Israel avanza de manera limitada en Rafah para no agravar la crisis con EE UU
Hamás trata de hacer frente, en el sur y en el norte, a las tropas de ocupación. El temor a una mayor incursión israelí ha provocado ya el desplazamiento de más de 140.000 gazatíes en esa zona
Israel ha ganado en las últimas horas nuevas posiciones con sus tropas de ocupación en el sureste de Gaza. Pese a ampliar la zona que ya controlaban desde la madrugada del martes, ese movimiento, en principio, no supone una ...
Israel ha ganado en las últimas horas nuevas posiciones con sus tropas de ocupación en el sureste de Gaza. Pese a ampliar la zona que ya controlaban desde la madrugada del martes, ese movimiento, en principio, no supone una operación a gran escala como la que su aliado Estados Unidos le advierte que no va a apoyar. Hamás ha difundido este viernes imágenes en las que miembros de la milicia tratan de hacer frente a los militares israelíes con lanzagranadas, que atacan tanques y edificios, supuestamente en esa zona del enclave. Esos movimientos militares se ven acompañados de un desplazamiento cada vez más intenso de la población ante el temor a que la operación se intensifique.
Los combates son, en cambio, más intensos en la mitad norte de la Franja, donde Israel ha confirmado este viernes la muerte de cuatro integrantes de la brigada Nahal, todos de 19 años. Las muertes han sido consecuencia de la explosión de una bomba en el barrio de Zeitun, en Ciudad de Gaza, en una zona que Israel había dado por controlada hace ya meses. El objetivo que dice perseguir el primer ministro de Israel, Benjamín Netanyahu, es la aniquilación de los batallones del grupo fundamentalista palestino; sin embargo, transcurridos más de siete meses de guerra aún no lo ha conseguido en ninguna de las zonas del territorio. El grupo palestino ha atacado este viernes con varios cohetes, lanzados desde la Franja, la ciudad israelí de Beersheva, a unos 35 kilómetros en línea recta del enclave palestino, causando heridas leves a una mujer.
Tanques israelíes se han hecho a primera hora de este viernes con el control de una carretera importante de Rafah, lo que permite al ejército ampliar el control de la zona oriental de esa localidad, según la agencia Reuters. Varios residentes han dado cuenta de explosiones y disparos casi constantes al este y noreste de la ciudad, con intensos combates. Según dos fuentes cercanas al Consejo Nacional de Seguridad de Israel, se ha aprobado la “expansión del área de operación” en Rafah, aunque defiende que se trata de una maniobra controlada, han explicado al medio estadounidense Axios.
De esa forma, Israel trata de no azuzar el enfrentamiento que en los últimos días mantiene con el Ejecutivo de EE UU, que canceló el envío de 3.500 bombas y criticó un posible avance militar de mayores proporciones en Rafah, como los que el ejército ha realizado en otras localidades de Gaza durante la contienda. En la Franja han muerto ya 34.943 personas por ataques israelíes desde el inicio de la guerra, según el recuento del Ministerio de Sanidad, controlado por Hamás.
“Hay miles y miles de personas movilizándose en carros, camiones, autos o caminando”, explica Paulo Milanesio, coordinador de emergencias de Médicos Sin Fronteras (MSF) en Gaza, desde la zona de acampada de Al Mawasi, en el suroeste del enclave. Ahí es donde Israel trata de expulsar a miles de gazatíes que vivían hasta esta semana en el este de Rafah, solo unos kilómetros más abajo. Al Mawasi no es zona segura, recalca Milanesio en un vídeo distribuido por su organización, en contra de lo anunciado por las autoridades de Israel. Allí, las personas deben instalarse “bajo las bombas, los helicópteros, los drones y el ruido de las balas”, describe el trabajador de esta ONG, que ha de desplegar también sus servicios para tratar de dar apoyo a esa población.
La agencia de la ONU para los refugiados palestinos (UNRWA) estima que desde el lunes más de 140.000 ciudadanos han huido de la zona que Israel considera de combate y de sus alrededores; con más de 33.000 desplazados solo este viernes. En Rafah se hacinaban desde hace meses en torno a 1,5 millones de personas, empujadas muchas desde el norte por el ejército en un interminable circuito de expulsiones forzosas consideradas ilegales por la legislación internacional.
La crisis se agudiza mientras, como denuncian la ONU y diferentes organizaciones humanitarias, Israel impide el acceso de ayuda tanto desde su territorio, por el paso de Kerem Shalom, como desde Egipto, por el de Rafah. “El cierre del paso no es bueno para todos estos camiones porque son refrigeradores, lo que significa que la máquina no da avisos de fallo. Si deja de funcionar, toda la comida que hay dentro se estropeará”, ha explicado el camionero Ahmed al-Bayoumi a la agencia Reuters. El lado palestino del paso de Rafah fue ocupado por tropas israelíes el martes. Desde entonces, en esa zona del sureste del enclave están desplegando soldados y carros de combate, tras ordenar a los civiles que se marcharan.
Las organizaciones humanitarias que tratan de atender a los ciudadanos también son víctimas del traslado y deben desplazarse al mismo tiempo que la población expulsada. Ante el avance de las tropas, los equipos de MSF han dejado de atender en la maternidad del hospital Al Emirati, de Rafah; aunque esperan reabrir las instalaciones en el hospital Nasr, en Jan Yunis, lugar del que el ejército de Israel los expulsó en febrero. “Desde el comienzo de esta guerra, somos testigos de cómo se están atacando infraestructuras médicas y civiles, por eso, desde MSF, pedimos un alto el fuego duradero”, ha reclamado Milanesio.
Mientras, sigue en el aire el destino y paradero de unos 130 rehenes israelíes ―muchos de ellos ya muertos―, capturados el 7 de octubre por Hamás, cuando comenzó la guerra, después del asesinato de 1.200 personas a manos de milicianos palestinos. Su liberación está pendiente de que se alcance un alto el fuego que, ahora mismo, no se prevé tras el fin de las últimas negociaciones en El Cairo.
Choque dentro del Gobierno
El ministro de Defensa, Yoav Gallant, ha protagonizado este viernes un choque con el ultranacionalista ministro de Finanzas, Bezalel Smotrich, por el presupuesto destinado a adquirir armamento estadounidense. Gallant cree que su compañero en el Ejecutivo está retrasando la compra de aviones de combate que considera necesarios en estos momentos. Ese retraso, según el titular de Defensa, hará que Israel tenga que gastarse en el futuro mucho más dinero por ese mismo armamento. La demora llega en un momento en el que, según Gallant, el país debería doblar el presupuesto defensivo para hacer frente a hechos como el ataque de Irán del 14 de abril.
“El intercambio de fuego con Irán, y la situación de seguridad internacional, conducirá a una carrera armamentista global, lo que nos obligará a acelerar el ritmo de almacenamiento y adquisición de material militar”, ha afirmado el ministro en un comunicado publicado en medios locales. Si Israel no adquiere ahora esos aviones a EE UU, calcula que su entrega “se retrasará tres años, además de aumentar de precio”, hasta 1.000 millones de séqueles adicionales (unos 248 millones de euros). “El retraso en las adquisiciones es un golpe a la seguridad de Israel cuando estamos librando una guerra de múltiples frentes. Las implicaciones son claras”, ha sentenciado Gallant.
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