El gasto militar en Europa alcanza niveles de la Guerra Fría
Los países del continente elevaron un 30% la inversión en el último decenio, una tendencia iniciada tras la anexión de Crimea y acentuada con la invasión de Ucrania
Los años en los que Europa recortaba en las partidas de defensa han quedado definitivamente atrás. La invasión rusa de Ucrania ha espoleado el gasto militar en todo el continente a un nivel sin parangón desde la Guerra Fría, pese a la espiral inflacionaria y los costes asociados a la crisis energética. Los planes para elevar la inversión —que en gran parte de Europa comenzaron en 2014, tras el inicio de las hostilidades entre Rusia y Ucrania— se aceleraron y ...
Los años en los que Europa recortaba en las partidas de defensa han quedado definitivamente atrás. La invasión rusa de Ucrania ha espoleado el gasto militar en todo el continente a un nivel sin parangón desde la Guerra Fría, pese a la espiral inflacionaria y los costes asociados a la crisis energética. Los planes para elevar la inversión —que en gran parte de Europa comenzaron en 2014, tras el inicio de las hostilidades entre Rusia y Ucrania— se aceleraron y extendieron por todo el continente desde que el Kremlin lanzó su ataque a gran escala en casi una decena de regiones ucranias, en febrero de 2022.
El gasto militar se elevó el año pasado un 3,6% en Europa (sin contar a Rusia ni Ucrania), según los datos que publica este lunes el Instituto Internacional de Investigaciones para la Paz de Estocolmo (Sipri). Este aumento eleva la inversión en el continente al nivel más alto desde finales de los años ochenta. En total, los países europeos dedicaron a defensa más de 350.000 millones de euros (una cifra equiparable al PIB de Irán o Pakistán). “Resulta razonable pensar que el gasto militar seguirá aumentando en los próximos años”, sostiene Diego Lopes, investigador del Sipri, que destaca que varios países han diseñado planes para mejorar las capacidades de sus ejércitos que se ejecutarán a lo largo de esta década.
El incremento en el continente viene impulsado por gobiernos como los de Finlandia (36%), Países Bajos (13%) o Bélgica (12%). En términos nominales, todos los países de Europa —salvo Bosnia-Herzegovina y la neutral Austria— elevaron el presupuesto de defensa el año pasado. Aun así, algunos como Rumania, República Checa y Letonia, que aumentaron su gasto absoluto en más de un 10%, en términos reales (es decir, descontado el efecto de la inflación) reflejaron una contracción al alcanzar también los niveles de subidas de precios más altos de las últimas décadas.
Las cifras del año pasado reflejan un notable repunte en muchos países, pero también representan un paso más en una tendencia que se inició en 2014, tras la anexión rusa de la península ucrania de Crimea y el inicio de los combates en la región oriental de Donbás. En el último decenio, el gasto ha crecido conjuntamente un 30%, una subida menos pronunciada en los países más occidentales que en los más próximos a Rusia, que reaccionaron con más contundencia a la sacudida geopolítica de hace nueve años. Algunos de los incrementos más destacados han sido los de Lituania (353%), Letonia (186%), Hungría (148%), Rumania (124%) o Eslovaquia (109%). En todo el continente, no hay ni un solo país que invirtiera más en 2013 que el año pasado.
Durante las más de cuatro décadas de Guerra Fría, el gasto militar en Europa creció de manera paulatina, pero constante. Tras la caída del muro de Berlín y la desintegración de la Unión Soviética, prácticamente todos los países europeos emprendieron un proceso de reducción del gasto militar, en un periodo en el que predominaba la idea de que una guerra convencional no volvería a tener lugar en el continente. Las ínfulas expansionistas del Kremlin —que en 2008, tras la ocupación de dos regiones de Georgia, no provocaron ni un tímido repunte del gasto en ningún país del continente, muy mermado por la crisis financiera — han resultado en una etapa de crecimiento continuo del gasto continental que, tras casi un decenio, parece lejos de su cima.
“Casi todos los países europeos se han comprometido a elevar el gasto”, comenta Lorenzo Scarazzato, investigador del Sipri. “Sin embargo, hay muchas diferencias en cuanto a los objetivos y a cómo alcanzarlos”, agrega el experto. En Dinamarca, el Gobierno ha anunciado la supresión de un día festivo en todo el país para incrementar la productividad y sufragar el aumento de la inversión en su ejército. Por su parte, Alemania, tras un giro histórico en materia de política exterior y de defensa, aprobó la creación de un fondo especial de 100.000 millones de euros que permitirá modernizar las Fuerzas Armadas durante los próximos cinco años.
