López Obrador visita a Biden con el drama migrante como telón de fondo
El mandatario mexicano protagoniza el martes una esperada cita en Washington después de desairar en junio la Cumbre de las Américas
López Obrador vuelve a la Casa Blanca. El presidente mexicano viajará a Estados Unidos para reunirse la mañana del martes con Joe Biden y la vicepresidenta Kamala Harris. La última vez que estuvo en Washington fue en noviembre, en una reunión de líderes de América del Norte. Y dos años antes estuvo por invitación de Donald Trump, con el que tuvo una gran sincronía contra todo pronóstico. Su retorno al despacho oval será en condiciones mu...
López Obrador vuelve a la Casa Blanca. El presidente mexicano viajará a Estados Unidos para reunirse la mañana del martes con Joe Biden y la vicepresidenta Kamala Harris. La última vez que estuvo en Washington fue en noviembre, en una reunión de líderes de América del Norte. Y dos años antes estuvo por invitación de Donald Trump, con el que tuvo una gran sincronía contra todo pronóstico. Su retorno al despacho oval será en condiciones muy diferentes, pues la relación bilateral ha acumulado meses de tensiones. El encuentro es antecedido por el desaire del jefe del Ejecutivo mexicano a la cumbre de las Américas, una reunión regional que tuvo como tema central, y preocupación común, la migración. El líder mexicano fue el gran ausente en Los Ángeles en un momento en el que su país ha desplazado a Centroamérica como el principal expulsor de personas al norte. Estas migran de forma insegura, como reveló la tragedia de San Antonio, donde fueron hallados 53 personas muertas dentro de un tráiler. 26 eran mexicanas.
La migración será un tema inevitable entre los dos socios. Las estimaciones indican que Estados Unidos llegará en septiembre a los dos millones de arrestos en la frontera, una marca que superará los 1,7 millones que rompieron los récords de inmigración en 2021. La Cumbre celebrada en junio definió una hoja de ruta regional que pretende desincentivar la salida de los países de origen basada en inversiones para el desarrollo y facilitar la devolución de migrantes. Ese ha sido el eje de las negociaciones entre la Administración de Biden y López Obrador, quien ha dicho recientemente que también está interesado en poner sobre la mesa la propuesta de un plan común para hacer frente a la inflación que aprieta ambas economías.
México también llega a Washington con una petición añeja, que EE UU amplíe según las necesidades de su mercado laboral el número de visas para los trabajadores temporales mexicanos y centroamericanos. Los expertos son escépticos sobre la posibilidad de éxito de esta iniciativa en una relación que siempre ha tenido un carácter transaccional. “Como mucho se podrá conseguir algo marginal en algún apartado muy concreto. En el sector servicios, por ejemplo, donde hay mucha oferta, se necesita cierta especialización, como hablar bien el idioma”, considera Víctor Espinoza, el presidente del Colegio de la Frontera Norte.
El Departamento de Seguridad Nacional y el Departamento del Trabajo anunciaron hace un par de meses 35.000 visados de este tipo para el segundo semestre del año. Una previsión que parece testimonial en relación con los 239.000 migrantes irregulares que entraron en mayo.
El pragmatismo fue clave del trato de Trump con López Obrador, cuyo acuerdo implícito redujo una compleja agenda a comercio y control migratorio. La ventana para el pragmatismo parece que comienza a cerrarse para los demócratas, sobre los que pende la amenaza de perder el Congreso en las elecciones legislativas de noviembre. Las encuestas indican que la política migratoria de Biden y su control de la frontera serán, junto a la economía, uno de los asuntos dirimidos en las urnas. La Casa Blanca lo sabe, por ello el presupuesto de 2023 contempla la contratación de 300 elementos de la Patrulla Fronteriza, quienes auxiliarán a despejar la frontera en la antesala de las presidenciales de 2024.
Alejandro Mayorkas, el secretario de Seguridad Nacional, hizo un llamado a los legisladores estadounidenses tras la tragedia de San Antonio a aprobar nuevas leyes que “ayuden a componer un sistema de inmigración que está roto”. Es improbable que esto suceda en el clima de polarización política que se vive en Washington. El funcionario, no obstante, ha confirmado que el programa conocido como Quédate en México seguirá funcionando unas semanas más.
Este programa, instaurado por Donald Trump y su radical asesor Stephen Miller, tiene los días contados gracias al Tribunal Supremo, quien dio la razón a la Administración de Biden en una temporada con múltiples descalabros judiciales para el demócrata. La iniciativa exigía a los solicitantes de asilo esperar la resolución de su caso en territorio mexicano, lo que multiplicó durante los últimos años albergues y campamentos de migrantes en la frontera, del lado mexicano. Este concluirá una vez que el Supremo comunique la sentencia a los circuitos inferiores.
Biden prometió en campaña acabar con la medida y el fallo judicial supone un balón de oxígeno para una serie de promesas por cumplir que siguen en la lista de pendientes. Otra de estas fue recordada en junio por el canciller mexicano, Marcelo Ebrard. “México respalda por completo el compromiso del presidente Biden de regularizar a 11 millones de indocumentados”, dijo en referencia a la ambiciosa reforma presentada por la Casa Blanca en febrero del año pasado.
Para Ana Saiz, abogada y directora de la ONG Sin Fronteras, el final de Quédate en México es una buena noticia. Sin embargo, sostiene que “no deja de ser una simulación porque el sistema de asilo está empantanando. El saldo fue de apenas el 1% con Trump y ha subido solo al 5% con Biden”. La Casa Blanca ya ha anunciado que busca revitalizarlo. En la cumbre de Los Ángeles se comprometió a reasentar a 20.000 refugiados de las Américas durante los años fiscales 2023 y 2024, triplicando el ritmo actual.
Polémica por Assange
La negativa de López Obrador a acudir a la cumbre bajo la justificación de que no fueron invitados Cuba, Nicaragua y Venezuela ni siquiera ha sido la última esquirla en la relación bilateral. El presidente mexicano salió en defensa de Julian Assange, cuya extradición a Estados Unidos fue aprobada en junio por el Gobierno británico. El mandatario aseguró que intercederá en favor del fundador de Wikileaks. El día de la independencia estadounidense incluso dijo en una de sus provocadoras intervenciones que si este es condenado a prisión a la pena máxima “hay que empezar una campaña para desmontar la estatua de la libertad”.
Durante los primeros meses del año ya se habían sucedido episodios de tensión como la polémica reforma eléctrica mexicana, que merma la operación de muchas empresas estadounidenses, y el apoyo a Rusia de sectores de Morena, el partido en el poder, habían despertado una ola de preocupación y malestar en instancias gubernamentales y del Partido Demócrata. Una tensión que ha colocado en el ojo del huracán al embajador, Ken Salazar. Una reciente información de The New York Times apuntaba la creciente preocupación desde las altas esferas de la Casa Blanca en relación con la tarea diplomática de Salazar, acusándolo de tener demasiada cercanía con el presidente mexicano.
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