Muere Henry Kissinger, el estratega que marcó la política exterior de EE UU en la segunda mitad del siglo XX

El polémico premio Nobel de la Paz ha fallecido a los 100 años en su residencia de Connecticut

Henry Kissinger, en mayo de 1973, durante una conferencia de prensa en la Casa Blanca.Foto: HARVEY GEORGES (AP) | Vídeo: JUAN CHRISTEN (EPV)

Henry Kissinger, el estratega que marcó el rumbo de la diplomacia estadounidense en la segunda mitad del siglo XX, ha fallecido este miércoles, según ha anunciado su oficina. El que fuera secretario de Estado bajo dos presidentes y polémico premio Nobel de la Paz, protagonista del restablecimiento de las relaciones entre EE UU y China, responsable de bombardeos en Vietnam y defensor del golpe de Estado de Pinochet en Chile, ha muerto en su residencia de Connecticut a los 100 años.

Una de las figuras más controvertidas del siglo pasado, inconfundible con sus características gafas de pasta y un acento alemán que nunca terminó de perder, había permanecido activo hasta el último momento: este año, el de su centenario, promocionaba su libro sobre estilos de liderazgo, había testificado ante un comité del Senado sobre la amenaza nuclear de Corea del Norte y en julio pasado se había desplazado por sorpresa a Pekín para una reunión con el presidente chino, Xi Jinping.

Henry Kissinger, secretario de Estado de EE UU, en el hotel Rey David de Jerusalén el 1 de septiembre de 1975. David Hume Kennerly (Getty Images)
Henry A. Kissinger, entonces asesor de Seguridad Nacional del entonces presidente de EE UU Richard Nixon, en la puerta del Air Force One antes de un viaje a Walla Walla (Estado de Washington), en 1971.ASSOCIATED PRESS
Henry Alfred Kissinger con su hermano Walter, cuando tenían 11 y 10 años respectivamente, en Alemania. El nombre de nacimeinto de Henry era Heinz Alfred Kissinger. Su familia migró de Alemania a Londres y de ahí a Nueva York, en 1938, huyendo del terror nazi. Bettmann (Getty Images)
Richard Nixon y Henry Kissinger en la Oficina Oval, el 10 de febrero de 1971.NIXON LIBRARY (via REUTERS)
Henry y Nancy Kissinger, su esposa, en Jerusalén, en 1970.David RUBINGER (Getty Images)
Nixon y Kissinger salen del Kremlin tras firmar el acuerdo de Principios Básicos de las Relaciones entre Estados Unidos y la Unión de Repúblicas Socialistas Soviéticas, en Moscú, el 29 de mayo de 1972.NIXON LIBRARY (via REUTERS)
Henry Kissinger y su hijo David durante la Convención Republicana en Miami (Florida), en agosto de 1972.ASSOCIATED PRESS
El canciller de Alemania Occidental Willy Brandt recibe a Kissinger, que se encontraba en camino a Moscú para hablar con oficiales soviéticos.Bettmann (Getty)
Henry Kissinger en el estreno de 'El Padrino', en el hotel St. Regis de Nueva York, el 14 de marzo de 1972.WWD (Getty Images)
Henry Kissinger acompaña al presidente Gerald Ford en el Vaticano, durante una visita oficial a Pablo VI, el 3 de junio de 1975.Charles-Andre HABIB (Getty Images)
La entonces líder del partido conservador británico, Margaret Tatcher, y el secretario de Estado Herny Kissinger, en un encuentro en Claridge's en febrero de 1975. Keystone-France (Gamma-Keystone via Getty Images)
Kissinger visita el Palacio de Verano en Beijing (China), en una foto sin datar. Bettmann (Getty Image)
Henry Kissinger, aficionado al fútbol y portero en su Alemania natal, fue el principal artífice del fichaje de Pelé por el New York Cosmos. Aquí le abraza en el vestuario, en 1977, tras un partido contra el Ft. Lauderdale.
El entonces presidente egipcio, Anwar Sadat, y el secretario de Estado, Henry Kissinger, durante una reunión en 1975 en Alejandria, Egipto, en el marco de las negociaciones 'Sinai II' para el retorno de estos territorios al país africano (invadido por aquel entonces por Israel). David Hume Kennerly (Getty Images)
Manifestantes, con una pancarta en la que se lee "Kissinger criminal de guerra", interrumpen una intervención del exsecretario de Estado en el Senado de EEUU en junio de 2015. J. Scott Applewhite (AP)
Donald Trump saluda a Kissinger en octubre de 2017.Kevin Lamarque (REUTERS)
Henry Kissinger saluda a Xi Jinping, el 8 de noviembre de 2018 en Beijing.Thomas Peter (AP)
Henry Kissinger da un discurso en la cena de la fundación Alfred E. Smith, el 19 de octubre de este año en Nueva York.GREGORY A SHEMITZ (REUTERS)

Judío nacido en Alemania en 1923 —su nombre original era Heinz Alfred Kissinger—, llegó a Estados Unidos de adolescente, en 1938, huyendo del régimen nazi junto a su familia. Durante la Segunda Guerra Mundial, se alistó en el ejército estadounidense y estuvo destinado en Europa. Tan intelectualmente brillante como arrogante, con un agudo sentido del humor e interesado en numerosas disciplinas, estuvo a punto de inclinarse por los estudios científicos antes de decidirse por las relaciones internacionales. Tras una distinguida carrera académica de 17 años en la Universidad de Harvard, entró en la Administración estadounidense de la mano del republicano Richard Nixon, que lo nombraría primero consejero de Seguridad Nacional y después secretario de Estado durante su mandato.

