Las tropas ucranias en el frente alertan de una inminente ofensiva rusa en Zaporiyia

La defensa numantina de Bajmut ha debilitado las posiciones de Ucrania en un lugar que militares y servicios de inteligencia consideran clave para el futuro de la guerra

Militares ucranios durante unas maniobras en la región de Zaporiyia, el 24 de enero.Associated Press/LaPresse (Associated Press/LaPresse)

En Orijiv reina un silencio que no augura nada bueno. En un sótano de este pueblo del frente de Zaporiyia, en el sureste de Ucrania, los soldados de un pelotón de la 65º Brigada de Infantería Mecanizada esperan impacientes ante la inactividad en las posiciones rusas. El enemigo se encuentra a tres kilómetros y las huellas de la artillería y las bombas de racimo rusas se encuentran por doquier. Pero desde hace dos semanas, sus cañones y sus tropas han reducido drásticamente el fuego. “Están concentrando fuerzas para lanzar una ofensiva, 100% seguro”, dice el comandante del pelotón. Es cuestión ...

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En Orijiv reina un silencio que no augura nada bueno. En un sótano de este pueblo del frente de Zaporiyia, en el sureste de Ucrania, los soldados de un pelotón de la 65º Brigada de Infantería Mecanizada esperan impacientes ante la inactividad en las posiciones rusas. El enemigo se encuentra a tres kilómetros y las huellas de la artillería y las bombas de racimo rusas se encuentran por doquier. Pero desde hace dos semanas, sus cañones y sus tropas han reducido drásticamente el fuego. “Están concentrando fuerzas para lanzar una ofensiva, 100% seguro”, dice el comandante del pelotón. Es cuestión de semanas, añaden sus hombres y otras unidades consultadas por EL PAÍS en esta línea de combate de la guerra.

Hay ocasiones en las que los informes de inteligencia escritos en Washington coinciden milimétricamente con la experiencia de los soldados en el frente, y esto es lo que está sucediendo en Zaporiyia. Mientras la cúpula de poder en Kiev apunta a Bajmut, en Donetsk, como la batalla en la que está en juego el destino de Ucrania, el flanco de Zaporiyia ha quedado debilitado. Y para muchos de estos militares en las trincheras, pero también para los analistas de la OTAN, es donde el futuro de la guerra puede decidirse.

“Todo el mundo está pendiente de Bajmut, pero lo que suceda aquí es más importante”, afirma Stepan, un oficial del batallón Artey de las Fuerzas de Defensa Territorial, una rama del Ejército formada por voluntarios. Los hombres de Artey combaten en el eje más duro del frente de Zaporiyia, entre los municipios de Orijiv y Huliaipole. Stepan —como la mayoría de los militares entrevistados para este artículo, prefiere no desvelar su apellido— asegura que en enero murieron dos amigos, además de ver a 10 de sus compañeros caer heridos. “El presidente [Volodímir Zelenski] visitó Bajmut en diciembre y afirmó que allí se defendía el futuro de Ucrania, por lo que no hay marcha atrás, pero Zaporiyia es el camino a Melitopol, es la única opción para cortar el corredor ruso terrestre entre su frontera y Crimea”.

Zaporiyia es la única provincia donde el ejército ucranio está localizado en la orilla oriental del río Dniéper. Desde Zaporiyia es desde donde las Fuerzas Armadas ucranias podrían avanzar sin tener que arriesgarse a una operación casi milagrosa, y por la que ahora no tienen suficientes recursos, que es intentar un desembarco más al sur en el Dniéper, desde Jersón o Nova Kahovka. La línea recta a Melitopol y el mar de Azov es desde Zaporiyia.

En enero se sucedieron varias advertencias por parte de altos cargos de la Casa Blanca, transmitidas a través de los medios de comunicación, de que Bajmut está diezmando de manera preocupante los recursos militares ucranios, y que una retirada en esta ciudad de Donbás puede ser un precio justo a pagar si se organiza una contraofensiva desde el sur, desde Zaporiyia. “Un gran avance ucranio en Zaporiyia pondría seriamente en juego la viabilidad del puente terrestre entre la región rusa de Rostov y Crimea”, subrayaba el 8 de enero el servicio de inteligencia del Ministerio de Defensa británico.

