Lula a Petro: “Es usted un presidente muy joven”
El presidente de Colombia propone al brasileño una alianza para salvar la selva amazónica, un cambio en la política antidrogas y la inclusión de Brasil en los diálogos con el ELN
Lula observó a su interlocutor unos segundos. Vio su pelo revuelto, las gafas cuadradas, los ojos achinados cuando sonríe, la camisa rosada embutida en un traje azul. Y le salió del alma decirlo: “Es usted un presidente muy joven”. El veterano Luiz Inácio Lula da Silva, de 77 años, vio en Gustavo Petro, de 62, al presidente que él un día fue, en 2003, cuando sorprendió al mundo haciéndose con la presidencia de Brasil con un entusiasmo que detectó en su visitante de hoy. Ahora Lula inicia el tercero mandato, y con la serenidad que da la experiencia ha recibido a quien considera un joven Petro, ...
Lula observó a su interlocutor unos segundos. Vio su pelo revuelto, las gafas cuadradas, los ojos achinados cuando sonríe, la camisa rosada embutida en un traje azul. Y le salió del alma decirlo: “Es usted un presidente muy joven”. El veterano Luiz Inácio Lula da Silva, de 77 años, vio en Gustavo Petro, de 62, al presidente que él un día fue, en 2003, cuando sorprendió al mundo haciéndose con la presidencia de Brasil con un entusiasmo que detectó en su visitante de hoy. Ahora Lula inicia el tercero mandato, y con la serenidad que da la experiencia ha recibido a quien considera un joven Petro, que le ha llevado como cortesía un sombrero típico colombiano. Lula le ha regalado de vuelta una botella de cachaza. Bien podrían los dos brindar, uno por ser un presidente atípico en la historia de Colombia y el otro por volver a la presidencia después de haber estado encarcelado. Lula ha dicho que se siente tocado por un dedo de Dios.
En ese estado casi místico han sellado ambos este lunes la alianza progresista con la que pretenden gobernar Latinoamérica en los próximos años. El presidente de Colombia ha aprovechado el regreso al poder del que fuera a principios de este siglo el primer mandatario obrero de Brasil para impulsar en la región la lucha contra el cambio climático y, en clave interna, darle legitimidad internacional al proceso de paz que negocia de manera simultánea con siete grupos armados diferentes, entre guerrilleros, paramilitares, narcotraficantes y pandilleros. Petro llegó a la presidencia en agosto y se ha pasado seis meses esperando para tener de interlocutor a un político al que admira y con el que comparte algunas similitudes biográficas.
“Un gran pacto para salvar la selva amazónica en favor de la humanidad. Hacia un cambio de la política antidrogas; un Brasil garante de la paz en Colombia y el estudio de la interconexion eléctrica de las Américas con fuentes de energías limpias”, tuiteó Petro al acabar el encuentro. Sobre esto último, en una entrevista con este periódico, el mandatario colombiano adelantó que planea proponer a sus colegas de la región conectar todos los países con un gran tendido de energía solar y eólica que cruce el continente. Lula ha sido al primer jefe de Estado que le ha explicado el asunto de forma oficial.
La llegada de Lula supone romper con el aislamiento brasileño de los últimos años. Bolsonaro había desconectado con los vecinos de la región, no se hablaba con Estados Unidos y estaba distanciado de la Unión Europea. Y se había quedado muy solo en un continente en el que cada vez hay más presidentes de izquierdas, después de una década de conservadurismo reinante. El viento ha cambiado por completo y la viva imagen de eso son Petro y Lula, que este lunes se fundieron en un abrazo en Itamaraty, la sede del ministerio de Exteriores de Brasil.
El presidente colombiano se ha movido con comodidad por Brasil. El domingo, fue uno de los presidentes más esperados en la sede de la cancillería, donde por la noche se celebró una gran recepción para las 120 delegaciones que participaron de la jura de Lula como presidente. Petro se cruzó brevemente con su par en el Senado, donde se realizó la asunción formal, y luego se sacó una fotografía de protocolo en el Palacio Planalto, la sede del Poder Ejecutivo en Brasilia.
Petro ha puesto la política exterior colombiana al servicio de su política de paz total, que incluye tanto una implementación más decidida del acuerdo de paz con las FARC como la negociación en marcha con el ELN, la última guerrilla activa en el país. La mesa de diálogos, que ya cumplió su primer ciclo de conversaciones en Venezuela y en enero se traslada a México, ha invitado también a Brasil a sumarse como país garante, un estatus que abre la puerta para que sea sede de nuevos ciclos de negociación. El robusto respaldo al proceso se evidencia en que Cuba, Venezuela, Noruega, México y Chile ya han aceptado esa invitación, a la espera de que Lula también lo haga una vez instalado en la presidencia.
Con Brasil, las cinco principales economías de la región están por primera vez en manos de líderes progresistas o que presumen de ello –a Petro y Lula se suman el mexicano Andrés Manuel López Obrador, el argentino Alberto Fernández y el chileno Gabriel Boric–. La destitución de Pedro Castillo en Perú, sin embargo, ha dejado en evidencia que abundan las diferencias y matices en ese bloque. La dupla Petro-Lula, no obstante, parece bastante sólida. El colombiano quiere que el brasileño abrace su plan de defensa de la amazonía y concuerde con él en exigir que los países más desarrollados, los responsables de la mayor parte de la contaminación de planeta, paguen un canon por utilizar la selva como esponja que absorbe toda esa polución.
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