Ucrania teme perder apoyo militar por el conflicto en Gaza

El arsenal de la OTAN está al límite y Estados Unidos también asistirá a Israel en su ofensiva en territorio palestino

Un militar ucranio cargaba el viernes con un lanzacohetes antitanque Skif en la región de Zaporiyia (Ucrania).STRINGER (REUTERS)

Ucrania sigue con preocupación la escalada bélica en Israel porque su futuro también depende de lo que suceda en Oriente Próximo. Si Israel se embarca en una invasión de Gaza que dure meses, o si se abre un nuevo frente bélico en territorio libanés, Kiev da por hecho que el suministro de armamento estadounidense para sus tropas se verá reducido y la ofensiva para recuperar el territorio ocupado por Rusia se ralentizará aún más. Esta situ...

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Ucrania sigue con preocupación la escalada bélica en Israel porque su futuro también depende de lo que suceda en Oriente Próximo. Si Israel se embarca en una invasión de Gaza que dure meses, o si se abre un nuevo frente bélico en territorio libanés, Kiev da por hecho que el suministro de armamento estadounidense para sus tropas se verá reducido y la ofensiva para recuperar el territorio ocupado por Rusia se ralentizará aún más. Esta situación sería una victoria de Vladímir Putin que Estados Unidos no permitirá, ha asegurado en su discurso de este jueves el presidente estadounidense, Joe Biden.

Biden ha garantizado que su Administración puede cumplir al mismo tiempo con la ayuda a Ucrania y a Israel, y se ha comprometido a reclamar al Congreso una partida extraordinaria de 60.000 millones de dólares (casi 57.000 millones de euros) de asistencia militar a Ucrania y de 10.000 millones a Israel. También entra en la ecuación el envío de armamento a Taiwán. Esta partida para Ucrania supera todo lo comprometido en apoyo militar por Washington en 20 meses de guerra. El órdago del presidente depende de la aprobación de la mayoría republicana en el Congreso, crítica con el apoyo millonario al país invadido por Rusia.

La intención de Biden de elevar el sustento a Ucrania también se enfrentará a otro problema: que la industria armamentística, funcionando hoy a plena capacidad, no alcanza a cubrir la demanda global.

El arsenal de la OTAN ya estaba al límite de existencias antes de los ataques de Hamás que han provocado la reacción militar de Israel, los bombardeos en Gaza, en el Líbano y Siria, y la movilización de 300.000 soldados, blindados y artillería listos para invadir Gaza. El almirante Rob Bauer, jefe del comité militar de la OTAN, advirtió el 4 de octubre en el Foro de Seguridad de Varsovia que la invasión rusa había pillado a los países de la Alianza Atlántica con sus arsenales a media capacidad, y que ahora las existencias están a punto de agotarse.

El jefe de los servicios de inteligencia del Ministerio de Defensa ucranio, Kirilo Budanov, admitió el 12 de octubre en una entrevista con el diario Pravda que el riesgo para Ucrania es elevado: “Si el conflicto [en Israel y Gaza] tiene un tiempo limitado, no más de unas semanas, no hay nada de lo que preocuparse, pero si la situación se alarga y se enquista, habrá problemas, seguro, porque Ucrania no será el único país con necesidades de munición y armamento”.

Sin Estados Unidos, el principal suministrador de armamento para Kiev, “Ucrania perderá la guerra”. Así de contundente fue el presidente, Volodímir Zelenski, en su visita a Washington del 21 de septiembre. La amenaza en aquel momento para sus intereses era la oposición republicana en el Congreso de Estados Unidos a mantener el mismo ritmo de ayuda a las Fuerzas Armadas de Ucrania. Un mes más tarde, la situación se ha complicado más porque la Casa Blanca se dispone ahora a asistir militarmente a su mayor aliado en Oriente Próximo. “Hay un riesgo de sufrir las consecuencias si la atención internacional se aleja de Ucrania”, afirmó Zelenski el 10 de octubre en la televisión France 2.

Varios medios de comunicación estadounidenses publicaron en los días previos al discurso de Biden informaciones con fuentes del Pentágono advirtiendo de que el reto de aumentar esta ayuda será difícil. La CNN aseguró el 11 de octubre que el alto mando militar de Estados Unidos “está trabajando contra reloj para identificar reservas extras de munición en todo el mundo para trasladarlos rápido a Israel”. Esto es exactamente lo que hasta hace pocos días llevaba a cabo el ejército estadounidense para apoyar a Ucrania. Un artículo de The New Yorker del 8 de octubre explicaba que Jake Sullivan, consejero de Seguridad Nacional de Biden, tiene en su despacho un mapamundi con todos los posibles arsenales que podían transferirse a Ucrania.

Que las prioridades a corto plazo han cambiado lo demostraría una información publicada este jueves por el medio digital estadounidense Axios: el pasado enero trascendió en la prensa que Washington aprobó destinar a Ucrania 300.000 proyectiles de artillería que tiene almacenados en Israel. La transferencia ha sido suspendida para que esta munición sea utilizada por el ejército israelí, según Axios.

