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El papa Francisco revela que el kirchnerismo intentó meterlo preso: “Querían cortarme la cabeza”

“Pusieron en duda todo mi actuar durante la dictadura”, afirma el Pontífice en una conversación con jesuitas en Hungría

Pope Francis
El Papa Francisco con Cristina Fernández de Kirchner, en el Vaticano en junio de 2015.POOL New (REUTERS)
Federico Rivas Molina

El papa Francisco reveló que, siendo aún arzobispo de Buenos Aires, el Gobierno de Cristina Kirchner dio “indicaciones” a tres jueces para que lo condenaran por su accionar durante la dictadura (1976-1983). El Pontífice contó a 32 jesuitas a los que visitó en Hungría los detalles de una larga declaración judicial a la que fue sometido por el secuestro en 1976 de los sacerdotes Orlando Yorio y Ferenc Jalics, acusados por los militares de tener vínculos con la guerrilla. “Algunos en el Gobierno querían cortarme la cabeza, y sacaron a relucir no tanto este asunto de Jalics [de origen húngaro], sino que pusieron en duda todo mi modo de actuar durante la dictadura”, dijo el Pontífice. El diálogo con los sacerdotes se produjo el 29 de abril pasado y fue recogido por La Civiltá Cattolica, una revista de los jesuitas italianos que pasa por el filtro del Vaticano.

El entonces arzobispo Jorge Mario Bergoglio declaró el 8 de noviembre de 2010 en el marco de la causa ESMA, que aún investiga el accionar militar en el que fue el mayor centro ilegal de detención y torturas. En aquellos años, el periodista Horacio Verbitsky, exmontonero y vinculado al kirchnerismo, acusaba a Bergoglio de haber “entregado”, desde su cargo como superior provincial de los jesuitas, a Jalics y Yorio a sus captores. Bergoglio dijo ante los jueces que lo interrogaron que había intercedido por los sacerdotes ante el dictador Jorge Rafael Videla y su segundo en la junta militar, el almirante Eduardo Massera.

“Me dieron la posibilidad de elegir el lugar en el cual realizar el interrogatorio. Elegí hacerlo en el Episcopio. Duró 4 horas y 10 minutos. Uno de los jueces insistía mucho en mi modo de comportarme. Yo siempre respondí con la verdad. Pero, para mí, la única pregunta seria y bien fundada, fue la del abogado que pertenecía al Partido Comunista. Y gracias a esa pregunta las cosas se aclararon. Al final, se comprobó mi inocencia. Pero en ese juicio no se habló casi nada de Jálics, sino de otros casos de personas que habían pedido ayuda”, dijo el Papa, citado por La Civiltá Cattolica. “Cuando Jalics y Yorio fueron apresados por los militares, la situación que se vivía en Argentina era confusa y no estaba para nada claro qué se debía hacer. Yo hice lo que sentía que tenía que hacer para defenderlos. Fue una situación muy dolorosa”, agregó.

Cuando Bergoglio fue elegido Papa en 2013, eran muchos los que en Argentina consideraban que no había hecho lo suficiente por los detenidos desaparecidos. Algunos lo acusaban incluso de complicidad. El papel del entonces arzobispo durante los años setenta forma parte de un amplio estudio que la Iglesia católica realizó sobre cientos de miles de archivos que se encontraban en el Episcopado en Buenos Aires y en el Vaticano. El resultado de ese trabajo se publicó este año en dos tomos (hay un tercero en redacción) bajo el título La verdad los hará libres. En una entrevista con EL PAÍS, el relator de la investigación, el presbítero Carlos María Galli, dijo que la Iglesia debió “hacer más para evitar tanta matanza”, pero negó que hubiese habido complicidad. Sobre el papel de Bergoglio, dijo que los ataques contra su persona eran “un poco armados porque eran funcionales al Gobierno de turno”, en este caso el de Cristina Kirchner. “Cuando lo consideraron opositor, empezaron a atacarlo. Uno de los elementos fue releer la historia de los dos jesuitas detenidos en 1976 (Jalics y Yorio] y decir que Bergoglio los había dejado libres para hacerlos vulnerables. Bergoglio ayudó a salvar al menos a 30 personas”, dijo Carlos María Galli.

Bergoglio contó a los jesuitas húngaros que años más tarde, cuando ya era Papa, los jueces le revelaron que habían sido presionados por el Gobierno para condenarlo. “He vuelto a ver aquí, en Roma, como Papa, a dos de los jueces. Uno de ellos junto a un grupo de argentinos. No lo había reconocido, pero tenía la impresión de haberlo visto. Lo miraba y lo miraba, y me decía: ‘a este lo conozco’. Me dio un abrazo y se marchó. Lo volví a ver una vez más, y se presentó. Le dije: ‘Merezco ser castigado cien veces, pero no por ese motivo’. Le dije que estuviera en paz con esta historia. Sí, merezco ser juzgado por mis pecados, pero sobre este punto quiero ser claro. Vino también otro de los tres jueces, y me dijo claramente que habían recibido indicaciones del Gobierno para condenarme”, relató Francisco.

Los padres Ferenc Jalics y Orlando Yorio trabajaban en un barrio popular en la ciudad de Buenos Aires y pronto fueron objetivo de los militares. “En el barrio en que trabajaban había una célula guerrillera. Pero los dos jesuitas no tenían nada que ver con ellos: eran pastores, no políticos. Pero fueron hechos prisioneros, siendo inocentes. No encontraron nada con que acusarlos, pero tuvieron que cumplir nueve meses de cárcel, sufriendo amenazas y torturas. Luego fueron liberados, pero estas cosas dejan heridas profundas”, contó Francisco. “Jalics vino a verme inmediatamente, y charlamos. Yo le aconsejé ir a ver a su madre a Estados Unidos. La situación era realmente demasiado incierta y confusa. Después surgió la leyenda de que había sido yo el que los había entregado para que fueran encarcelados”. Para terminar su charla con los jesuitas húngaros en la Nunciatura de Budapest los mandó a leer La verdad los hará libres: “Allí podrán encontrar la verdad sobre este caso”.

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Sobre la firma

Federico Rivas Molina
Es corresponsal de EL PAÍS en Argentina desde 2016. Fue editor de la edición América. Es licenciado en Ciencias de la Comunicación por la Universidad de Buenos Aires y máster en Periodismo por la Universidad Autónoma de Barcelona.

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