El laboratorio africano del grupo Wagner: minerales, madera, violencia y un DNI español
Los mercenarios de Prigozhin han convertido en cinco años a la paupérrima República Centroafricana en un centro exitoso de la influencia rusa, con tentáculos en la economía, la política y la guerra
El ciudadano ruso Dimitri Sytii apareció en la lista de sancionados de la Unión Europea el 25 de febrero. Según el escrito, Sytii, de 34 años, “tiene un papel destacado en el grupo Wagner en República Centroafricana y estrechos vínculos con Yevgeny Prigozhin”. Este último es ...
El ciudadano ruso Dimitri Sytii apareció en la lista de sancionados de la Unión Europea el 25 de febrero. Según el escrito, Sytii, de 34 años, “tiene un papel destacado en el grupo Wagner en República Centroafricana y estrechos vínculos con Yevgeny Prigozhin”. Este último es el jefe del entramado de mercenarios rusos repartidos entre África, Oriente Próximo y Ucrania. Fue Prigozhin el que alertó en sus redes sociales el pasado diciembre de que Sytii había sido objeto de un atentado con paquete bomba en Bangui, la capital centroafricana. Ocurrió el 16 de diciembre; nueve días después, el responsable del grupo Wagner visitó a Sytii, trasladado ya a un hospital de Rusia. Publicó dos fotos. En una aparecía el paciente dormido con la mano derecha vendada. En la siguiente, el joven saludaba a la cámara, pero había otra novedad: Prigozhin le había dejado en su mesa seis mandarinas, algún detalle navideño y la foto enmarcada de un dirigente, el presidente centroafricano Faustin-Archange Touadéra.
República Centroafricana (5,5 millones de habitantes), uno de los rincones del mundo más castigados por la miseria ―se sitúa en el puesto 188 de 191 en el Índice de Desarrollo Humano―, es el gran laboratorio del poder ruso en el exterior a través del grupo Wagner; allí donde los tentáculos de esta organización se han extendido con mayor éxito por las arterias económicas, propagandísticas y militares. En el texto sancionador emitido por Bruselas contra Sytii se decía lo siguiente: “Dada su posición influyente (…) es responsable de los graves abusos de los derechos humanos cometidos por Wagner” en el país. Entre esos abusos, denunciados por ONG y relatores de Naciones Unidas, estarían la intimidación, detención arbitraria, tortura, desaparición forzosa y ejecución sumaria de ciudadanos.
Las empresas
Sytii trabajaba el 16 de diciembre en el desempeño de sus tareas como director en ese país de Casa Rusia, apéndice cultural del Ministerio de Exteriores ruso. Eso de forma pública. Tanto Bruselas como Washington le otorgan otro papel: este treintañero es el fundador de la empresa Lobaye Invest, registrada en Bangui en octubre de 2017 para la explotación de los recursos minerales en el país, e incluida en la lista de medidas restrictivas de la UE y Estados Unidos. Otro empresario, Yevgeny Khodotov, colabora con Sytii en la gestión de Lobaye, filial a su vez de M-Finans, empresa pantalla de los negocios de Wagner bajo control de Prigozhin.
A finales de aquel 2017, Rusia había planteado ya a Naciones Unidas su interés por enviar armas al país centroafricano, objeto de un embargo desde 2013, año en el que la guerra entre milicias cristianas y musulmanas causó la muerte a cerca de 5.000 personas. Las FACA, el ejército centroafricano, no lograban imponer su fuerza, así que la ONU dio el visto bueno a Moscú. Junto a las armas llegaron instructores, acuerdos en materia de defensa, una alianza política y concesiones en el mercado de oro y diamantes. “Rusia”, señala desde Nairobi Enrica Picco, directora de África central de Crisis Group, “ha creado en República Centroafricana un modelo de éxito que puede exportar a cualquier otro país donde vea oportunidades”. Según Picco, Moscú ha logrado instalar un “hub militar” en este país, un centro de influencia custodiado por Wagner, desde donde expandirse a otros territorios, como Malí o Burkina Faso.
Todo esto, con un precio a pagar: decenas de mercenarios de Wagner han muerto en combates contra milicias rebeldes por el control de zonas mineras o aduaneras, así como en refriegas con el propio ejército centroafricano. Pero también hay un beneficio: según un cable diplomático aireado por la publicación Politico en enero, la ganancia por la explotación de las minas del país podría haber engordado las arcas del grupo de Prigozhin en alrededor de 1.000 millones de dólares (unos 922 millones de euros).
