con fuerza a un candidato con un historial penal muy grave como el señor Trump. Ella ofrece un contraste muy significativo con lo que él representa”, señala Reynoso, que aplaude el momento tan ilusionante que se abre. “Ella es mujer, es minoría, es joven, exfiscal y además hereda todos los logros impresionantes de Biden. Estamos muy emocionados ante la posibilidad de elegir a una mujer que puede marcar la diferencia y frenar la amenaza de otros cuatro años de Trump, una idea que aterroriza a buena parte del país”.
Julissa Reynoso, nacida en Salcedo (República Dominicana) hace 49 años y mudada a los siete al Bronx (Nueva York), suma todos los ingredientes de quienes representan el sueño americano en su versión más abierta, meritocrática y multicultural, en la misma línea de Kamala Harris: es mujer, con orígenes latinos y africanos y una abogada con gran experiencia en materia de derechos civiles, especialmente en el ámbito de la inmigración. Charlamos en la sede de la consultora Harmon mientras prepara su reincorporación al despacho de abogados Winston & Strawn, al que vuelve como socia dedicada especialmente a asuntos trasnacionales.
— ¿Qué es lo que más teme si vuelve Trump a la Casa Blanca?
— Lo peor es el posible deterioro de lo que llamamos el compacto social, que el Gobierno y el Estado se vean como algo que no nos ayuda, sino que nos hace daño. Es muy peligroso que los ciudadanos pierdan la fe en sus instituciones. Lo vimos en la presidencia del señor Trump y es el gran riesgo, porque lo más importante que tiene el país son sus instituciones, más allá de partidos e individuos.
Reynoso describe con preocupación las herramientas que utilizan Trump y la ultraderecha en todo el mundo contra la inmigración: “Ganan votos ―muy baratos― acusando, estigmatizando a la gente por su origen y su raza para movilizar a otro grupo. Es una práctica muy vieja. Acusan a los inmigrantes de criminales y lo hacen sin pruebas, cuando la gran mayoría de ellos lo que quiere es trabajar dignamente. Los datos indican que la mayoría de los problemas de delincuencia que tenemos son cometidos por gente local”, asegura. Por el contrario, los inmigrantes son en general “modelos de seriedad porque no quieren problemas, quieren quedarse, quieren trabajar para poder mantener a sus familias”. Y eso, asegura, es lo que practica Trump con todo: “Es su manera de hacer política: decir cosas que no están basadas en la verdad. Y, si uno no hace su propia investigación y saca sus propias conclusiones, se cree que el mundo está encendido y que los malos son unas minorías migrantes. Cuando la realidad es que casi todos somos hijos, nietos o tenemos vínculos con inmigrantes, incluido el presidente Trump, porque su mujer lo es, o el candidato a vicepresidente, porque su mujer también lo es. No cuadra la historia con la realidad”.
Ataques contra minorías raciales hubo siempre en la historia de EE UU. Y el recurso de la extrema derecha a la demonización del diferente para causar pánico en la población es ciertamente frecuente, pero también algo que se utilizaba normalmente en crisis económicas. Lo extraordinario de este momento, asegura, es que “hoy, por el contrario, estamos viviendo uno de los mejores momentos de nuestra historia a nivel macroeconómico. Incluso necesitamos inmigrantes para trabajar. Hay más trabajo que el que la población está dispuesta a hacer”. La reciente embajadora, la primera mujer en el puesto después de 80 hombres, atribuye el gran crecimiento de su país al mandato y las políticas de Biden, a quien considera prácticamente familia. “Para mí es como hablar de mi padre”, asegura. No en vano, ella fue jefa de gabinete de su esposa, Jill Biden. Por ello, cree que el presidente ha sido ejemplar en su renuncia, que los tiempos que ha elegido han sido perfectos y no ha estado nada de acuerdo con quienes le han presionado. “Ha sido una falta de respeto”, asegura.
— Regresa a EE UU en un momento de enorme polarización, ¿le preocupa?
— Mi país es muy diverso. Eso lo hace interesante y esa es parte de la dinámica de una democracia. Hemos vivido momentos complicados en el pasado, desde los movimientos por los derechos civiles al Watergate, el Irancontra o el impeachment de Clinton. No es nuevo. El ataque al Capitolio ha sido la amenaza más significativa a una institución del Estado y de la democracia, pero la justicia funciona. Por eso estoy orgullosa de ser parte de esa profesión.
— ¿Y el estado de ánimo del país? La polarización ha permeado en la población.
— Es una situación delicada. Estamos viendo violencia asociada con eso y el trágico episodio del atentado contra Trump es una desgracia como país. Pero también conozco al pueblo americano y sé que las crisis nos ayudan a reinventarnos y fortalecernos. Vamos a salir de esto bien. Por otra parte, EE UU no es el único país que está viviendo estas divisiones, las vemos en muchas democracias. Hay una amenaza importante de la desinformación, una amenaza de los extremos. Y como países democráticos vamos a tener que analizar lo que está funcionando y lo que no. Ver cómo trabajar para que nuestras sociedades sean más cívicas, que tengan más consideración al otro ciudadano, más allá de las políticas.
Reynoso desembarca de nuevo en su profesión de abogada y su despacho con la ambición de poder ayudar a empresas internacionales que quieran invertir en EE UU a partir de las oportunidades que ha abierto, relata, las tres grandes leyes impulsadas por Biden: la de infraestructuras, la de la lucha contra la inflación y la que pretende la independencia en la producción de semiconductores. La embajadora destaca que importantes empresas españolas ya han tomado posiciones sobre el terreno y hay campo para una mayor inversión. Ese trabajo y el que dedican los abogados de Nueva York a defender los derechos de personas sin recursos la aguarda a su regreso. “En la etapa del presidente Trump, trabajé pro bono [asistencia y asesoramiento a personas excluidas del ámbito de la justicia gratuita] con demandantes de asilo y familias que habían quedado divididas por la frontera. Es parte de nuestra obligación y estoy deseando seguir haciéndolo. Estoy muy orgullosa de esa parte de nuestro trabajo”. Mientras tanto, también se entregará de lleno a ayudar en una campaña que, confía, lleve por primera vez en la historia a una mujer a la Casa Blanca. “La vicepresidenta es una gran líder política, es amiga personal y ha hecho un gran trabajo. Ha estado siempre comprometida con la justicia y las causas igualitarias. Ella vive lo que cree y está en política porque cree que puede mejorar la vida de los ciudadanos. Será una gran candidata y una gran presidenta”.
En aras de todo ello, ha abandonado su puesto de embajadora en España, un país con el que ha conectado por cultura y tradiciones y con el que ha intentado trabajar en una “integración profunda, diversa y ágil” entre los dos gobiernos a todos los niveles. La experiencia, concluye, “ha sido extraordinaria”.
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