Zelenski y Orbán, la cara y la cruz de una cumbre de la OTAN dominada por las dudas en torno a Biden

El presidente de Ucrania ha logrado compromisos de ayuda militar y pasos para el ingreso de Ucrania en la OTAN, pero no la oferta formal de ingreso que ansiaba

Los presidentes de EE UU, Joe Biden, y de Ucrania, Volodimir Zelenski, en un acto al margen de la cumbre de la OTAN en Washington.Associated Press/LaPresse (APN)

De un lado, el presidente ucranio, Volodímir Zelenski, vestido con su ya emblemática camiseta verde oliva, se veía rodeado de líderes euroatlánticos que le saludaban. Del otro, Viktor Orbán, sentado en solitario, se servía un vaso de agua para matar el tiempo. La escena, instantes antes del comienzo de la reunión entre el Consejo Atlántico y Ucrania, resumía en una sola imagen los tres días de la cumbre de la OTAN clausurada este jueves en Washington: un respaldo lo más público y práctico posible a Kiev contra la ...

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De un lado, el presidente ucranio, Volodímir Zelenski, vestido con su ya emblemática camiseta verde oliva, se veía rodeado de líderes euroatlánticos que le saludaban. Del otro, Viktor Orbán, sentado en solitario, se servía un vaso de agua para matar el tiempo. La escena, instantes antes del comienzo de la reunión entre el Consejo Atlántico y Ucrania, resumía en una sola imagen los tres días de la cumbre de la OTAN clausurada este jueves en Washington: un respaldo lo más público y práctico posible a Kiev contra la invasión rusa, mientras sus participantes dejaban clara su desaprobación a lo que la Administración Biden ha calificado de “temeridad” del primer ministro de Hungría, recién llegado de visitas al ruso Vladímir Putin y al chino Xi Jinping.

Ucrania ha sido la gran prioridad en una cumbre desarrollada a la sombra de los problemas políticos del presidente estadounidense, Joe Biden, sobre el que arrecia la presión como candidato en las elecciones de noviembre tras su catastrófica comparecencia en el debate presidencial del 27 de junio. El inquilino de la Casa Blanca cerraba su intervención en el cúmulo de reuniones con un lapsus especialmente llamativo: en una ceremonia con países que han suscrito acuerdos bilaterales de seguridad con Ucrania, presentaba a Zlenski como el “presidente Putin”, inmediatamente antes de corregirse a sí mismo. En una rueda de prensa posterior confundía el nombre de su vicepresidenta, Kamala Harris, por el de su rival republicano, Donald Trump.

El presidente ucranio ya tenía claro desde hace semanas que su gran premio, una oferta de adhesión a la Alianza, no llegará antes de que termine la guerra en ningún caso. Pero los socios han declarado “irreversible” ese camino hacia el ingreso, y han dejado algunas piedras para construirlo: un nuevo mando de la OTAN para la coordinación de la ayuda, una oficina civil de la alianza en Kiev.

Zelenski se lleva también los anuncios nuevos envíos de armamento: al menos seis baterías de defensa antiaéreas más y decenas de otros sistemas tácticos, un nuevo paquete de ayuda estadounidense por valor de 225 millones de dólares y la declaración de que los primeros cazas F-16 cedidos por Dinamarca y Países Bajos ya se encuentran en camino. Los aliados también se han comprometido a entregar el año próximo al menos 40.000 millones de euros en ayuda militar.

“Vamos a seguir con ustedes. Punto”, aseguraba el presidente estadounidense, Joe Biden, en una reunión bilateral con Zelenski este jueves -casi la única, junto con la celebrada con el flamante primer ministro laborista británico, Keir Starmer, que ha sostenido el inquilino de la Casa Blanca durante la reunión internacional.

El nuevo paquete de ayuda estadounidense, anunciado por Biden, incluye una nueva batería de defensa antiaérea Patriot, que se sumará a las cinco aportadas por países miembros —cuatro completas y componentes para otra más— que el propio Biden ya había dado a conocer al comienzo de la reunión de la Alianza. También aporta municiones para sistemas de defensa antiaérea NASAMS y HIMARS y misiles Stinger, Javelins y sistemas antitanque, entre otros materiales, según ha indicado el secretario de Estado, Antony Blinken, en un comunicado.

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Pero no ha conseguido otra de sus metas: que los aliados, y sobre todo Estados Unidos, eliminen las limitaciones para usar sus equipos militares contra territorio ruso. En una rueda de prensa junto al secretario general saliente de la OTAN, Jens Stoltenberg, el líder ucranio reiteraba sus llamamientos: “Si queremos ganar, si queremos prevalacer, salvar nuestro país y defenderlo, necesitamos eliminar todas las limitaciones”. Su jefe de Gabinete, Andryi Yermak, por su parte, aseguraba en el foro público de la OTAN que en ese caso “cambiaría totalmente el terreno de juego”.

