Taiwán vota continuidad y elige al candidato al que China considera “un peligro”
El actual vicepresidente, Lai Ching-te, rechazado por Pekín por su postura independentista, se alza con la victoria en los comicios de la isla autogobernada
Taiwán ha elegido seguir por el mismo camino. Los 19 millones de ciudadanos convocados a las urnas han optado por hacer presidente al candidato del partido gobernante y actual vicepresidente, Lai Ching-te. El líder del Partido Progresista Democrático (PPD) ha encabezado la carrera con un 40% de los sufragios, según los resultados oficiales. La formación nacionalista Kuomintang (KMT), proclive a un acercamiento con Pekín, ha quedado ...
Taiwán ha elegido seguir por el mismo camino. Los 19 millones de ciudadanos convocados a las urnas han optado por hacer presidente al candidato del partido gobernante y actual vicepresidente, Lai Ching-te. El líder del Partido Progresista Democrático (PPD) ha encabezado la carrera con un 40% de los sufragios, según los resultados oficiales. La formación nacionalista Kuomintang (KMT), proclive a un acercamiento con Pekín, ha quedado en segundo puesto, con un 33%, una distancia mayor a la prevista en los sondeos. El joven Partido Popular de Taiwán (PPT) ha obtenido un 26%. Es la primera vez que un partido logra un tercer mandato consecutivo desde las primeras elecciones democráticas en 1996.
Aunque Lai tampoco lo tendrá fácil, al haber perdido la mayoría absoluta en el Parlamento, el resultado lanza un mensaje claro al otro lado del estrecho de Taiwán, y al mundo: la isla autogobernada que China reclama como una parte inalienable de su territorio y a la que Estados Unidos apoya militarmente, seguirá por la senda que empezó hace ocho años Tsai Ing-wen, la actual presidenta. Tsai abandonará el poder tras superar el límite legal de dos mandatos que han estado marcados por la ausencia de comunicación con la República Popular, las crecientes tensiones en el Estrecho y el acercamiento a Washington. Le sucederá Lai, de 64 años y médico de formación, la opción que menos gusta en Pekín. La cita, mucho más que unos comicios en esta isla donde chocan las superpotencias, ha marcado el arranque de un año crucial de elecciones globales, donde casi la mitad de la población está llamada a las urnas —de la India a Estados Unidos, pasando por la Unión Europea—.
El próximo mandatario, que tomará posesión del cargo el 20 de mayo, se ha definido durante la campaña como un garante de la “estabilidad” y del mantenimiento del actual statu quo en las relaciones con el gigante asiático. Ha hablado de profundizar en la estrategia de disuasión, de modo que un conflicto armado sea impensable, y a la vez se ha comprometido a buscar el diálogo con Pekín en condiciones de “paridad y dignidad”, lo cual no será sencillo. “Como presidente, tengo una importante responsabilidad de mantener la paz y la estabilidad en el estrecho de Taiwán”, ha incidido en una comparecencia ante la sede de su partido con el escrutinio casi acabado. “Al mismo tiempo, estamos decididos a proteger Taiwán de las continuas amenazas e intimidaciones de China”, ha añadido. Lai también ha lanzado un mensaje a la comunidad internacional: “Entre la democracia y el autoritarismo estaremos en el lado de la democracia”. Su continuismo con las políticas de Tsai, que ha potenciado las relaciones con Washington, hace prever que seguirá gozando de un buen trato con su principal aliado internacional.
China, que considera a la isla una provincia rebelde a la que pretende reunificar de forma pacífica, pero sin renunciar al uso de la fuerza si fuera necesario, ha sugerido, en cambio, que el candidato del PPD esconde una tendencia secesionista, que “perjudica” a la población de Taiwán y pone “en peligro” la paz en el Estrecho. La opción predilecta de la República Popular era el nacionalista Kuomintang, un partido tradicionalmente proclive a una relación más amistosa con el Gobierno de Pekín. El gran interrogante es qué estrategia seguirá el gigante asiático a partir de este momento.
Para Pekín los resultados “demuestran que el PPD no representa a la mayoría de la opinión pública de la isla”, según ha reaccionado tras los resultados Chen Binhua, portavoz de la Oficina de Asuntos de Taiwán del Gobierno chino. Chen ha asegurado que el deseo de ambos lados del Estrecho es acercarse cada vez más y que “la patria acabará reunificándose inevitablemente”. Ha expresado la intención de China de “promover los intercambios y la cooperación”, “impulsar el desarrollo pacífico de las relaciones” y “promover la gran causa de la reunificación”.
