EE UU y Rusia pugnan por un puerto griego clave para la estrategia occidental en Ucrania
La privatización del puerto de Alejandrópolis, fundamental para el envío de armas al este de Europa y la diversificación de fuentes de energía, se dirime esta semana bajo el programa de ajuste económico alentado por Bruselas
Hasta hace poco, raro era quien fuera de las fronteras de Grecia o de los países vecinos podían situar Alejandrópolis en un mapa. Esta ciudad tranquila alberga el puerto desde el que embarcar hacia la isla de Samotracia en verano. En los últimos años, sin embargo, ha ganado en importancia estratégica a medida que Washington reforzaba los lazos militares con Atenas en detrimento de su viejo aliado turco, del que cada vez más líderes occidentales desconfían. Y ahora que Alejandró...
Hasta hace poco, raro era quien fuera de las fronteras de Grecia o de los países vecinos podían situar Alejandrópolis en un mapa. Esta ciudad tranquila alberga el puerto desde el que embarcar hacia la isla de Samotracia en verano. En los últimos años, sin embargo, ha ganado en importancia estratégica a medida que Washington reforzaba los lazos militares con Atenas en detrimento de su viejo aliado turco, del que cada vez más líderes occidentales desconfían. Y ahora que Alejandrópolis se ha convertido en un punto de entrada del envío de material militar a Ucrania y en lugar estratégico para la diversificación de las fuentes de energía europeas, empresas de Estados Unidos y ligadas a Rusia pugnan por el control de su puerto.
En los últimos tres años, Estados Unidos y Grecia han firmado acuerdos para reforzar su cooperación en Defensa y garantizar el “acceso ilimitado” a una serie de bases militares helenas. Entre ellas, una de las Fuerzas Armadas de Grecia en Alejandrópolis, situada en el extremo noreste del país, 30 kilómetros al oeste de la frontera con Turquía y 50 al sur de la de Bulgaria. Su puerto ha vivido desde entonces un trasiego inusual de buques militares. Tanto que, en algunos momentos, esta localidad de 57.000 habitantes ha sufrido escasez de algunos productos, como huevos o tabaco, cuando en mayo atracó el USS Arlington con sus 1.500 voraces marines a bordo.
“Es un puerto que puede recibir barcos de hasta 200 metros de eslora. Su proximidad a la recién mejorada red de carreteras y su conexión con la de ferrocarriles lo convierte en uno de los puertos más importantes de Grecia”, explica el teniente general en la reserva Ilias Leontaris. “EE UU pidió a Grecia incluir Alejandrópolis en la lista de zonas donde los estadounidenses tienen presencia, porque este puerto les permite mover fuerzas, materiales y medios hacia el este de Europa con facilidad”, añade.
Los estadounidenses han hecho ciertas mejoras en el puerto dirigidas a facilitar la carga y descarga de material. Solamente en 2021, las Fuerzas Armadas estadounidenses movieron a través de él 3.100 “piezas”, según fuentes oficiales citadas por The New York Times, que no especificaron el tipo de material militar, pero aseguraron que estaba destinado exclusivamente a las bases de EE UU en Europa. Este año, hasta julio, se habían movido más de 2.400. Los vehículos blindados de transporte de tropas Bushmaster, enviados por Australia a Ucrania y que han participado en la reciente contraofensiva en Járkov, también fueron desembarcados en Alejandrópolis, según el diario griego Kathimerini.
“Me gustaría subrayar que el acceso prioritario que su Gobierno ha garantizado a nuestras fuerzas en el puerto de Alejandrópolis nos ha permitido continuar proporcionando asistencia militar a Ucrania, contrarrestar actores malignos y operar en los Balcanes, el Mediterráneo Oriental y la región del mar Negro”, agradeció el secretario de Defensa de EE UU, Lloyd Austin, durante el encuentro con su homólogo griego en el Pentágono en julio.
El despliegue estadounidense en Alejandrópolis no ha pasado inadvertido a Moscú. Ya en enero, a medida que aumentaba la tensión en torno a Ucrania, el Kremlin acusó a Washington de enviar armas a Kiev a través de este puerto; y el ministro de Exteriores ruso, Serguéi Lavrov, instó a Atenas a reconsiderar su alianza con EE UU apelando a los “históricos vínculos” entre griegos y rusos. Turquía también ha criticado esta presencia militar al ver cómo se fortifica una ciudad tan cercana a su frontera.
Al inicio de la invasión rusa de Ucrania, Ankara ordenó el cierre de los estrechos que desembocan en el mar Negro a los buques militares rusos y ucranios, pero tampoco permite que sus socios de la OTAN utilicen el paso para llevar armas a Ucrania. “Alejandrópolis es una puerta de entrada a los Balcanes y al corredor que va hasta Ucrania. A medida que Turquía se ha convertido en un aliado menos fiable, es necesario tener una ruta alternativa que se pueda activar en caso de necesidad”, señala Harry Theoharis, exministro y diputado heleno por el partido conservador Nueva Democracia. De ahí que el puerto de esta ciudad se haya convertido en codiciado objeto geopolítico, ahora que su gestión ha salido a concurso.