Incertidumbres en el horizonte

Pero si la cumbre ha transcurrido sin desacuerdos graves de cara a la galería, y ha puesto el énfasis en hacer alarde de unidad, se clausura con incertidumbres en el horizonte.

En su declaración conjunta, los aliados han arremetido contra lo que consideran las amenazas crecientes de Rusia y China contra Europa. En su rueda de prensa junto a Zelenski, Stoltenberg denunciaba la existencia de una “pauta, una campaña de los servicios secretos rusos” de actos hostiles contra la OTAN, preguntado por el desmantelamiento de un presunto complot para el asesinato del consejero delegado de la empresa alemana de armamento Rheinmetall.

Y el gigante asiático, según han afirmado por primera vez en su declaración conjunta, es un “capacitado decisivo” del esfuerzo de guerra ruso a través de su asociación “sin límites” y, sobre todo, la avalancha de exportaciones de uso dual —civil y militar— desde territorio chino a Rusia. Unas exportaciones que incluyen materias primas y componentes electrónicos y ópticos que pueden emplearse, por ejemplo, para la fabricación de drones.

En Pekín, el Ministerio de Exteriores ha reaccionado con furia a la calificación, que considera que “siembra la discordia”. Su embajada ante la Unión Europea ha descrito la declaración como “llena de mentalidad de la Guerra Fría y de retórica beligerante, de contenido relacionado con China lleno de provocaciones, mentiras, incitación y calumnias”.

Para contrarrestar las amenazas que perciben de China, los aliados se reunían este jueves con sus socios en Indo-pacífico (Australia, Nueva Zelanda, Japón y Corea del Sur) y acordaban reforzar los lazos de cooperación en áreas como Ucrania, la ciberseguridad, la desinformación y la inteligencia artificial. Estados Unidos ya había adelantado que se buscaba explorar la colaboración en la producción de equipos de defensa con esas naciones: Corea del Sur y Australia son, respectivamente, los exportadores de armamento número 10 y 16 del mundo, respectivamente, según el Instituto de Estocolmo de Investigación para la Paz (SIPRI, por sus siglas en inglés).

Pero también hay nubarrones en el terreno interno, pese a los esfuerzos por proyectar esa imagen de unidad entre los aliados. Orbán, cuyo país acaba de estrenar la presidencia de turno europea, declaraba antes de la reunión entre el Consejo Atlántico y los países del Indo-Pacífico que no apoya que la organización se convierta en un bloque “antiChina”.

El primer ministro también ha causado un profundo malestar debido a sus visitas sorpresa a Rusia y a China (además de Ucrania) para lo que el primer ministro ha descrito como una “misión de paz”. El resto de los socios le reprocha, especialmente, su parada en Moscú, que consideran que contribuye a legitimar la invasión rusa de Ucrania.

Víctor Orbán y Donald Trump, este jueves durante una reunión en la casa de Trump en Mar-a-Lago (Florida). Zoltan Fischer HANDOUT (EFE)

El líder húngaro se reunió el jueves por la noche con el candidato presidencial republicano, Donald Trump, en Mar-a-Lago, la residencia del expresidente en Florida. En declaraciones a la prensa, el consejero de Seguridad Nacional de la Casa Blanca, Jake Sullivan, rechazaba este jueves valorar si Orbán podría haber coordinado con Trump, con quien mantiene una gran cercanía, su visita a Rusia. Pero sí matizaba que Ucrania no ve con buenos ojos que otros puedan intentar un acuerdo de paz son contar con ellos. “Ninguna temeridad acometida sin el consentimiento o el apoyo ucranio es consistente con la política exterior de Estados Unidos”, subrayaba el alto cargo.

La mayor incertidumbre, no obstante, llega del socio principal de la OTAN, Estados Unidos. A lo largo de los tres días de reunión, la atención ha estado acaparada por la condición física de Biden y las dudas acerca de si se encuentra en condiciones para competir en las elecciones de noviembre y, en caso de ganar, resistir un segundo mandato, entre renovados llamamientos de algunos legisladores demócratas para que renuncie a presentarse de nuevo.

Esas dudas han hecho crecer los temores de que, tras las elecciones presidenciales de noviembre en Estados Unidos, la política exterior de este país pueda dar un giro radical. Biden lanzó en su rueda de prensa de este jueves un encendido elogio sobre una “Alianza fuerte que es fundamental para la seguridad de Estados Unidos”. Trump, a quien las encuestas otorgan ventaja, se ha manifestado en el pasado de modo muy crítico hacia la Alianza, y ha amenazando con no respetar el principio de la defensa mutua si resultase atacado un país que no cumple los objetivos de gasto en Defensa de un 2% del PIB. También asegura que si regresa a la Casa Blanca forzará un acuerdo entre Ucrania y Rusia.

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