Sandra Torres, Edmond Mulet y Zury Ríos: los candidatos favoritos que se disputan la presidencia de Guatemala

Los guatemaltecos podrán elegir este domingo entre 22 opciones, pero la ex primera dama, el diplomático y la hija del dictador Ríos Montt son los que tienen más posibilidades de pasar a segunda vuelta

Sandra Torres, Edmond Mulet y Zury Ríos, candidatos a la presidencia de Guatemala.Foto: Agencias | Vídeo: EPV

Más de 9,3 millones de guatemaltecos están convocados este domingo a las urnas para elegir presidente, además de renovar el Congreso y otros cargos locales. En las papeletas para la Presidencia, los ciudadanos se encontrarán con 22 opciones, aunque son tres las que, según las encuestas, tienen más posibilidades de pasar a la segunda vuelta, que se celebrará el 20 de agosto.

Los candidatos punteros son Sandra Torres, la ex ...

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Más de 9,3 millones de guatemaltecos están convocados este domingo a las urnas para elegir presidente, además de renovar el Congreso y otros cargos locales. En las papeletas para la Presidencia, los ciudadanos se encontrarán con 22 opciones, aunque son tres las que, según las encuestas, tienen más posibilidades de pasar a la segunda vuelta, que se celebrará el 20 de agosto.

Los candidatos punteros son Sandra Torres, la ex primera dama que pasó de la socialdemocracia a una postura más conservadora y que trata de alcanzar la Presidencia por tercera vez, el diplomático de centro-derecha Edmond Mulet que, según analistas, tiene la capacidad de concentrar el voto útil de los ciudadanos hartos de la corrupción y el rumbo autoritario que está tomando Guatemala, y la exdiputada conservadora Zury Ríos, la hija del dictador Efraín Ríos Montt que promete replicar las políticas antipandillas de Bukele. Nunca, desde las primeras elecciones democráticas de 1985, un candidato ha ganado en la primera vuelta. Y este año parece que no va a ser la excepción.

Estos son los candidatos que se disputan la presidencia:

El tercer intento de ser presidenta de Sandra Torres

Sandra Torres en un acto de campaña en Ciudad de Guatemala el 23 de junio.JOHAN ORDONEZ (AFP)

Sandra Julieta Torres Casanova se define como una mujer de pueblo, que nació en Melchor de Mencos, una pequeña localidad del departamento de Petén, en el norte de Guatemala, fronteriza con Belice. Conocida por los guatemaltecos por haber sido primera dama durante el Gobierno de Álvaro Colom —fallecido este año—, quienes han trabajado con ella dicen que esta comunicadora de 67 años tiene un carácter fuerte y exigente. La candidata de la Unidad Nacional de la Esperanza (UNE) concede pocas entrevistas a la prensa y, cuando accede, asume una posición confrontativa ante cualquier cuestionamiento. Tan poco le gustan las críticas que en 2019 denunció a seis editores de elPeriódico por violencia contra la mujer para tratar de evitar que el medio no publicara nada que tuviera que ver con ella.

Una de las principales sombras de su carrera fue la denuncia por supuestamente ocultar financiamiento electoral durante la campaña de 2015, cuando su principal recaudador de fondos era Gustavo Alejos, el exsecretario privado del expresidente Álvaro Colom. Un audio que se filtró a la prensa recrea una conversación entre Torres y Alejos: él le asegura que un constructor le ofreció 5 millones de dólares, un caso que llevó adelante la fiscalía a cargo de Juan Francisco Sandoval. La conversación existió pero la candidata asegura que no recibió ese dinero. Por ese caso, Torres estuvo presa durante cuatro meses hasta que recuperó su libertad durante la gestión de la fiscal general Consuelo Porras, la polémica jefa del Ministerio Público acusada de entorpecer la lucha anticorrupción. El exfiscal del caso, ahora en el exilio, señaló a su jefa por “cambiar y tergiversar” la acusación contra Torres.

En las dos elecciones anteriores, Torres llegó a segunda vuelta y perdió frente a Jimmy Morales y Alejandro Giammattei. Eso ha llevado a que en los círculos políticos le llamen “la candidata que hace presidentes”. Esto se debe a que, aunque tiene un voto duro de cerca de 1,5 millones de guatemaltecos, como se demostró en los comicios anteriores, tiene también un rechazo muy pronunciado (el 41,4%), el mayor entre los presidenciables. Y ese voto castigo a Torrres favorece a cualquiera que se enfrente a ella.