Desde Washington también han llegado reacciones casi inmediatas. El secretario de Estado estadounidense, Antony Blinken, ha felicitado al candidato del PPD por la victoria y ha asegurado que su país está comprometido con el mantenimiento de la paz y la estabilidad en el Estrecho, y con la resolución pacífica de las diferencias. El presidente estadounidense, Joe Biden, se ha pronunciado fugazmente al ser interrogado por los resultados: “No apoyamos la independencia…”, ha recogido la agencia Reuters. El resultado en Taiwán pondrá a prueba la entente firmada entre Biden y el presidente chino, Xi Jinping, durante su encuentro en San Francisco en noviembre pasado tras un año en que los lazos entre los dos colosos entraron en caída libre. En la cita, Xi le recordó que “la cuestión de Taiwán sigue siendo el asunto más importante y más sensible en las relaciones entre Estados Unidos y China”.
La jornada previa a las elecciones, un portavoz del Ejército Popular de Liberación (EPL, el ejército chino) criticó la última adquisición de armamento estadounidense por parte de Taiwán, y aseguró que dichas compras solo sirven para aproximar a la isla a una “guerra feroz”. “El EPL está en alerta máxima en todo momento y tomará todas las medidas necesarias para aplastar resueltamente cualquier forma de designio secesionista de independencia de Taiwán”.
Los mensajes del estilo no son ninguna novedad. Han formado parte de la campaña. Y en la isla se convive con ellos. El Gobierno ha denunciado estos días la interferencia de China por distintas vías, de la desinformación a las amenazas militares. Pero la jornada ha transcurrido con total normalidad en una democracia joven, que se toma el proceso muy en serio. Los colegios electorales abrieron a las ocho de la mañana y cerraron a las cuatro de la tarde, hora local. Entonces comenzó el escrutinio con características taiwanesas, que es de una transparencia y una eficiencia sorprendentes. Es de acceso público y la gente se acerca a los colegios electorales a verlo. Los miembros de las mesas cantan los votos en voz alta, alzando cada papeleta con dos manos para que sea visible. Apuntan los resultados con palitos, a la vieja usanza. Y finalmente muestran la hoja con los resultados.
“Quería traer a mi hija a verlo”, dice Shao Kai-yang, arquitecto de 45 años, que se ha dejado caer por la escuela primera Dongmen, a un paso del palacio presidencial, en el centro de Taipéi. Quería mostrarle que en lugares diferentes hay diferentes opiniones y salen distintos resultados. Pero que hay que respetarlo. Él, que vota en otro barrio, ha optado por el ganador PPD; en este colegio, sin embargo, la victoria es para el nacionalista Kuomintang, que se quedará en la oposición. Wang ji-shun, un vecino de 81 años que es miembro del KMT “desde hace 60 años”, aún tenía esperanzas de una victoria pasadas las cinco de la tarde. Confiaba en un cambio de Gobierno: “En términos de relaciones a través del Estrecho, el KMT es más seguro”.
Ko Wen-je, el candidato de la tercera formación en liza en las presidenciales, el joven Partido Popular de Taiwán, fundado en 2019 y con especial tirón entre la gente joven, ha obtenido un 26% del apoyo ciudadano. Pero la agrupación puede convertirse en un pivote clave en el Yuan Legislativo (el Parlamento). En las elecciones a ocupar los 113 escaños parlamentarios, celebradas simultáneamente, ningún partido ha obtenido mayoría absoluta. El KMT ha encabezado esta carrera con 52 diputados, seguido del PPD, que pierde la mayoría absoluta con la que contaba y cae hasta los 51. El PPT contará con ocho. Lai Tsing-te ha reconocido en esta derrota el mensaje de la ciudadanía: “Quieren un Gobierno efectivo y a la vez fuertes controles y equilibrios”.
Lai, que dio el salto a la política nacional como primer ministro en 2017, forjó su carrera en la ciudad de Tainan, de la que fue alcalde. Como regidor visitó China por primera y única vez en 2014. En 2017 se autodefinió como un “trabajador pragmático por la independencia”, algo que ha irritado Pekín. En los últimos tiempos ha tratado de rebajar el tono con una imagen más sosegada, en línea con la de la presidenta saliente, Tsai Ing-wen.
Hasta la sede del partido ganador en Taipéi se han desplazado cientos de ciudadanos. Acompañado de música épica atronadora, el futuro presidente ha comparecido ante la masa junto a su número dos en la campaña y próxima vicepresidenta, Hsiao Bi-khim — antigua representante de Taiwán en Washington—, y la presidenta saliente. “Este resultado muestra a China nuestra intención de luchar por la democracia”, valoraban al término de la celebración Cris Liu, de 40 años, con una botella de champán ya vacía en la mano, y Jessica Kao, de 45, con una bufanda arcoíris del PPD al cuello. “Esta es la voz de la libertad”.
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