Los gazatíes temen una nueva catástrofe histórica tras el ultimátum israelí: “Si te quedas en casa te matan; si sales, también”
Miles de familias aterradas se debaten entre seguir en sus hogares o huir y perderlo todo en una Franja asolada por los bombardeos y cada vez más incomunicada
“¿Irnos? ¿Adónde? ¿A la calle? Es demasiado peligroso salir. Y es igual de peligroso quedarse en casa”. Farah Abu Abed responde a la llamada de este diario con voz exhausta, tras varios días de bombardeos continuos sobre la franja de Gaza que se escuchan como fondo de esta conversación entrecortada. Está rabiosa después del ultimátum israelí, que exige a la población del norte de la ...
“¿Irnos? ¿Adónde? ¿A la calle? Es demasiado peligroso salir. Y es igual de peligroso quedarse en casa”. Farah Abu Abed responde a la llamada de este diario con voz exhausta, tras varios días de bombardeos continuos sobre la franja de Gaza que se escuchan como fondo de esta conversación entrecortada. Está rabiosa después del ultimátum israelí, que exige a la población del norte de la Franja, donde se encuentran ella y su familia, que se desplace hacia el sur en 24 horas. Para esta mujer de 30 años, dejarlo todo y huir significaría recorrer más de 20 kilómetros, probablemente andando, porque no hay vehículos para todos, por carreteras bombardeadas, sin ninguna seguridad de que no van a ser tomados como blanco, y cuidando de niños y ancianos con movilidad reducida. En la cabeza de Abu Abed y en la de miles de gazatíes, este viernes se repetía una palabra: “Nakba”, catástrofe en árabe, concepto que se refiere al desplazamiento forzoso de 750.000 palestinos con la creación en 1948 del Estado de Israel.
“No sé qué vamos a hacer”, repetía este viernes por la mañana Kholoud Sayed desde su apartamento en la ciudad de Gaza, donde se encerró el sábado con su marido y sus tres hijos tras el sangriento ataque de Hamás, que provocó la muerte de 1.300 israelíes. “Quieren quedarse de nuevo con nuestra tierra, como en 1948. Y el mundo mira y no hace nada, no los para. No puedo expresar cómo me siento, estoy desesperada y llevo una semana sin pegar ojo. Quiero dormir y dejar de pensar”. Horas después, un lacónico mensaje de WhatsApp anuncia: “Finalmente, estamos en casa de una amiga en el sur, decidimos huir y esperar”.
Nadie va a ninguna parte. El personal médico está comprometido hasta el final con los enfermos y, además, no tenemos adónde irMedhat Abbas, médico palestino
Israel ha dado 24 horas para que 1,1 millones de gazatíes dejen sus casas y refugios y vayan hacia la zona sur de la Franja, en dirección a Egipto, si quieren salvar sus vidas. Esto implica el desplazamiento de la mitad de la población de este pequeño enclave de 365 kilómetros cuadrados de superficie. En la zona norte de la Franja se encuentra el mayor hospital de Gaza, Al Shifa, que está colapsado por el gran número de heridos, que ya rozan los 7.000, y ha tenido que sacar cadáveres al aparcamiento porque tampoco hay sitio en su morgue. “Nadie va a ninguna parte. El personal médico está comprometido hasta el final con los enfermos y, además, no tenemos adónde ir”, asegura a este diario Medhat Abbas, director general del Ministerio de Salud en Gaza y antiguo doctor en este centro sanitario.
La situación que describe es difícil de imaginar: un hospital abarrotado donde los pacientes se colocan en el suelo de los quirófanos y salas de emergencia, los médicos se ven sobrepasados por la falta de medicamentos, material y agua limpia y los generadores están a punto de colapsar, lo que podría causar la muerte de algunos enfermos conectados. Por ejemplo, personas en diálisis y bebés que están en las incubadoras. “Necesitamos que abran la frontera ya. Que entren médicos y combustible, que salgan pacientes de extrema gravedad. No podemos aguantar mucho más. Hemos vivido muchas cosas terribles, pero nada como esto”, suplica Abbas.
“Sentencia de muerte”
La Organización Mundial de la Salud (OMS) considera que la exigencia israelí es “una sentencia de muerte” para muchos enfermos. En una declaración, la organización humanitaria Médicos Sin Fronteras (MSF), presente en Gaza, ha condenado el ultimátum israelí a los habitantes del norte de la Franja. “Representa un ataque a la atención médica y atenta contra cualquier principio de humanidad. Estamos hablando de más de un millón de seres humanos. La violencia que estamos viendo no tiene precedentes. Gaza está siendo arrasada y miles de personas están muriendo. Esto debe terminar ya”, pidió la ONG.