Thomas S. Warrick, analista del centro de estudios Atlantic Council de Washington, estimó en un informe del 2 de octubre que, hasta la fecha, Estados Unidos ha suministrado dos millones de piezas de artillería. Según indicó la BBC el 5 de octubre, a ello hay que añadir 200 millones de balas y granadas. Pese a unas cifras que parecen elevadas, las necesidades del ejército ucranio las superan con creces. El Pentágono calculaba el pasado julio, en el momento más intenso de la contraofensiva, que el ejército ucranio disparaba en todo el frente hasta 3.000 piezas de artillería diarias. Yevhen Dykyi, militar y reconocido analista ucranio, elevaba el consumo a 8.000 piezas diarias en agosto, según explicó al digital NV. La industria armamentística estadounidense está produciendo mensualmente entre 20.000 y 24.000 proyectiles de artillería. Ucrania consume en tres días la producción mensual máxima de obuses de Estados Unidos. Douglas Bush, responsable de adquisición de armamento del Ejército estadounidense, detalló el pasado agosto que el objetivo es elevar la producción en 2024 a 80.000 piezas mensuales.

La carestía de munición es tal que Washington ha autorizado el envío de proyectiles antiblindados con uranio empobrecido y bombas de racimo, armamento que también utiliza Rusia, pero que se prohíbe en tratados internacionales suscritos por numerosos países.

El Gobierno ucranio insiste periódicamente en que necesita más munición para ganar más terreno. Los progresos de la contraofensiva de verano han sido pírricos ante unas líneas de defensa rusas reforzadas. Una queja recurrente de los militares ucranios en el frente es que tienen que racionar los proyectiles frente a la abundancia de fuego rusa. Dos unidades combatiendo en el sector de Kupiansk (provincia de Járkov), ilustraron el pasado septiembre a EL PAÍS que por cada 10 obuses que disparaba su enemigo, ellos podían disparar tres. Dykyi afirmaba en agosto que Ucrania necesita como mínimo alcanzar una media de 10.000 proyectiles de artillería por día, que es lo mínimo que utilizan las fuerzas invasoras.

Israel, prioritario

Conseguir este aumento de suministros será ahora más difícil. Mark F. Cancian, coronel norteamericano retirado y analista del Centro para Estudios Internacionales y Estratégicos, afirmaba en un estudio del 12 de octubre que “Israel tendrá prioridad porque su relación con Estados Unidos es más cercana y larga que la de Ucrania”. Pravda también informaba el 18 de octubre de que el Gobierno alemán había comunicado a las empresas armamentísticas nacionales que las exportaciones a Israel son ahora la prioridad. “La seguridad de Israel es una razón de Estado de Alemania”, afirmó el canciller, Olaf Scholz, antes de su visita a Tel Aviv el 17 de octubre. Alemania es el segundo país que más apoyo militar ha dado a Ucrania.

Cancian ofrecía un análisis detallado de las necesidades armamentísticas de Israel y Ucrania respecto a Estados Unidos. La tecnología en la que pueden competir es, en una primera fase ofensiva en Gaza, limitada. Las armas que ambos países necesitan urgentemente son los misiles portátiles antiaéreos Stinger, misiles de defensa antiaérea Patriot, drones, arsenal antidrones y componentes de reparación. Cancian alerta de que si el conflicto israelí-palestino se alarga, “Ucrania puede ver cómo algunos sistemas necesarios para su ofensiva pueden no estar disponibles en las cantidades que querría”.

Ucrania ha iniciado un ambicioso plan para reactivar su industria armamentística, pero es un programa en fase incipiente y difícil de llevar a cabo mientras Rusia tenga capacidad para bombardear en todo su territorio. Estados Unidos no es el único gran donante de armamento a Kiev. La Unión Europea se ha comprometido este 2023 a entregar en un año un millón de proyectiles de artillería. La OTAN tiene también un nuevo programa desde septiembre para incrementar con 2.400 millones de euros la producción de munición para Ucrania. El Reino Unido, el tercer donante militar, ha entregado en lo que va de guerra 300.000 proyectiles, pero no tiene previsto aumentar significativamente las exportaciones a Ucrania porque su arsenal está bajo mínimos.

En su análisis de principios de octubre en Atlantic Council, Warrick concluía que el ritmo de producción armamentística está muy lejos de ser el necesario para que las tropas ucranias avancen mucho en el campo de batalla. “La ofensiva [ucrania] puede continuar en invierno pese a las condiciones climatológicas”, añadía el 6 de octubre el Instituto para el Estudio de la Guerra, grupo de análisis de referencia del conflicto en Ucrania, “pero el ritmo de la ofensiva dependerá de la provisión de armas, munición y equipos no letales [para protegerse del frío]”.

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