Una de las mejores investigaciones sobre la gran influencia rusa en este país fue publicada el pasado diciembre por el proyecto de investigación de origen francés All eyes on Wagner (AEOW), junto a Dossier Center, vinculado al magnate ruso opositor Mijaíl Jodorkovski, y la red European Investigative Collaborations. En una de las fotografías incluidas en el informe aparece Sytii en un acto con autoridades centroafricanas junto a Yevgeny Kopot, hombre de confianza de Prigozhin en Bangui, un mercenario de Wagner y la gemóloga rusa Svetlana Troitskaia, que trabajaba para la empresa Diamville. Esta firma es presuntamente la encargada de comerciar con el diamante y oro explotado en las minas, esto es, de sacarlos del país, generalmente a través del puerto camerunés de Douala. Diamville, que la UE considera una empresa pantalla de Wagner, fue registrada en marzo de 2019, el mismo mes en el que se inscribe Bois Rouge, también en la esfera del grupo de mercenarios, dedicada a la explotación del boyante negocio de la madera en la región suroeste del país.
En varias fotografías y vídeos difundidos en la Red, Sytii aparece como traductor de Kopot del ruso al francés en actos públicos. Antes de desembarcar en Bangui, Sytii, licenciado en Economía y Finanzas en San Petersburgo, estudió un máster en marketing en París y otro en gestión cultural en una Universidad española entre 2011 y 2012. La UE le vincula también a Diamville ―la investigación de AEOW asegura que un chófer de Sytii, Bienvenu Patrick Setem Bonguende, es el que aparece al frente de la empresa de comercio de minerales―, y a otras dos empresas ligadas a Moscú: Sewa Security Services, que ha formado la guardia pretoriana de uniformados rusos en defensa del presidente Touadéra, y la radio Lengo Songo, órgano de propaganda rusa. Todo este entramado está incluido en el paquete sancionador de Bruselas desde el pasado 25 de febrero.
Los hombres de Wagner
Pero hay más: Bruselas sanciona también a Alexander Ivanov, al frente de la Unión de Oficiales para la Seguridad Internacional, una nueva entidad con sede en Rusia bajo la que están supuestamente encuadrados los instructores que Moscú ha enviado a Bangui para entrenar a las FACAS; Konstantin Pikalov, apodado Mazai, uno de los veteranos de Wagner en África y que, según el diario oficial de la UE en el que se especifican los motivos de sanciones, es sospechoso de instigar la muerte en 2018 de tres periodistas rusos en República Centroafricana; y, finalmente, Vitalii Perfilev, consejero de Touadéra en materia de seguridad. Esta labor supuestamente la desempeñó al principio y durante el aterrizaje de Rusia en el país, entre 2017 y 2018, Valery Zakharov, sancionado en esta ocasión por Estados Unidos.
La intervención de Wagner en el país centroafricano ―cuenta con en torno a un millar de mercenarios en el terreno― fue acogida con fuerte apoyo por la población local tras años de influencia francesa y un periodo de mucha violencia, que no supieron liquidar ni la misión militar de la ONU (Minusca) ni el operativo enviado por la UE, hoy centrado solo en el entrenamiento. Cinco años después del aterrizaje de los rusos, no obstante, persiste la inestabilidad, mientras arrecian las informaciones de abusos cometidos por los hombres de Prigozhin contra la población civil y sobre los recursos mineros. “Hay un descontento creciente”, señala desde Dakar Remadji Hoinathy, investigador del ISS África, “de la sociedad civil, los medios de comunicación y los partidos políticos”. “Pero hay que ser cautos al compararlo con el rechazo a la presencia francesa en el Sahel”, continúa el analista, “porque en este caso, fue el Estado centroafricano el que llamó a Rusia para que reemplazara a Francia”.
Tras conocer que Sytii había sido objeto de un atentado ―el paquete bomba que recibió en un despacho contenía un USB que explotó al introducirlo en un ordenador― Prigozhin emitió un comunicado en el que culpó a Francia y sus aliados, entre ellos, Estados Unidos, de estar detrás del ataque. El pasado día 1, Sytii, ya recuperado, ofrecía en una entrevista con Rusia Today (RT) detalles sobre la investigación. El paquete, enviado a través de DHL, llegó a Bangui desde Togo. Según imágenes de videovigilancia en poder las autoridades centroafricanas, el emisor era un hombre de entre 30 y 40 años. Este proporcionó para realizar el correo un documento de identidad español bajo el nombre de Alex Sevillano Mingueza. Durante la entrevista a Sytii, RT difundió la fotografía de una copia de este supuesto DNI. Consultado el Ministerio de Asuntos Exteriores español, afirma que no tienen constancia de este caso ni de nada similar.
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