Como esposa de Colom, Torres asumió un poder más allá de la figura social de la primera dama, una oficina desde donde promovió programas de asistencia como la Bolsa Solidaria, un paquete de víveres para la población en pobreza, que promete que volverá si llega a la presidencia, ahora como la “bolsa mejorada”. El recuerdo de esas ayudas que llegaban a zonas tradicionalmente olvidadas por el Estado guatemalteco hace que Torres tenga grandes apoyos en el campo.

“La gran mayoría de personas del área rural la vota por el apoyo a los programas sociales”, reconoce Aura Cumes, una investigadora y docente maya-kaqchikel de la localidad de Chilmantenango. “Efectivamente, sí destinó una gran parte del presupuesto del Estado a ello. Y en tanto que sí le llegaba a la gente, tiene mucho voto cautivo en el área rural. También lo hizo en el área urbana, en aquellos lugares llamados áreas marginales”. Sin embargo, Cumes reconoce que la candidata también tiene un “gran antivoto”, algo que achaca en parte al machismo y el clasismo de parte de la población urbana no indígena que rechaza lo que representa.

En el libro Rendición de Cuentas, el exministro de finanzas Juan Alberto Fuentes, relata que, durante el Gobierno de Colom, era Torres quien ejercía el poder real y absoluto. La ex primera dama, que se instaló en el partido socialdemócrata UNE con el que su marido presidió el país, ha mostrado un viraje ideológico a la derecha en sus posiciones, pero evita hablar de su ideología. En una entrevista reciente, cuando le preguntaron por cómo se identificaba, Torres quitó peso a sus giros y remató con la frase: “Mi ideología es Guatemala”. En estas elecciones integra binomio con el expastor evangélico Romeo Guerra.

Edmon Mulet, el diplomático conservador que puede atraer el voto útil

Edmond Mulet este jueves en un hotel de Ciudad de Guatemala durante el cierre de campaña.SANDRA SEBASTIAN (SANDRA SEBASTIAN)

Edmond Auguste Mulet Lesieur es un abogado y diplomático de 72 años nacido en un hogar conservador, una línea de pensamiento político que mantiene en el partido de centro-derecha que fundó en 2020, Cabal, y en el que participan exfuncionarios y militantes de otros partidos.

La mayor parte de su vida, Mulet la ha dedicado al servicio diplomático, pero también cuenta con experiencia política, la que obtuvo en dos períodos como diputado, en los inicios de la era democrática en Guatemala entre 1985 y 1993. Antes, en 1982, cofundó el Partido Nacional Renovador y fue electo diputado, pero no alcanzó a asumir el cargo por el asalto al poder del dictador Efraín Ríos Montt.

Esta es la segunda vez que Mulet se presenta como candidato presidencial, animado porque en 2019 quedó en tercer lugar con el apoyo de casi medio millón de guatemaltecos, el 11% de los votos válidos. En esta ocasión, Mulet se postula con el estratega en comunicación política Max Santa Cruz Anchissi como candidato a vicepresidente. De su ejercicio como abogado, Mulet acarrea cuestionamientos por las adopciones irregulares de niños para familias en el extranjero en los años 80, pero asegura que en los juzgados demostró que los procedimientos fueron legales y que actuó por razones humanitarias.

La carrera diplomática de Mulet comenzó hace 30 años, cuando fue nombrado embajador de Guatemala en Washington, Estados Unidos. En 2006, el diplomático fue llamado por Naciones Unidas para ser jefe de una misión de paz y estabilización en Haití, el país más pobre de América Latina. La designación tomó por sorpresa a este hombre tranquilo mientras practicaba uno de sus hobbies: pasear en kayak en el lago de Atitlán, en el altiplano guatemalteco. Más tarde, tras ejercer otros cargos en el organismo internacional, regreso al país caribeño para dirigir la misión de la ONU tras el terremoto de 2010.

Mulet asegura que en Guatemala no hubo genocidio porque el Estado no persiguió a un “grupo étnico”, sino que fue la guerra fue de todos contra todos en un grave contexto de violación de derechos humanos. Un tribunal condenó al dictador Efraín Ríos Montt por el genocidio en de la población ixil durante el conflicto armado interno, pero la sala constitucional anuló la sentencia.

Mulet se considera crítico de la Comisión Internacional contra la Impunidad en Guatemala (CICIG), el extinto órgano de Naciones Unidas que abrió decenas de procesos por grandes casos de corrupción en el país, porque considera que carecía de un sistema de rendición de cuentas. Por otra parte, ha expresado preocupación por la persecución contra opositores en Guatemala, como el fundador de elPeriódico, Jose Rubén Zamora, recientemente condenado a seis años de cárcel por un supuesto delito de lavado de dinero en un caso criticado por organismos de derechos humanos como persecución política. Ese apoyo a Zamora le costó una denuncia penal por obstrucción de la justicia del fiscal Rafael Curruchiche, considerado como un actor antidemocrático por el departamento de Estado de Estados Unidos.