Pero la ventana de la oportunidad se está cerrando, según coinciden los militares entrevistados. Stepan opina que los tanques rusos están esperando a avanzar a la primera ocasión que vuelvan a bajar las temperaturas. Vasil, oficial al mando de una patrulla de la policía militar en Orijiv, da dos semanas para que el enemigo lance su ofensiva. A principios de enero hubo limitados ataques rusos que permitieron ganar algunas posiciones, aunque ahora, indica Vasil, lo que se encuentran son sobre todo avanzadillas de reconocimiento para determinar con qué fuerzas cuentan los ucranios.

Blindado ucranio de transporte de infantería, el jueves en las inmediaciones de Huliaipole, en el frente de Zaporiyia.Cristian Segura

Los hombres de la 65ª Brigada Motorizada estiman que al otro lado del frente hay unos 20.000 soldados rusos, y en el lado ucranio, unos 18.000. Es un equilibrio de fuerzas óptimo para defender porque, según la teórica militar más básica, para atacar se requiere una potencia superior de tres a uno. Pero Vasil corrobora que han perdido piezas de artillería que han sido destinadas a Bajmut. “Si reconquistáramos Melitopol, ganamos la guerra”, dice este oficial, “respetamos a nuestro Gobierno, pero sobre todo confiamos en Valeri Zaluzhni [comandante en jefe de las Fuerzas Armadas Ucranias], él sabe lo que hay que hacer”.

En las carreteras que conectan el oeste con Orijiv y Huilapole solo circulan vehículos que transportan a soldados. El movimiento de tropas y armamento es incomparablemente menor al de la provincia de Donetsk, en dirección a Bajmut. La mayoría del transporte se realiza de noche, indican las fuentes consultadas, pero en Bajmut o en el frente de Lugansk, de día es continuo también el movimiento de blindados y cañones autopropulsados. Hasta tres militares entrevistados en la carretera que conecta Pokrovske y Huliaipole confirman que acaban de llegar a la región procedentes del Donbás, en una fase de rotación de tropas: los destinan a Zaporiyia para recuperar energía. “En Donetsk, a duras penas tienes algunos minutos libres al día, aquí es otro ritmo”, afirma Ivan, artillero de un blindado de infantería. Pueden dormir en viviendas asignadas en los pueblos cercanos al frente, ir a comprar, incluso cocinar algo en una barbacoa improvisada en el patio de la casa.

Cerco sobre Donetsk

En una tienda de una aldea a 10 kilómetros del frente, tres miembros de la 102ª Brigada de las Fuerzas de Defensa Territorial llevan una lista de productos parar comprar para su batallón. Llevan desde marzo en el frente de Zaporiyia y confirman que el incremento de soldados entre sus filas es en cuentagotas porque la prioridad es Bajmut y Donetsk. “Rusia tiene dos recursos inagotables, tropas para mandar al matadero y artillería”, dice el oficial al mando. Los hombres de la 102ª Brigada confirman que el Ejército invasor está concentrando hombres en Zaporiyia, pero con el objetivo de abrir un nuevo flanco, por el sur, sobre las posiciones ucranias en la provincia de Donetsk.

Pokrovske (en la provincia de Dnipropetrovsk) es el nudo de comunicaciones terrestres y ferroviarias entre el frente de Zaporiyia y el de Donetsk. Pokrovske es un municipio de 9.000 habitantes enteramente ocupado por el ejército ucranio. El movimiento allí sí es frenético. De día se identifican columnas de transporte de blindados de infantería, sobre todo los BMP soviéticos; de noche, afirman los militares allí establecidos con los que habló este diario, el ritmo es mayor. “Tanto nosotros como los rusos estamos acumulando fuerzas para atacar”, dice Stepan, del Batallón Artey, “pero ellos ya están listos, les ha fallado la climatología, y lo deberíamos aprovechar”.