En los años setenta, desempeñó un papel clave —cuya huella aún perdura, medio siglo más tarde— en la mayor parte de los acontecimientos mundiales de esa etapa de la Guerra Fría. Lo suyo era la realpolitik, el pragmatismo. Su estilo de diplomacia buscaba lograr objetivos prácticos, más que guiarse por principios o exportar ideales políticos. Para sus defensores, consiguió promover los intereses estadounidenses y ampliar la influencia de su país en el resto del mundo, dejándolo en una posición que le acabaría permitiendo vencer en la Guerra Fría y quedar como única superpotencia. Para sus —muy numerosos— detractores, fue una combinación de Maquiavelo y Mefistófeles que nunca llegó a rendir cuentas de unas acciones que dejaron enormes daños y dolor en los países perjudicados.

Encabezó conversaciones sobre el control de armamento con la Unión Soviética que abrieron una vía para modular las tensiones entre las dos superpotencias. Lideró las negociaciones para los acuerdos de paz de París con Vietnam del Norte, que abrieron la salida para Estados Unidos de una guerra impopular, costosa y que parecía interminable. Dos años después de la firma de los pactos, caía Saigón en manos del régimen comunista, mientras los últimos diplomáticos y refugiados huían en helicóptero desde el techo de la Embajada estadounidense.

Con una diplomacia de constantes viajes a los países de Oriente Próximo, amplió lazos entre Israel y sus vecinos árabes. Un maratón de 32 días de reuniones y presiones sobre el terreno consiguió separar al Estado judío y a Siria en los Altos del Golán; un intento similar en 1975, sin embargo, no logró un acuerdo entre Israel y Egipto.

Kissinger fue también uno de los grandes artífices de la aproximación a China: sus dos viajes al gigante asiático, uno de ellos en secreto para reunirse con el entonces primer ministro, Zhou Enlai, abrieron la puerta para la histórica visita de Nixon a Pekín en 1972, que trazó el camino a lo que hasta entonces había parecido impensable: la normalización de relaciones entre Estados Unidos y el país asiático de régimen comunista, tras décadas de enemistad.

Su miedo al establecimiento de regímenes de izquierdas en América Latina lo condujo a apoyar —cuando no promover— dictaduras militares en la región. En 1970, conspiró con la CIA para desestabilizar y conseguir la caída del Gobierno democráticamente elegido de Salvador Allende en Chile.

Su poder como el gran artífice de la política exterior estadounidense creció durante el escándalo Watergate y a medida que se debilitaba el de Nixon, su teórico jefe. La dimisión de este presidente en 1974 disminuyó su influencia, pero no la eliminó durante el mandato del presidente Gerald Ford (1974-1977). A lo largo del resto de su vida continuó prestando asesoría a políticos republicanos y demócratas, escribiendo libros, pronunciando discursos y gestionando una firma de consultoría global.

Si nunca le abandonó la fama, tampoco lo hizo la polémica. Sus políticas en el sureste asiático y su apoyo a las dictaduras en América Latina hicieron que le llovieran acusaciones de criminal de guerra y exigencias de que rindiera cuentas de sus decisiones. Su premio Nobel de la Paz, en 1973, concedido ex aequo junto al norvietnamita Le Duc Tho —quien lo rechazó— fue uno de los más controvertidos de la historia. Dos miembros del comité Nobel encargado de adjudicar el galardón dimitieron.

Además, arreciaron las críticas y las exigencias de investigación sobre el bombardeo secreto estadounidense de Camboya en 1970. Aquella operación tenía como objeto destruir las líneas de suministro que partían de Vietnam del Norte para sustentar a las guerrillas comunistas en el sur. Pero sus críticos consideran que precipitó que los jemeres rojos se hicieran con el control de Camboya y desataran una era de terror en ese país en la que murieron cerca de dos millones de personas.

Tras los atentados del 11 de septiembre de 2001 en Estados Unidos, el entonces presidente, George W. Bush, lo eligió para encabezar un comité investigador. La oposición demócrata denunció un conflicto de interés con muchos de los clientes de la consultora de Kissinger, lo que obligó al antiguo secretario de Estado a renunciar al cargo.

Divorciado en 1964 de su primera esposa, Ann Fleischer, con quien tuvo dos hijos, durante una década se granjeó fama de mujeriego pese a no ser exactamente un Adonis —“el poder es el mejor afrodisíaco”, alegaba él—. En 1974 se casó con Nancy Maginnes, colaboradora del gobernador de Nueva York Nelson Rockefeller.

Numerosas veces se le preguntó si se arrepentía de alguna de las medidas que había tomado o apoyado. En una entrevista concedida a la cadena de televisión ABC en julio del año pasado, contestó: “Llevo pensando en esos problemas toda mi vida. Es mi afición tanto como mi trabajo. Así que las recomendaciones que di fueron las mejores de las que era capaz entonces”.

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