El Papa y Meloni muestran sintonía en las políticas de fomento de la natalidad

El Pontífice participa en un acto del Ejecutivo ultraderechista para incentivar los nacimientos. El Gobierno sostiene que los italianos corren el riesgo de ser desplazados por la población inmigrante

La primera ministra italiana, Giorgia Meloni, y el Papa, en el acto "Los estados generales de la natalidad", en Roma, este viernes.FILIPPO MONTEFORTE (AFP)

La demografía, podría decirse, hace extraños compañeros de causa. Y Roma asistió este viernes a un acto construido a través de un dato demoledor: Italia ha alcanzado la tasa de natalidad más baja de la historia, con solo 393.000 nuevos nacimientos en 2022, algo más de un 1% menos que el año anterior. El país envejece y el dato abre la puerta a un vendaval ideológico y religioso. ...

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La demografía, podría decirse, hace extraños compañeros de causa. Y Roma asistió este viernes a un acto construido a través de un dato demoledor: Italia ha alcanzado la tasa de natalidad más baja de la historia, con solo 393.000 nuevos nacimientos en 2022, algo más de un 1% menos que el año anterior. El país envejece y el dato abre la puerta a un vendaval ideológico y religioso. Hermanos de Italia, el partido de la primera ministra Giorgia Meloni, sostiene que la nación está en peligro de sufrir lo que llaman “sustitución étnica”, es decir, que la población de origen italiano termine siendo superada en número por personas de otros orígenes y sus hijos. Lo dijo y se reafirmó el jueves Francesco Lollobrigida, ministro de Agricultura y cuñado de Meloni. Pero también desangra el principio básico del catolicismo, basado en la familia. Por eso, el Papa asistió el viernes a lo que el Gobierno dio en llamar “Los estados generales de la natalidad”.

Francisco, siempre cuidadoso en elegir sus viajes internacionales, venía de compartir algunas posiciones con el primer ministro de Hungría, Viktor Orbán, la semana pasada. Era la segunda vez que acudía a Budapest en dos años. Un acercamiento en el que muchos vieron una cuestión de agenda compartida en asuntos como la natalidad, el aborto o la idea de familia. El viernes, cuestiones parecidas le acercaron al Gobierno italiano, formado por la coalición que lidera la ultraderechista Meloni, que sorprendió vestida de blanco junto al Pontífice, rompiendo el protocolo conocido como “privilegio del blanco”, por el que solo algunas reinas católicas pueden lucir ese color en actos con el Papa.

El diagnóstico de Meloni y el Papa es ligeramente distinto. O al menos los riesgos que entraña la situación. Para el Ejecutivo de la líder ultraderechista, Italia corre el riesgo de sufrir una sustitución étnica. Una idea claramente extraída de la teoría supremacista del Gran Reemplazo de origen francés y según la cual los blancos católicos y la población cristiana europea está paulatinamente siendo sustituida por personas de origen no europeo. Concretamente por árabes y africanos. La idea, una teoría de la conspiración defendida por políticos de extrema derecha como Éric Zemmour, que obtuvo casi 2,5 millones de votos en la primera vuelta de las elecciones presidenciales francesas del año pasado, es el caballo de batalla de los supremacistas blancos y uno de los sustentos intelectuales de muchos de los atentados que se han producido en los últimos años contra mezquitas, comunidades migrantes o minorías raciales en Europa y Estados Unidos.

El Papa, obviamente, no considera lo mismo en ese apartado. “La natalidad, así como la acogida (de migrantes) nunca deben contraponerse porque son dos caras de la misma moneda, nos revelan cuánta felicidad hay en el mundo”, opinó. Además, contó dos anécdotas que ha vivido de mujeres que trataban a sus perros como a sus hijos y que, en una ocasión durante la audiencia, cuando una le pidió que bendijera “a su niño” y sacó un perro del bolso, él “perdió la paciencia” y le dijo: “Señora, tantos niños tienen hambre y usted está con el perrito...”. Sentado en el escenario de un auditorio de Roma junto a la primera ministra italiana, señaló: “El nacimiento de niños, de hecho, es el principal indicador para medir la esperanza de un pueblo. Si nacen pocos significa que hay poca esperanza. Y esto no solo tiene repercusiones desde un impacto económico y social, sino que mina la confianza en el futuro”.

Meloni y el Papa parecen muy alineados en esta cuestión. La primera ministra, de hecho, defendió ante el Pontífice un país donde “no sea escandaloso” decir que “todos nacimos de un hombre y una mujer” y que los hijos no son productos para vender. “Vivimos en una época en la que hablar de nacimiento, maternidad y familia es cada vez más difícil, parece un acto revolucionario”, aseguró la líder ultraderechista sentada junto a Francisco. Meloni insistió en que la natalidad y la familia son “la prioridad absoluta” de su Gobierno: “Queremos que Italia vuelva a tener un futuro, para esperar y creer en un futuro mejor que este presente incierto”.

Francisco, a su vez, también cree que es una cuestión prioritaria para el país. Y para el mundo. Aunque el crecimiento de la población sea cada vez más insostenible. “Es necesario abordar el problema juntos, sin vallas ideológicas ni posturas preconcebidas. No podemos aceptar que nuestra sociedad deje de ser generativa y degenere en tristeza. No podemos aceptar pasivamente que tantos jóvenes luchen por realizar su sueño familiar y se vean obligados a bajar el listón del deseo, conformándose con sucedáneos privados y mediocres: ganar dinero, aspirar a una carrera, viajar, guardar celosamente el tiempo libre”.

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