Datos, tecnología y finanzas: el Partido Comunista de China refuerza su control en sectores clave
Pekín busca la autosuficiencia tecnológica ante la creciente rivalidad con Washington
La autosuficiencia tecnológica es probablemente el reto más acuciante al que se enfrenta China en medio del actual “periodo de turbulencias”, como lo califican con frecuencia las altas esferas. Ante la creciente rivalidad con Estados Unidos, que ha multiplicado en los últimos meses las sanciones contra fabricantes tecnológicos del gigante asiático, el Partido Comunista planea reforzar su control sobre sectores clave como el tecnológico mediante una im...
La autosuficiencia tecnológica es probablemente el reto más acuciante al que se enfrenta China en medio del actual “periodo de turbulencias”, como lo califican con frecuencia las altas esferas. Ante la creciente rivalidad con Estados Unidos, que ha multiplicado en los últimos meses las sanciones contra fabricantes tecnológicos del gigante asiático, el Partido Comunista planea reforzar su control sobre sectores clave como el tecnológico mediante una importante renovación de las instituciones estatales. La reforma del Consejo de Estado (el Ejecutivo) aprobada la semana pasada por la Asamblea Popular Nacional (el Legislativo chino, que concluye este lunes su sesión parlamentaria) implica, entre otras medidas, la reorganización del Ministerio de Ciencia y Tecnología, la creación de un nuevo organismo de regulación financiera y el establecimiento de un departamento de supervisión de datos digitales. Esas iniciativas elevan la supervisión del partido en ámbitos hasta ahora más dependientes del Gobierno.
Los cambios encajan con los esfuerzos del presidente Xi Jinping por fortalecer a China frente a lo que considera un mundo en rápida transformación y mientras afronta, además, la desaceleración económica interna, después de tres años de férrea lucha contra la pandemia de covid-19. “El entorno internacional para el desarrollo chino ha cambiado rápidamente y el número de factores impredecibles ha aumentado”, alertó Xi durante las Dos Sesiones, la cita política anual más importante del país, que se celebró la semana pasada en la capital. El mandatario chino, que acaba de ser ratificado para una tercera legislatura sin precedentes desde tiempos de Mao Zedong, enfatizó que China “no puede depender de los mercados internacionales” y, ante los “desafíos” que suponen las “medidas de contención y represión” contra Pekín impuestas por “los países occidentales, liderados por Estados Unidos”, instó al sector privado a reforzar su innovación y a “desempeñar un papel en la autosuficiencia” científica y tecnológica.
El mensaje enviado a los empresarios fue claro: el Partido Comunista reclama el “espíritu de lucha” ante esta situación crítica. Xi les pidió seguir “una orientación adecuada” para el desarrollo “sano y de alta calidad” y enfatizó que el Comité Central del Partido Comunista siempre desarrollará con determinación el sector público, pero que también “incentivará, apoyará y guiará” el desarrollo del privado. “Las empresas privadas pertenecen a nuestra familia”, aseguró Xi, según recogía la agencia estatal de noticias Xinhua.
Según el Diario del Pueblo, Xi también dio a entender que las firmas locales deberían limitar su exposición a Estados Unidos y otros mercados: “Debemos evitar que [nuestras compañías se conviertan en] tropas aisladas en territorio enemigo, que al final otros vacían”. Debido al enorme escrutinio de los últimos años, las empresas chinas ya se habían vuelto recelosas a invertir en Wall Street y otros parqués internacionales.
No es habitual que el líder chino llame directamente la atención de Washington, gesto que deja en evidencia que las relaciones bilaterales atraviesan uno de sus peores momentos en décadas, en los que la desconfianza mutua está por las nubes. Las dos mayores potencias del planeta se encuentran en plena carrera por la fabricación de semiconductores, materiales indispensables para el funcionamiento de dispositivos inteligentes, desde teléfonos móviles a vehículos autónomos, así como para el desarrollo de equipamiento militar. En los últimos meses, más de 600 compañías chinas de chips, inteligencia artificial, y de los sectores aeroespacial y de la aviación han sido incluidas en la lista negra de Estados Unidos, que les prohíbe acceder a tecnología y componentes estadounidenses sin la aprobación de la Casa Blanca, alegando preocupaciones en torno a la seguridad.
Ante “la dura competencia tecnológica internacional y la represión exterior”, “es imperativo acelerar la superación científica y tecnológica de alto nivel”, declaró Xiao Jie, secretario general del Consejo de Estado, antes de presentar el plan de reestructuración de la institución. Se trata de la novena reorganización del Gobierno desde la década de apertura de 1980 y la tercera desde que Xi Jinping asumió la presidencia en 2013. El proyecto, según la agencia Xinhua, permitirá que “el liderazgo del Partido sobre la modernización socialista sea más sólido”. Esta remodelación tiene prevista la creación de nuevas entidades comunistas para inspeccionar a las agencias gubernamentales o, como ocurrió en 2018, que estas pasen directamente a convertirse en administraciones del Partido.
En el caso particular de la renovación del Ministerio de Ciencia y Tecnología, destaca la creación de una comisión del Partido (probablemente presidida por Xi, según los analistas del centro de estudios Trivium China) que hará las veces de órgano de dirección y planificación, con el objetivo de reforzar la supervisión centralizada de la cúpula comunista. El respaldo directo del Partido dará más autoridad a la hasta ahora débil cartera científica y tecnológica, que tendrá mayor capacidad a la hora de movilizar los recursos del país destinados a la investigación e innovación en estas áreas y su posterior aplicación.
Deng Yuwen, experto independiente del Centro de Análisis y Estrategia de China, citado por el rotativo hongkonés South China Morning Post (SCMP), considera que con la reforma se consolida aún más la gobernanza del Partido, garantizando que este retiene todo el poder de decisión importante: “Así se solucionarán las fricciones entre el Comité Central del partido y el Consejo de Estado [que hemos observado] en años anteriores, ya que la jerarquía de poder estará claramente definida y los funcionarios del sistema no tendrán más remedio que seguirla”.
Otra de las novedades es el establecimiento de una Administración de Datos que se encargará de impulsar la planificación y construcción de “un país, una economía y una sociedad digitales”, según informa China Daily. La oficina, dependiente de la Comisión Nacional de Desarrollo y Reforma, también coordinará “la puesta en común y la aplicación de recursos de datos”, de acuerdo con el medio económico Caixin.
“Las autoridades han señalado su compromiso con dos objetivos políticos fundamentales: redoblar los esfuerzos para lograr la autosuficiencia en tecnologías clave y hacer que las instituciones financieras sirvan mejor a las principales prioridades nacionales”, considera Xu Tianchen, economista de Economist Intelligence Unit, según señala el SCMP.
Trivium China apunta que las declaraciones de Xi y los cambios aprobados la pasada semana en el Ejecutivo muestran que la autosuficiencia tecnológica se toma como una “cuestión de vida o muerte”, a medida que Estados Unidos intensifica sus esfuerzos para frenar la capacidad de China. “Esto significa que Pekín empleará todos los medios a su alcance para dominar las tecnologías críticas en su propio país: veremos más dinero público destinado a apoyar la innovación, así como más recursos gubernamentales para adquirir tecnología mediante el espionaje”, escribe en una nota.
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