Objetivo del 2%
Son muchas las capitales europeas que comenzaron el año pasado a elaborar sus planes para cumplir con el objetivo de invertir el 2% del PIB que la OTAN se fijó en la cumbre de Gales de 2014, y que fue reclamado con vehemencia por el expresidente estadounidense Donald Trump —y de manera más tibia por su antecesor, Barack Obama—. Aun así, solo ocho países alcanzan ya esa cifra, pero todos los miembros europeos de la Alianza (salvo el Reino Unido y Portugal) han aumentado su porcentaje de gasto respecto a 2013.
Uno de los que ha alcanzado recientemente el objetivo del 2% ha sido Polonia, que el año pasado elevó el gasto hasta la cifra más alta registrada en la base de datos del Sipri (que cuenta con datos del país centroeuropeo desde 1951). El Gobierno polaco anunció en enero que pretende acelerar las inversiones hasta alcanzar el 4% antes de diciembre, lo que le convertiría en el miembro de la Alianza que invierte una mayor fracción de su PIB en defensa, por delante de Grecia y Estados Unidos. “Polonia va camino de tener uno de los ejércitos de tierra más grandes de todo el continente”, sintetiza Scarazzato.
La base de datos del Sipri también refleja los esfuerzos de gran parte de los miembros de la UE por impulsar las capacidades de defensa. Por primera vez, la Unión Europea aparece como un ente independiente en los registros del Sipri con un gasto de 1.283 millones de euros (equivalente al de Bulgaria o Croacia). La inversión comunitaria ha permitido la compra conjunta de armamento para Ucrania y el impulso de la capacidad productiva de la industria armamentística en el continente, hasta ahora incapaz de satisfacer la demanda, principalmente de munición de artillería.
Si se suman Rusia y Ucrania a los cálculos continentales, el incremento interanual del gasto fue del 13%, el mayor registrado en los archivos del Sipri, que no cuenta con información relativa a la Unión Soviética anterior a 1988. El caso de Ucrania —cuya capacidad para hacer frente a la agresión rusa ha asombrado al mundo— destaca sobremanera no solo entre las cifras del año pasado, sino en toda la base de datos del centro de estudios sueco. El Gobierno ucranio invirtió en defensa el año pasado un 640% más que en 2021. La ayuda financiera de Estados Unidos y la UE ha permitido a Kiev que su gasto militar alcanzara el 33,5% de su PIB, una cifra superada únicamente por Kuwait en 1990 y 1991 —durante la Guerra del Golfo— y que es resultado tanto del vertiginoso incremento del gasto como de la profunda contracción de la economía ucrania.
Las decenas de miles de millones de euros entregados por Occidente en concepto de ayuda militar —que quedan reflejados como costes para el donante— elevan la cifra de Ucrania hasta más del 80% de la registrada por Rusia. Aun así, Scarazzato resalta que la opacidad que envuelve a las cuentas públicas rusas hace presumir que la inversión real sea bastante mayor. Oficialmente, Moscú incrementó el gasto el año pasado un 9,1% y dedicó un 4,1% de su PIB, unas cifras que se mantienen por debajo del pico que alcanzaron en 2016, en pleno apogeo de su intervención en Siria y en medio de un profundo proceso de modernización de las Fuerzas Armadas. El efecto de las sanciones occidentales sobre la economía rusa limitan la capacidad de reacción ante los reveses militares en el campo de batalla, pero Scarazzato resalta que “Rusia aún tiene bastante margen de maniobra para elevar el gasto en los próximos años”.
La inversión global supera por primera vez la barrera de los dos billones de euros
El gasto militar mundial en 2022 fue de 2,24 billones de dólares (2,02 billones de euros), una cifra récord que supone un incremento interanual del 3,7%, según los datos del Sipri, que no incluyen a algunos países como Corea del Norte, Siria o Eritrea. La inversión global fue mayor que el PIB de países como Rusia, Italia o Canadá. Salvo en África y en América del Sur, el gasto aumentó en casi todo el planeta.
Estados Unidos elevó su inversión en defensa el año pasado en términos reales en solo un 0,7% respecto a 2021, un crecimiento que también quedó muy ralentizado por las altísimas tasas de inflación. En total, los costes de Washington representaron el 39% de la suma global.
En Asia, la tensión en torno a Taiwán y Corea del Norte también se refleja en pronunciados aumentos del gasto. En el caso de China, se registró un incremento de la inversión por vigesimoctavo año consecutivo, una tendencia sin parangón en la base de datos del Sipri, hasta representar el 13% del total mundial. Por su parte, Japón ha emprendido su mayor giro en materia de defensa desde la II Guerra Mundial y en 2022 dedicó un 1,1% de su PIB, la cota más alta desde 1960.
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