El ejército israelí libera a cuatro rehenes en Gaza en una operación con bombardeos masivos
El rescate, el mayor en ocho meses de guerra, causa 274 muertos en Nuseirat, en el centro de la Franja, según Hamás. La acción supone un balón de oxígeno para Netanyahu en un momento clave
El ejército israelí ha liberado con vida a cuatro rehenes en una operación a plena luz del día en el campo de refugiados de Nuseirat, en el centro de Gaza, en la que participaron cientos de soldados. Se trata del mayor rescate en ocho meses de guerra, justo cuando el Gobierno del primer ministro, Benjamín Netanyahu, está más presionado para poner fin a la guerra para recuperar a los 120 (dos tercios de ellos con vida) secuestrados en el ataque del 7 de octubre que quedan en la F...
El ejército israelí ha liberado con vida a cuatro rehenes en una operación a plena luz del día en el campo de refugiados de Nuseirat, en el centro de Gaza, en la que participaron cientos de soldados. Se trata del mayor rescate en ocho meses de guerra, justo cuando el Gobierno del primer ministro, Benjamín Netanyahu, está más presionado para poner fin a la guerra para recuperar a los 120 (dos tercios de ellos con vida) secuestrados en el ataque del 7 de octubre que quedan en la Franja. La operación, en dos casas diferentes, ha ido acompañada de intensos bombardeos aéreos por tierra, mar y aire que han causado 274 muertos y unos 700 heridos, según Hamás. El hospital al que iban llegando los cadáveres desde la mañana de este sábado quedó saturado.
Los rescatados son Noa Argamani, de 25 años; Almog Meir Jan, de 21; Andrey Kozlov, de 27; y Shlomi Ziv, de 40. Todos fueron capturados en el festival al aire libre Nova, donde cientos de jóvenes bailaban al alba a pocos kilómetros de Gaza cuando empezaron a ver los primeros cohetes sobre el cielo.
Miles de personas se han ido concentrando desde primera hora de la tarde en la bautizada como Plaza de los Rehenes y Desaparecidos, de Tel Aviv. El rescate ha convertido la manifestación semanal del principal foro que presiona para la liberación de los rehenes en una mezcla de festejo y llamado de atención a Netanyahu para que no olvide al resto de rehenes ni fíe todo a la vía militar. “La alegría solo será plena cuando todos los rehenes vuelvan a casa”, ha declarado desde el estrado Lior Ashkenazi, un popular actor implicado desde hace meses en la causa. Entre cánticos de “¡Todos! ¡Ahora!”, Ashkenazi ha exhortado a Netanyahu a ignorar las “presiones políticas” internas (en alusión a sus socios ultraderechistas) y sacar adelante sin demora el acuerdo que él mismo aceptó poner sobre la mesa y resumió la semana pasada el presidente de Estados Unidos, Joe Biden.
Netanyahu ha enterrado desde entonces la ilusión que generó la propuesta, al mantener con intensidad los bombardeos, señalar “diferencias” entre lo que expuso Biden y el verdadero borrador sobre la mesa, y negarse a concluir la invasión hasta “eliminar las capacidades militares y gubernamentales de Hamás”. Precisamente, este sábado, el presidente de EE UU ha celebrado el rescate de los cuatro rehenes, pero también ha calificado de “esencial” lograr un alto el fuego cuyo precio Hamás no ha cambiado: el fin de la guerra, sin peros, a cambio de todos los rehenes. Hace apenas dos días, los líderes de 17 países, entre ellos EE UU, España, Argentina, Brasil y Colombia, instaron tanto a Israel como a Hamás a cerrar ya el acuerdo.
“No olvidemos que todavía hay 120 rehenes”
La televisión israelí ha difundido un vídeo de Noa Argamani ―una de las rehenes convertidas en símbolo, sobre todo por su historia familiar (su madre padece cáncer) y las imágenes en las que pide socorro durante su captura― hablando por teléfono con el presidente, Isaac Herzog, poco después de su rescate. “Estoy tan contenta de estar aquí”, le dice. En aquellos vídeos de su captura, se la veía montada en la parte de atrás de una moto mientras gritaba “¡No me matéis!”. Su padre, Yaakov Argamani, ha reclamado “todos los esfuerzos posibles” para traer de vuelta al resto. “No olvidemos que todavía hay 120 rehenes”, ha señalado en una rueda de prensa en el hospital.
Los liberados han sido transportados en helicópteros militares a un hospital cerca de Tel Aviv, donde han podido abrazarse a sus familiares y pasar un reconocimiento médico. “Todos están sanos y su estado de salud es bueno”, ha confirmado el portavoz militar, Daniel Hagari, en una comparecencia extraordinaria ante la prensa.
Un miembro de Yamam, una unidad de élite de la policía de fronteras israelí, murió en la operación, que se desarrolló bajo fuego de los milicianos. El ejército y los servicios de inteligencia llevaban semanas preparándola y recibieron luz verde el jueves para efectuarla. Las imágenes difundidas por gazatíes en la zona muestran bombardeos de enorme intensidad. La cadena de televisión Al Jazeera asegura que los soldados emplearon una ambulancia para llegar de incógnito a las casas.
