Marruecos se agosta en pleno mes de mayo

La peor sequía en 40 años atenaza el futuro del país magrebí, en situación de estrés hídrico desde 2021 ante la falta de lluvias y el aumento de las temperaturas por el cambio climático

Un agricultor faena con su tractor entre unos cultivos dañados por la sequía en Rabat, Marruecos, el 18 de abril de 2023.Jalal Morchidi (EFE)

El abarrotado Atlas Exprés, el tren de Rabat a Marraquech (320 kilómetros al sur) al que cantaban hace más de 50 años Crosby, Stills & Nash, atraviesa ahora valles y llanuras fértiles agostadas en pleno mayo. Por la ventanilla se muestra un árido paisaje que pronto puede ser el del sur de Europa. Los trigales amarillean a media altura entre viñedos, olivares resecos y nu...

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El abarrotado Atlas Exprés, el tren de Rabat a Marraquech (320 kilómetros al sur) al que cantaban hace más de 50 años Crosby, Stills & Nash, atraviesa ahora valles y llanuras fértiles agostadas en pleno mayo. Por la ventanilla se muestra un árido paisaje que pronto puede ser el del sur de Europa. Los trigales amarillean a media altura entre viñedos, olivares resecos y numerosas tierras en barbecho. La pasada campaña (2021-2022) de cosecha de cereales, el principal sustento de los marroquíes, cayó un 67% respecto a la anterior. Las estimaciones del Ministerio de Agricultura para la actual campaña son algo más optimistas, pero siguen siendo un tercio inferiores a las previsiones de producción. El titular de la cartera, Mohamed Sadiki, ha reconocido al diario L’Economiste que “la adelantada sequía al comienzo del ciclo [de la cosecha] ha generado grandes perturbaciones”.

El mismo tren expreso del Atlas se dirige también desde Rabat hacia Mequinez (150 kilómetros al este), considerada la capital del campo marroquí y donde el domingo se clausuró el Salón Internacional de la Agricultura de Marruecos (SIAM). Con el ganado mostrado en establos al público dentro de las imponentes murallas de esta antigua ciudad imperial, la feria ha reanudado este año su actividad después de tres años de parón a causa de la pandemia mientras la sequía afecta de lleno al país norteafricano con una intensidad no registrada en 40 años.

El cambio climático, con una caída de la pluviosidad estimada en un 10% en 2050, según datos del Ministerio de Agricultura citados por France Presse, induce al pesimismo. El sector agroalimentario representa cerca de un 15% del Producto Interior Bruto (PIB) y da empleo hasta a un 40% de la población activa. Las reservas de los embalses habían caído bajo mínimos en marzo, hasta un 33% de su capacidad, frente al 51% registrado como media un año antes, según informa Efe. Se trata de un círculo vicioso, ya que las tierras agrícolas de regadío consumen el 80% de las reservas.

La peor sequía desde hace tres años

El pasado octubre, el rey Mohamed VI ya advirtió a los marroquíes en un mensaje a la nación ante el Parlamento de que el país estaba sufriendo la peor sequía desde hacía tres años. El soberano llamó a los parlamentarios a acabar con el “despilfarro y el uso irracional” del agua y reclamó medidas concretas para preservar la capa freática frente a los abusos en su explotación.

La ausencia de precipitaciones golpea al conjunto del territorio, pero al sur de Marraquech, cuyo Ayuntamiento ha tenido que perforar pozos de agua para garantizar el suministro doméstico, apenas ha llovido desde el otoño de 2020. El año 2022 ha quedado registrado como el año más seco desde 1981, cuando se pusieron en marcha las primeras medidas de mitigación en el llamado Plan Marruecos. La ausencia de lluvias, unida a la creciente erosión, ha degradado en los últimos meses la cubierta vegetal en un medio rural de suelos prácticamente secos, pero en realidad, la sequía castiga al país magrebí desde hace más de un lustro. Ya en 2017, la sociedad marroquí se estremeció con la muerte de 15 mujeres que fallecieron en una avalancha mientras esperaban recibir ayuda alimentaria en la localidad de Sidi Bualem, un pueblo de 7.000 habitantes situado a cinco horas y media en coche al sur de Rabat, en la región de Esauira. Fue la falta de agua lo que trajo la miseria a esa localidad agrícola. Y sigue siendo esa misma escasez la que destroza las cosechas en Marruecos.

El ministro de Agricultura marroquí también ha reconocido que la carestía hídrica que sufre el país se debe además a “un acusado retraso en la plasmación [de los planes] de la estrategia nacional del agua”. En una intervención en un foro organizado por el diario L’Economiste al hilo de la celebración del SIAM en Mequinez, Sadiki recordó que “las alertas sobre estrés hídrico (…) llevaron a adoptar una nueva estrategia en 2009″. Entonces se decidió la construcción de 60 grandes embalses y un millar de pequeñas presas para el regadío antes de 2030, así como la puesta en marcha de desaladoras de agua marina y depuradoras para la reutilización de aguas ya usadas. “Hemos constatado un retraso en la ejecución en esta última década”, admitió el ministro en un inusual ejercicio de sinceridad de un miembro del Gobierno marroquí.

Una vendedora de miel participa en la 15ª edición del Salón Internacional de Agricultura de Mequinez, en Marruecos, el 7 de mayo de 2023. JALAL MORCHIDI (EFE)

Más de 1.400 empresas han participado la pasada semana en la SIAM, considerada como la mayor feria agrícola de África. Entre 65 países asistentes, 45 de ellos africanos, en el recinto histórico de Mequinez, destacaba de la presencia de los pabellones de los grandes Estados europeos con intereses agrícolas en Marruecos y de la propia UE. Además del pabellón de Brasil (gran exportador de carne al norte de África) y, por primera vez, de Israel (pionero en el aprovechamiento hídrico), tras la normalización de relaciones entre ambos países a finales de 2020.

Observadores del sector en el pabellón español, que agrupaba a 32 empresas, destacaban la implantación de compañía agrarias españolas en las últimas décadas en regiones como la de Agadir, Marraquech o Larache. Esta parece ser una de las razones por las que, desde la entrada en vigor hace dos décadas del Acuerdo de Asociación entre la Unión Europea y Marruecos, las importaciones de frutas y hortalizas en España procedentes de ese país se han multiplicado por cuatro. “¿Quién es un competidor puro en estos tiempos?”, se preguntaba María Peña, consejera delegada del ICEX (la empresa pública española de fomento de la exportación y las inversiones), mientras miraba de reojo el concurrido expositor de Israel en la SIAM. “Marruecos y España se complementan. Hay empresas agrícolas españolas que invierten en Marruecos, que está intensificando sus exportaciones hacia la UE. España ofrece a cambio en Marruecos tecnología para una agricultura más resistente al cambio climático”, enfatizaba Peña, conocedora de la realidad del país magrebí, ya que con anterioridad ocupó el puesto de consejera económica en la Embajada de España en Rabat. “Entre los dos países tenemos que dar respuestas a los desafíos que enfrentamos, como el de la sequía”.

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