Stepan atiende a EL PAÍS en la mesa de una gasolinera de Pokrovkse. Las gasolineras en las zonas de guerra, uno de los pocos establecimientos que funcionan, hacen también la función de lugar donde socializar. Stepan repite la misma tesis que los soldados de la 65º Brigada de Infantería Mecanizada y de la 102ª Brigada de las Defensas Territoiales: no es buen momento para una ofensiva con tanques en Zaporiyia, porque las temperaturas son inusualmente altas —por encima de los 0 grados—, el terreno es un lodazal y los tanques avanzan lentamente. En las llanuras de Zaporiyia, los carros de combate se convierten en blancos fáciles. La mejor apuesta es aguijonear a los rusos con operaciones rápidas y en pequeñas unidades con los blindados para transportar infantería menos pesados y más rápidos. De esta manera se consiguió romper las líneas de defensa rusas en Járkov en septiembre. Para eso, indican los soldados entrevistados, tendrían que llegar ya los vehículos acordados con los aliados de la OTAN, los Bradley y Humvees estadounidenses, los Marder alemanes o los AMX-10 franceses, entre otros. Se espera que los tanques Leopard alemanes lleguen como mínimo a finales de marzo.

Un militar de las fuerzas especiales ucranias, en el pueblo de Novoselivka, en el frente de Zaporiyia.Cristian Segura

El avance de la infantería, indican Stepan y los hombres de la 65ª Brigada, tiene que ir acompañado por un hostigamiento de las posiciones rusas con artillería de precisión, un recurso que en Zaporiyia no tienen ahora en suficiente cantidad porque se ha priorizado Donetsk y Lugansk. Los militares de la 65ª Brigada resaltan que para avanzar también necesitan más defensas antiaéreas, armas antidrones y lanzacohetes contra helicópteros. Los tanques pueden ser útiles como artillería, y estar listos para avanzar cuando termine la época de lluvias de primavera, según su experiencia sobre el terreno.

Presencia de Wagner

“¿Sabe por qué sé que esto se va a poner feo? Porque me han enviado aquí”, dice Vasil Tsirik, soldado del regimiento Kraken, de las fuerzas especiales ucranias. Tsirik dio el miércoles el alto al periodista de EL PAÍS en la aldea de Novoselivka, a cinco kilómetros de las líneas rusas. El enemigo había disparado aquella mañana bombas de racimo contra este pueblo de unos 500 habitantes, ahora prácticamente sin civiles. El militar, antiguo marine de Crimea, pidió al periodista que pisara por donde él pisara, porque habitualmente hay explosivos de las bombas de racimo que no han detonado. Tsirik se detuvo ante el corral de Valentín Kezlivcha, donde este pastor tiene encerrado a su rebaño de cabras. El soldado le preguntó si alguna bomba había dado en su casa. Sí, así fue, y acto seguido mostró los desperfectos. Preguntado por si las cabras no pastan porque todavía hay nieve, el pastor respondió: “No, las cabras no pastan porque esto está lleno de minas, los rusos estuvieron aquí en marzo”. Kezlivcha no tiene miedo, añadió, él es veterano del ejército soviético, combatió contra los israelíes en Siria, aunque no recuerda en qué guerra.

El Instituto para el Estudio de la Guerra, un centro de análisis de referencia de los movimientos militares en Ucrania, informó el 28 de enero de que había detectado el traslado de unidades de mercenarios rusos de Wagner de Bajmut a Zaporiyia. Tsirik lo confirma: “Nos destinaron aquí con la llegada de los de Wagner, porque cuando irrumpen en un sector del frente, significa que habrá un ataque”. Los hombres de Wagner no son el problema, explica, porque sirven como carne de cañón: ni están debidamente entrenados, ni bien equipados ni siguen ninguna táctica más allá de avanzar aunque caigan como moscas. El problema, añade Tsirik, es que detrás de ellos vienen las fuerzas especiales y las brigadas aerotransportadas rusas. “Y cuando estos entran en acción, es que nuestras posiciones están en verdadero peligro”.

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