Gay, liberal y exejecutivo de Goldman Sachs, el inusual perfil del hombre que aspira a liderar la nueva Syriza
El desconocido Estéfanos Kaselakis se enfrentará el domingo a la considerada como favorita tras adelantarla en la primera ronda de las primarias del partido de izquierdas griego
Tras el mal resultado de las elecciones del pasado 21 de mayo, el líder de la oposición griega y ex primer ministro Alexis Tsipras transmitió un mensaje muy claro a su partido, la ...
Tras el mal resultado de las elecciones del pasado 21 de mayo, el líder de la oposición griega y ex primer ministro Alexis Tsipras transmitió un mensaje muy claro a su partido, la formación izquierdista Syriza. “Si dimito, nombraré como sucesora a Efi Ajtsioglu”, dijo, según relatan a este diario fuentes de la formación. No era un anuncio oficial, pero todos los sectores de Syriza interpretaron que sería así. Ajtsioglu también lo creyó y comenzó a prepararse para el puesto. Pero en Grecia casi nunca sucede lo que está previsto.
En las últimas semanas, ha surgido un nombre prácticamente desconocido: Estéfanos Kaselakis. Se trata de un hombre elegante, de 35 años, crecido en Estados Unidos, casado con otro hombre, antiguo ejecutivo de Goldman Sachs, colaborador del Partido Demócrata de Joe Biden. Por si fuera poco, hijo de un armador y consejero delegado de una naviera, con la carga simbólica que ello implica en Grecia. Demasiado liberal para los comunistas del KKE. Demasiado moderno para todos. Pero sus partidarios creen que esa es su principal virtud: que no encaja, que es disruptivo, que es algo nuevo.
Y el pasado domingo estalló la sorpresa: Kaselakis adelantó a Ajtsioglu en la primera ronda de las primarias del partido. El recién llegado obtuvo un 44,9% de los votos de los afiliados, nueve puntos más que la mujer que parecía destinada a suceder a Tsipras. Los dos se enfrentarán el próximo domingo para decidir quién lidera la oposición griega y el principal partido de izquierdas.
Hasta el pasado domingo, Ajtsioglu parecía la figura de consenso. Abogada de 38 años, milita en la izquierda desde que era adolescente y cuenta como principal mérito haber sido ministra de Trabajo en el Gabinete de Tsipras, una posición complicada de la que salió airosa. En el reciente congreso del partido presentó un programa para un nuevo Gobierno de izquierdas del que los medios locales destacaron que era detallado y coherente. Mujer, joven, preparada y con respaldo de todos los sectores del partido. Todo a favor. Hasta que llegó Kaselakis.
Vuelta a la corbata que Tsipras desechó
En 2015, en lo peor de la crisis del euro, los socios de la UE —y muy especialmente la entonces canciller alemana, Angela Merkel— presionaron a Tsipras para que hiciera un salvaje recorte de gastos. El joven izquierdista griego se vio entonces obligado a renunciar a muchos de sus principios. Pero se mantuvo firme en cuestiones simbólicas, como no vestir nunca con corbata. El vencedor en la primera ronda de las primarias viste, sin embargo, con trajes de sastre y no hace ascos a los nudos Windsor perfectamente apretados sobre camisas caras.
Tampoco tiene remilgos en defender temas que hasta hace poco eran tabú entre los progresistas griegos: quiere que Grecia sea un país laico en el que el Estado esté separado de la iglesia. Que las personas LGTBI se puedan casar y puedan adoptar niños. Que el ejército sea profesional, en un país en el que la izquierda nunca se ha destacado por la crítica al servicio militar, aún vigente. Terminar con la relación clientelar entre el Gobierno y las grandes empresas. Sus críticos le reprochan que su programa es demasiado genérico y nunca concreta nada.
El nuevo hombre de moda de la izquierda griega ha recibido insultos, insinuaciones y desprecios homófobos desde que presentó su candidatura. Tanto desde la derecha como desde la izquierda. No son muy diferentes a los insultos, insinuaciones y desprecios machistas que han salpicado las críticas a Ajtsioglu.
Kaselakis es nuevo, pero no está solo. Volvió de EE UU para presentarse a las elecciones de junio por Syriza, pero no logró ser elegido. Desde un inicio, su principal valedor en público es el exministro Pavlos Polakis. Pero sus apoyos más relevantes son los que no se veían a primera vista: el principal asesor del candidato es el diputado Yorgos Tsipras, el hermano de Alexis, el antiguo primer ministro. Tras la victoria en la primera ronda de las primarias, tanto Yorgos Tsipras como figuras muy cercanas a su hermano han decidido mostrar su respaldo en público.
Cada vez más voces del partido afirman que, en realidad, el propio Alexis Tsipras es quien impulsa la candidatura de Kaselakis, aunque oficialmente él permanece neutral. Fuentes conocedoras del proceso de renovación afirman que la predisposición del exmandatario por el nuevo candidato no se debe a razones internas, sino a que este tendría mayores posibilidades de derrotar al actual primer ministro, el conservador Kyriakos Mitsotakis. No es que Tsipras esté ahora contra Ajtsioglu, sino que considera que ella no supone un revulsivo suficiente.
La repetición de las elecciones en junio fue dolorosa para Syriza. Nueva Democracia arrasó con un 40,5% de los votos, mientras que el partido de izquierdas solo consiguió el 17,8%. Tsipras tuvo que dimitir y se fue sin hacer ruido. Pasó una larga temporada en EE UU.
Kyriakos Mitsotakis, el primer ministro conservador, no cuenta solo con una holgada mayoría absoluta en el Parlamento. También disfruta de una firme hegemonía mediática, cultural y política. En parte gracias a méritos propios, pero también por la debilidad de la izquierda. Los partidarios de Kaselakis no buscan tanto solucionar los problemas del campo progresista, sino encontrar a una especie de “Mitsotakis de izquierdas” que pueda disputarle de tú a tú el Gobierno a los conservadores. Según afirman, la paradoja es que quien quiera ser el nuevo Tsipras tendrá que ser totalmente diferente a Tsipras. Y, siguiendo ese razonamiento, Kaselakis parece el candidato perfecto.
Efi Ajtsioglu no creía que ese tipo de progresismo pudiera encontrar respaldo suficiente en la izquierda griega. Estaba tan segura que ni siquiera pudo disimular su enfado con el resultado de la primera ronda en las primarias y declaró que los electores no sabían qué habían votado. Ajtsioglu afirmó que era necesario un debate entre ambos para aclarar qué propuestas están eligiendo los militantes. Kaselakis, como si se tratara de un luchador de aikido, canalizó el golpe de su oponente y se lo devolvió con más fuerza: “Es el momento de dejar de pelear entre nosotros para hacerlo contra Mitsotakis”.
Las diferencias parecen ser tan grandes, no solo de programa sino de cultura política, que ya han aparecido las primeras voces que pronostican una escisión si gana Kaselakis. No sería la primera vez en Syriza. Lo cierto es que, quien gane el próximo domingo, se asomará a un escenario complicado. El 8 de octubre hay elecciones municipales y Nueva Democracia aspira a barrer de nuevo a la izquierda. No es una forma fácil de empezar.
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