Privatizaciones y seguridad energética
A cambio de los sucesivos rescates financieros de la pasada década, Bruselas impuso a Atenas la privatización de numerosos activos públicos, entre ellos la gestión de sus puertos. El mayor, el de El Pireo, lo adquirió la empresa estatal china Cosco. Con el de Salónica se hizo un consorcio germano-griego encabezado por el empresario Ivan Savvidis, griego nacido en la Unión Soviética. Fue diputado en la Duma por el partido del presidente Vladímir Putin y tiene pendiente una orden de arresto por haber saltado al campo durante el partido del equipo de fútbol que posee en Grecia, el PAOK, armado con una pistola. “Es un error privatizar los grandes puertos, pues no existen garantías para el futuro de los trabajadores ni de la seguridad del área. La UE ha puesto los intereses financieros claramente por encima de las preocupaciones por la seguridad”, critica Dim Rapidis, exasesor del vicepresidente del Parlamento Europeo Dimitrios Papadimoulis (de la izquierdista Syriza).
Cuatro conglomerados optan ahora por el puerto de Alejandrópolis, cuya licitación se cierra este jueves. Uno lo lidera la empresa estadounidense Quintana, de origen texano e intereses en el sector de la energía; otro está encabezado por la empresa de construcción griega GEK Terna y cuenta con participación de un operador de puertos belga, una empresa de defensa helena y un fondo de inversión estadounidense, Blacksummit; el tercero es la empresa gestora del puerto de Salónica, propiedad de Savvidis; y el último, está dirigido por una compañía, DAMCO, de la familia griega Copelouzos, cuyo grupo empresarial importa gas ruso a través de su empresa Promitheas, la mitad de la cual pertenece al gigante estatal ruso Gazprom (la propia DAMCO mantiene una joint-venture con Promitheas para la construcción de un gasoducto en Grecia).
El concurso de privatización se ha aplazado varias veces y las empresas que participan han iniciado una batalla por demostrar su idoneidad. “Nosotros no vamos a esconder que tenemos el apoyo del Gobierno de EE UU”, asegura John Charalambakis, director de gestión de Blacksummit. Washington “no está contento” con los lazos de algunas empresas que optan por el control de Alejandrópolis con Moscú, según han confirmado a EL PAÍS dos fuentes vinculadas al concurso y, de hecho, representantes políticos estadounidenses se han desplazado a Grecia para hacer presión. También diplomáticos europeos han visitado recientemente Alejandrópolis.
“Dada la importancia que los estadounidenses otorgan a Alejandrópolis, está claro que no quieren tener ninguna duda sobre quién controla el puerto. Hay demasiado en juego para que se lo quede Savvidis; el caso de Copelouzos no sería tan fatídico porque, aunque tenga relaciones con Rusia, es un empresario que trabaja por sus propios intereses comerciales”, sostiene Yorgos Christidis, profesor de Política y especialista en el sudeste de Europa de la Universidad de Macedonia.
Ioannis Arapoglou, subdirector general del grupo Copelouzos, defiende que su empresa “no tiene relaciones con el Gobierno ruso” y que las relaciones con Gazprom se basan únicamente en “contratos comerciales” como los que mantiene con otras empresas europeas y norteamericanas. Este grupo es también uno de los inversores de la planta de regasificación flotante que se construye frente a las costas de Alejandrópolis y que será clave para la importación a la UE de gas natural licuado procedente de EE UU, Israel, Egipto y Qatar.
Reducir la dependencia del gas
El norte de Grecia se ha convertido en un lugar crucial para la estrategia europea de reducción de su dependencia del gas ruso. A través de esta zona pasa el gasoducto Transadriático, que transporta gas de Azerbaiyán a través de Grecia, Albania e Italia. Este otoño, entrará en funcionamiento la conexión de esta tubería con Bulgaria, país que, antes de la guerra en Ucrania, importaba el 80% de su gas de Rusia. Y a lo largo de la región septentrional se están preparando instalaciones de recepción de gas natural para aumentar la capacidad de resistencia europea ante eventuales cortes de suministro.
“Grecia se está convirtiendo en la puerta de entrada de la energía a la UE. Y nosotros pretendemos utilizar el puerto de Alejandrópolis y el de Kavala [también recién privatizado] para avanzar los intereses de Occidente en los ejes de la seguridad militar, la seguridad energética, la seguridad alimentaria —Alejandrópolis puede servir a la exportación del cereal de Ucrania, Rumanía y Bulgaria— y la seguridad comercial”, arguye Charalambakis: “Estamos en un momento de redefinición de la geopolítica, en una encrucijada donde la geopolítica se encuentra con la geoeconomía. Si no tienes poder militar, no puedes tener poder económico, y viceversa”.
La resolución del puerto de Alejandrópolis influirá en las relaciones de Washington y Moscú con Atenas, cuyos sucesivos gobiernos han tratado de mantener una cierta política de equilibrio entre ambos poderes. Y también podría tener efecto en el diseño de las estrategias de la Unión Europea. “Durante demasiado tiempo, la lógica europea seguía la lógica alemana de que a través del comercio y la economía se lograría un cambio [en los adversarios]”, afirma el diputado Theoharis: “Ahora estamos pagando esos errores. Así que creo que los imperativos estratégicos deben ser tenidos en cuenta”.
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