Gaza es uno de los territorios más densamente poblados del mundo (unas 5.500 personas por kilómetro cuadrado, es decir, más de 60 veces la media en España) y la mitad de la población tiene menos de 18 años. Sus vidas están marcadas por el conflicto y por el bloqueo israelí, impuesto en 2007, cuando Hamás se hizo con el poder. La mayoría de ellos nunca ha puesto un pie fuera de este pequeño enclave en el que falta el aire y las posibilidades de trabajar, donde las opciones de construir un futuro digno o tener algo de ocio son casi nulas. La ONU define el bloqueo como “castigo colectivo” y su secretario general, António Guterres, ha declarado que estas restricciones son contrarias a la ley humanitaria internacional.
“Es otra Nakba. Es inhumano, no hay palabras”, corrobora por teléfono Raji Sourani, director del Centro Palestino para los Derechos Humanos (PCHR, por sus siglas en inglés). Un 70% de los habitantes de Gaza son refugiados o descendientes de estas personas que tuvieron que dejar sus casas hace 75 años. “Yo no me voy a ningún lado”, agrega con voz cansada este abogado, cuya familia lleva generaciones en la Franja.
Los palestinos entrevistados por este diario este viernes señalaron que por ahora el movimiento hacia el sur no es masivo, aunque “cientos de personas” habrían emprendido ya ese camino. “El miedo en Gaza es que este sea el primer paso para expulsar a la población hacia Egipto. Muchos temen otra expulsión permanente”, apuntó en un comunicado la ONG británica Medical Aid for Palestinian, que presta ayuda sanitaria en los territorios ocupados.
Georgette Mohammed lleva toda la semana refugiada en casa de un tío junto a otras 150 personas. Están hacinadas en cuatro pequeños apartamentos en condiciones que empeoran cada día. Las noticias también les llegan a cuentagotas. “Los medios de comunicación vinculados a Hamás dicen que esta noticia [la advertencia de evacuación por parte de Israel como antesala de una posible invasión terrestre] es falsa. ¿Es verdad? ¿Está ocurriendo? No sé qué creer, pero por ahora nos vamos a quedar aquí”, afirma, espantada, en una llamada de este diario.
Las comunicaciones con Gaza empeoran hora tras hora. Desde el miércoles, la Franja no tiene electricidad, después de que Israel cortara el suministro y la central local dejara de funcionar por falta de combustible, y las conexiones a internet son muy inestables, ya que la compañía de telecomunicaciones local ha sido bombardeada. Los habitantes del enclave están cada día más desinformados y aislados, entre las propias familias y amigos y con sus contactos fuera de Gaza. Intentar localizar a alguien por teléfono puede llevar horas.
Esos anuncios israelíes son la excusa para nuevas masacres. Luego argumentarán: ‘nosotros les dijimos que se fueran’Ahmed Hamdan, palestino-español
“Llevo toda la semana viendo atrocidades y tengo mucho miedo por mi familia. Estoy pensando en trasladarla al sur, porque ya he perdido varios parientes esta semana”, explica Mohammed Abed, fotógrafo de una agencia de noticias. “Estoy trabajando como un animal, no siento nada, no pienso... Soy como un robot. En este momento, en Gaza no hay lugar seguro: si te quedas en casa, te matan; si sales a la calle, te matan también. Entonces, mejor sigo trabajando y al menos intento contar qué pasa”, afirma.
El derecho internacional establece que los civiles que no pueden o no quieren huir siguen siendo civiles y no pueden ser tomados como blancos. Y que las fuerzas atacantes deben tomar todas las precauciones posibles para evitar la pérdida de vidas, incluyendo la cancelación de un ataque.
Para la familia Hamdan, la última esperanza es el consulado español en Jerusalén. Los padres, ambos profesores universitarios, y sus siete hijos son españoles y desde hace días aguardan noticias para una posible evacuación, como ya se organizó en la ofensiva israelí de 2014. Ahmed, uno de los hijos de la familia, que vive desde hace unos años en Valencia, siente que le falta el aire cuando no tiene noticias de sus padres durante horas.
“Nuestra casa en Beit Hanun, en el norte de la Franja, fue bombardeada el lunes y desde entonces han cambiado de refugio dos veces. Apenas logro hablar con ellos y los bombardeos no paran. ¿Cómo van a salir a la calle así? Y además, ¿adónde irían?”, se pregunta. “Esos anuncios israelíes son la excusa para nuevas matanzas. Luego argumentarán: ‘Nosotros les dijimos que se fueran”.
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