La solidez de Wagner en África se pone a prueba tras la muerte de Prigozhin
Atraída por los recursos naturales, la corporación de mercenarios opera en Libia, la República Centroafricana, Sudán y Malí, donde se esfuerzan por extender la influencia rusa
No es casualidad que el último vídeo de Yevgueni Prigozhin esté dedicado a África. Ni que una de sus últimas fotografías conocidas fuera tomada en la cumbre Rusia-África celebrada a finales de julio. El continente africano se había convertido en los últimos años en uno de los focos principales de actuación e ingresos del Grupo Wagner, tendencia que pareció acentuarse tras la rebelión fallida de junio. Atraídos por los recursos naturales y por mill...
No es casualidad que el último vídeo de Yevgueni Prigozhin esté dedicado a África. Ni que una de sus últimas fotografías conocidas fuera tomada en la cumbre Rusia-África celebrada a finales de julio. El continente africano se había convertido en los últimos años en uno de los focos principales de actuación e ingresos del Grupo Wagner, tendencia que pareció acentuarse tras la rebelión fallida de junio. Atraídos por los recursos naturales y por millonarios contratos de seguridad y con el objetivo declarado de extender la influencia rusa en el continente, miles de mercenarios de Prigozhin operan hoy en día en países como Sudán, Libia, la República Centroafricana y Malí.
Tras la muerte de su patrón, el futuro de Wagner en África se presenta incierto. Pero los intereses compartidos —por una parte, los beneficios que logra Rusia; y por otra, la seguridad que obtienen los regímenes que contratan a los mercenarios— hacen prever una cierta continuidad de las actividades de la corporación en el continente.
“Estamos aquí para hacer más grande a Rusia en todos los continentes y a África mucho más libre”, aseguraba Prigozhin en el vídeo difundido el pasado lunes, en el que se le puede ver con un arma automática en las manos y en un paisaje desértico similar al Sahel, con algunos de sus hombres en los alrededores. Aunque no precisa su ubicación, bien podría ser Malí, más en concreto los alrededores de Sevaré, donde Wagner tiene una de sus principales bases.
“Estamos dando una paliza a Al Qaeda, Estado Islámico y otros bandidos”, aseguraba Prigozhin, quien confirmaba su intención de continuar trabajando en África: “Hemos contratado a verdaderos pesos pesados y seguimos llevando a cabo las misiones que nos encomendaron”, añadió.
La rebelión fallida de Wagner contra Putin del pasado mes de junio hizo sembrar las primeras dudas acerca de la continuidad de esta empresa en África, pero el ministro ruso de Exteriores, Serguéi Lavrov, se encargó de disipar toda la incertidumbre a los pocos días. “Esto no afectará a las relaciones entre Moscú y sus amigos africanos (…) el trabajo de Wagner en la República Centroafricana y Malí continuará. [Los mercenarios de Wagner] están haciendo un buen trabajo”, dijo el ministro a los medios rusos. En esta ocasión es la muerte de Prigozhin la que siembra dudas, aunque la amplitud y solidez de las redes creadas en beneficio de Rusia apuntan a la continuidad de Wagner en África.
Oro y diamantes a cambio de seguridad para el presidente Faustin-Archange Touadéra. Esta es la fórmula con la que empresas de la nebulosa Wagner desembarcaron en la República Centroafricana allá por 2017. Mediante la entrega de jugosas sumas de dinero y el reparto de los recursos del país, Prigozhin logró que los grupos rebeldes aceptaran un acuerdo de paz un año más tarde. Desde entonces, este país se convirtió en uno de los grandes centros de operaciones de la compañía en África, desde donde han puesto en marcha una inmensa campaña de financiación de activistas y propaganda en redes sociales para ir comiendo terreno a Occidente. Cuanto más en la sombra, mejor: a finales de julio de 2018, tres periodistas rusos que investigaban las actividades de Wagner en la República Centroafricana fueron asesinados en misteriosas circunstancias.
Pero este país no es un hecho aislado en la expansión de Wagner por África. Los primeros informes sobre la presencia de mercenarios rusos en Libia datan de 2018 y señalan ya su implicación en la guerra civil del lado del mariscal Hafter. Con el tiempo, la cifra de soldados privados llegó a superar el millar. El tercer pilar del desembarco de esta compañía privada de seguridad en el continente africano es Sudán, donde supuestamente participa de la explotación de oro desde 2017, cuando el dictador Omar al Bashir tejió los primeros lazos con Prigozhin. En la actualidad, Wagner es un firme aliado del general Mohamed Hamdan Dagalo, alias Hemeiti, líder de las Fuerzas de Apoyo Rápido que combaten en la guerra civil sudanesa.
Sudán, la República Sudafricana, Libia y, en septiembre de 2019, Mozambique. Acorralado por las derrotas sufridas frente a la insurgencia del grupo yihadista Al Shabab en la provincia norteña de Cabo Delgado, Maputo contrata los servicios de Wagner para garantizar la seguridad de emplazamientos estratégicos. Sin embargo, tras caer en una emboscada y sufrir severas pérdidas, la compañía decide retirarse de un país de dudosa rentabilidad. A partir de 2020, la mayor parte de los esfuerzos propagandísticos y militares de Wagner se centrará en el Sahel.
Acercamiento a Moscú y ruptura con París
En agosto de 2020, un grupo de coroneles con estrechos vínculos con Rusia se hace con el poder en Malí tras un golpe de Estado. Impulsados por un fuerte apoyo popular y una ola de sentimiento antifrancés, inician un proceso de acercamiento a Moscú y de ruptura con París que desemboca en 2022 en la expulsión de los soldados galos que desde hacía casi una década luchaban contra el yihadismo en este país. Para sustituirlos, el líder golpista Assimi Goïta contrata los servicios de Wagner, que despliega, en sucesivas oleadas, a unos 1.500 efectivos en Malí. Asentados sobre todo en el centro y este, hoy combaten junto al ejército regular del país.
Al igual que en Siria o en Ucrania, los brutales métodos de la compañía de Prigozhin en África han sido objeto de investigaciones por parte de organismos de derechos humanos y sanciones de la UE y EE UU: ejecuciones sumarias de civiles y torturas han sido documentadas en Libia y la República Centroafricana, pero el mejor y más reciente ejemplo de ello es la masacre de Moura, en Malí. Entre el 27 y 31 de marzo de 2022, soldados malienses y supuestos mercenarios rusos —“personal militar extranjero que hablaba una lengua desconocida”, según los testimonios de residentes locales— ejecutaron a 500 civiles y violaron a 58 mujeres, según un informe de la ONU. Malí ha desmentido las conclusiones de este informe. Y asegura que todas las personas asesinadas eran miembros de grupos yihadistas.
Como ocurrió en Malí, los golpes de Estado en Burkina Faso y el reciente de Níger han estado acompañados de manifestaciones salpicadas de banderas rusas y eslóganes favorables a Wagner. Pese al acercamiento a Moscú del capitán Traoré, líder de la junta militar burkinesa, la presencia de Wagner en este país no se ha podido confirmar. En Níger aún es pronto para evaluar el papel que puede jugar esta compañía privada en la lucha contra el yihadismo, toda vez que la ruptura entre los militares golpistas y Francia es más que evidente.
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