Según el politólogo Ricardo Sáenz, Mulet cuenta con el apoyo de algunos segmentos de las élites empresariales que estuvieron ligadas al Gobierno de Óscar Berger (2004-2008), así como de “caciques de sus grupos de poder regional en varios distritos de Huehuetenango, Quiché y Alta Verapaz”. Además, tiene el respaldo de un sector importante de las clases medias urbanas que lo ven como el único capaz de “detener un poco la ofensiva autoritaria y contener la corrupción generalizada que existe en Guatemala”. Es una opinión que comparten más analistas del país: que el candidato de Cabal tiene la capacidad de recibir el voto útil de los guatemaltecos que están cansados de la deriva que ha tomado el país en los últimos años.

Zury Ríos: la hija del dictador promete replicar las políticas antipandillas de Bukele

Zury Ríos, en el evento de cierre de campaña el jueves en Ciudad de Guatemala.Moises Castillo (AP)

Es imposible separar a Zury Ríos Sosa de su padre, el dictador Efraín Ríos Montt, porque le siguió los pasos en el partido Frente Republicano Guatemalteco (FRG), pero también porque no desperdicia oportunidad para validar su legado, como lo hizo en el cierre de su campaña cuando recordó el mensaje que le dio su padre antes de morir en 2018 a los 91 años mientras era juzgado por el genocidio de indígenas maya-ixiles durante la larga guerra civil del país (1960-1996): “Zury: si algún día Dios te da la oportunidad de servir a Guatemala, hazlo con amor, hazlo con servicio, hazlo con entrega, hazlo con responsabilidad y hazlo con carácter y con valor”, aseguró que le dijo.

En las elecciones pasadas, la sala constitucional negó la participación de la hija del general bajo el criterio de que la Constitución prohíbe las candidaturas de los hijos de los golpistas, como lo fue su padre. Apartándose la argumentación legal, Ríos ha dicho en más de una ocasión que “los pecados de los padres no son los pecados de los hijos”.

La actual corte, integrada por viejos conocidos de la política conservadora como Roberto Molina Barreto, el excandidato a la vicepresidencia que la acompañó en su postulación fallida de 2020 y su abogado, Luis Rosales, cambió el criterio y avaló la candidatura. En estas elecciones, Ríos, una mujer urbana de 55 años, se postula en la coalición Valor-Unionista, que reúne a integrantes del partido conservador Unionista como la excanciller Sandra Jovel y Enrique Degenhart, el exministro de gobernación durante el Gobierno de Jimmy Morales.

Ríos es abogada, tiene estudios en Ciencias Políticas y fue diputada durante cuatro períodos legislativos. De aquellos días la recuerdan como trabajadora y con disposición para entablar alianzas incluso con quienes tenían un pensamiento político distinto a su corte conservador, cristiano y a favor de la familia tradicional.

Promovió reformas legales, fiscalizó temas en salud y participó en la aprobación de la ley contra la violencia sexual y para la creación de la alerta de búsqueda de niñez desaparecida. En la actual campaña, Ríos ofreció replicar las políticas antipandillas de Nayib Bukele y la “muerte civil”, es decir, la inhabilitación para ejercer cargos públicos, de las personas responsables por corrupción.

Como candidato a vicepresidente, a Ríos le acompaña Héctor Cifuentes, uno de los hombres de confianza del expresidente Álvaro Arzú, quién estaba bajo investigación por un caso de presunto desvío de fondos públicos para financiar campañas políticas que implicaba a Byron Lima Oliva, el hombre que mató al obispo Juan Gerardi, autor de las memorias que documentan los horrores de la guerra civil.

22 candidaturas

Aunque estos son los tres candidatos con más opciones a pasar a la segunda vuelta, en total, en esta elección se presentan 22 binomios, sin contar con los tres que han sido excluidos por decisiones judiciales. Todos los partidos que logren más del 5% de los votos válidos reciben un financiamiento público de 2 dólares por voto.

Entre los candidatos que se presentan está Sammy Sosa, el hermano del expresidente Jimmy Morales, que terminó con el mandato de la CICIG en Guatemala, y Luis Lam Padilla, el exembajador de Guatemala ante la Organización de Naciones Unidas (ONU) que se ha promocionado como “el abogado que sacó a CICIG de Guatemala”. Ambos están en el grupo de candidatos con menos del 2 por ciento en la intención de voto.


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