Biden se asegura el voto decisivo para su ley estrella contra la inflación y el cambio climático

La senadora demócrata por Arizona concede su apoyo a cambio de modificaciones fiscales

La senadora demócrata por Arizona Kyrsten Sinema, este jueves en el Capitolio de Estados Unidos.Drew Angerer (AFP)

Un rayo cayó este jueves junto a la Casa Blanca, mató a dos viandantes y dejó a otros dos en estado crítico. Mientras la tempestad meteorológica azotaba la ciudad, la calma política llegaba a las filas demócratas en el Capitolio. Kyrsten Sinema, senadora demócrata por Arizona, ha aceptado dar su voto al proyecto estrella de Joe Biden, que vive momentos de alivio en medio de los truenos y relámpagos que vienen marcando su mandato.

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Un rayo cayó este jueves junto a la Casa Blanca, mató a dos viandantes y dejó a otros dos en estado crítico. Mientras la tempestad meteorológica azotaba la ciudad, la calma política llegaba a las filas demócratas en el Capitolio. Kyrsten Sinema, senadora demócrata por Arizona, ha aceptado dar su voto al proyecto estrella de Joe Biden, que vive momentos de alivio en medio de los truenos y relámpagos que vienen marcando su mandato.

El líder de la mayoría demócrata en el Senado, Chuck Schumer, logró la semana pasada el apoyo del senador rebelde Joe Manchin III, de Virginia Occidental. Fue un paso decisivo y el logro más celebrado, pero podía quedar en nada sin el voto de Sinema, la otra senadora díscola. Este jueves, las cámaras de los reporteros gráficos la buscaban con insistencia. Ella se sabía protagonista y ha logrado algunas concesiones menores a cambio de su voto clave.

El Senado está partido en dos mitades. Demócratas y republicanos tienen 50 senadores y el empate lo deshace la vicepresidenta de Estados Unidos, Kamala Harris, que ejerce como presidenta del Senado. Pero los demócratas no pueden prescindir de un solo voto. Los demócratas quieren que la Cámara de Representantes empiece a discutir el proyecto el sábado y que el Congreso lo apruebe también en unos días, antes del parón de agosto.

Del plan original, Build Back Better o Reconstruir Mejor, no ha quedado lo suficiente como para mantener el nombre. Aunque la inflación no se reduce por ley así como así, Biden ha rebautizado a su proyecto estrella como Ley de Reducción de la Inflación, consciente de que la subida de precios es la principal preocupación del ciudadano (y votante) estadounidense. A solo tres meses de las elecciones de mitad de mandato, en las que se renueva un tercio del Senado y la totalidad de la Cámara de Representantes (435 escaños), Biden necesita contrarrestar ese malestar.

La Casa Blanca está sobreactuando como pocas veces. Ha enviado decenas de notas de prensa en los últimos días sobre el proyecto, que desatasca la agenda económica de Biden. “Es el único proyecto de ley que puede reducir el coste de la vida de los estadounidenses de forma inmediata”, proclamaba este jueves Biden en un acto del Comité Nacional Demócrata en el que ha participado por teleconferencia desde la Casa Blanca, donde está recluido por la covid. Es cierto que la norma incorpora medidas para bajar el costo de los medicamentos con receta y el precio de los seguros de salud, pero también lo es que la ponderación de esos productos en los índices de precios es mínima.

La norma también incentiva la energía verde y la compra de vehículos eléctricos con la promesa de reducir un 40% las emisiones de carbono para 2030. Con una movilización de 369.000 millones en inversiones, Biden se saca la espina de la sentencia del Supremo que restó poderes a la Agencia de Protección del Medio Ambiente (EPA) para regular las emisiones. Además, Biden asegura que eso permitirá rebajar la factura eléctrica de un hogar medio en 500 dólares al año, aunque eso está por ver y desde luego no será a corto plazo.

La ley también grava con nuevos impuestos a las grandes empresas y a las mayores fortunas, algo que Biden también justificaba este jueves: “Miren, vengo del estado más empresarial del mundo. Hay más corporaciones constituidas en Delaware que en todos los demás estados del país juntos. No estoy en contra de las empresas, pero todos tienen que pagar un poco. Cincuenta y cinco de estas corporaciones más grandes del país pagaron cero... cero en impuestos federales mientras obtenían 40.000 millones de dólares de beneficios al año. No es correcto. Todo el mundo debería pagar su parte justa. Ni siquiera estoy pidiendo que paguen toda su parte justa. Vamos a poner un impuesto mínimo de sociedades del 15% a esa cincuentena de empresas”.

La subida de impuestos será algo diferente tras las concesiones arrancadas por Sinema. Para lograr su voto, los demócratas han acordado eliminar una subida fiscal de 14.000 millones de dólares a algunos gestores de hedge funds y ejecutivos de capital riesgo y cambiar la estructura de ese impuesto mínimo del 15% a las empresas al que hacía referencia Biden. A cambio, la norma incorporará una tasa del 1% sobre la recompra de acciones por las grandes compañías. La ley también incorporará fondos para hacer frente a la sequía que castiga a Arizona.

Aún queda algún obstáculo. La norma se está aprobando por un procedimiento presupuestario especial que permite eludir la exigencia de 60 votos para someter una norma a aprobación, evitando así el filibusterismo republicano. Pero la llamada parlamentaria, Elizabeth MacDonough, una especie de letrada mayor del Senado, tiene que certificar que toda la ley cumple con los requisitos para que se use este procedimiento. De no ser así, aún serían necesarios nuevos ajustes.

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