“Liberar cuatro detenidos no es un logro. El logro es que la resistencia aún mantenga 120″, ha reaccionado en un comunicado el portavoz del brazo armado de Hamás, Abu Obeida, al subrayar que, “según todos los cálculos de poderío militar”, la guerra “debería haber acabado en un mes con una victoria apabullante de los israelíes”.
El citado portavoz ha querido lanzar una amenaza ante posibles operaciones similares. Ha asegurado, sin aportar pruebas, que las tropas israelíes mataron a otros rehenes durante la operación y anunciado que la “matanza” de palestinos que cometió Israel para rescatar a cuatro rehenes “afectará en primer lugar” al resto de los cautivos, porque “impactará negativamente en sus condiciones y vidas”. El líder del movimiento islamista, Ismail Haniye, ha dejado claro que la noticia no forzará a Hamás a aceptar un acuerdo que no provea seguridad a los palestinos.
En ocho meses de guerra, Israel apenas ha conseguido liberar a siete israelíes en operaciones militares. Los últimos, en febrero en Rafah, Fernando Simón Marman y Norberto Luis Har, ambos con doble nacionalidad argentina-israelí. La inmensa mayoría (un centenar de los más de 250 tomados el 7 de octubre) regresó de forma negociada en la última semana de noviembre, a cambio de un alto el fuego temporal, la excarcelación de cientos de presos palestinos y la entrada de más ayuda humanitaria.
Un balón de oxígeno para Netanyahu
La operación da un balón de oxígeno a Netanyahu en plena negociación indirecta de un nuevo canje con Hamás. El primer ministro viene defendiendo que ejercer “presión militar” ayuda a traer de vuelta a los rehenes, al ablandar la posición negociadora de los islamistas. No lo confirman los hechos, pero el rescate da puntos a su narrativa justo después de tres semanas que venían echándolo por tierra. Cada pocos días, como un goteo, se sucedían las confirmaciones de que algunos rehenes ya no estaban con vida (algunos aparentemente por los propios bombardeos masivos israelíes) o anuncios de muertes de soldados en combate en Gaza.
Netanyahu es consciente de que, aunque sean excepcionales, operaciones exitosas como la de este sábado tocan una fibra particularmente sensible en Israel, que vive el cautiverio de los rehenes como si fuesen sus propios seres queridos. La admiración por el ejército trasciende las divisiones ideológicas y el servicio militar es obligatorio. El propio presentador del canal 12 de la televisión nacional lloraba de la emoción al dar paso a las imágenes de Yaakov Argamani celebrando el rescate de su hija con los puños en alto y la frase: “¡Qué ejército tenemos!”
El primer ministro también sabe, sin embargo, que una mayoría social, según los sondeos, apoya un acuerdo para liberar a todos los secuestrados, aunque implique poner punto final a la guerra. Por ello, ha prometido este sábado “traer de vuelta a todos los rehenes”, sea con rescates militares u “otras posibilidades”.
El ministro más popular cancela su discurso
Además de unir a Gobierno y oposición en la alegría, el rescate ha tenido una primera derivada política. Benny Gantz ―uno de los tres hombres más importantes del Gobierno de guerra, junto con Netanyahu y el titular de Defensa, Yoav Gallant― ha cancelado el discurso en el que se preveía que anunciase su salida de la coalición.
Gantz no es el líder de la oposición (sino el anterior primer ministro, Yair Lapid), pero sí el más popular. Ha ido ganando terreno gracias a su imagen de exjefe del Estado Mayor, serio, profesional y más preocupado por su país que por los cálculos políticos. Estaba en la oposición antes del ataque del 7 de octubre, pero decidió integrar el Gobierno de guerra para priorizar la unidad ante los meses de decisiones relevantes que se avecinaban. Cuenta con derecho de voto en el reducido gabinete que toma las principales decisiones en el tema.
Tras meses presionado por propios y extraños para dejar de ejercer de muleta de Netanyahu, Gantz lanzó un ultimátum el mes pasado al primer ministro: si para este sábado 8 de junio no anunciaba un plan para la Gaza de posguerra, volvería a la oposición. Como no sucedió, se esperaba que anunciase su abandono de la coalición en el discurso que iba a pronunciar a última hora del día.
Netanyahu hizo un llamamiento en la noche del sábado a Gantz, a través de la red social X, para que no se vaya de la coalición: “Este es el momento de la unidad y no de la división. Debemos permanecer unidos entre nosotros frente a las grandes tareas que tenemos por delante”.
El aplazado paso no habría dejado en minoría a Netanyahu, porque mantiene el apoyo desde las elecciones de 2022 de sus socios ultraderechistas y ultranacionalistas, pero sí habría acercado un adelanto electoral que desea la mayoría de israelíes. Gantz ha ido perdiendo popularidad en las últimas semanas, en parte porque cada vez menos seguidores entienden que continúe en el Ejecutivo, pero su partido (Unidad Nacional) seguiría ganando en las urnas con claridad, según coinciden las encuestas.
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