Renuncia un importante asesor del Gobierno de Nicaragua: “Ya no es el Daniel Ortega a quien tanto respeté”

El abogado Paul Reichler abandona su cargo como representante ante la Corte de Justicia de La Haya en una carta en la que condena que el país está gobernado por una dictadura

El abogado Paul Reichler renunció este domingo como asesor internacional de Daniel Ortega.Cortesía

Vendaval en el frente exterior del régimen de Daniel Ortega y Rosario Murillo: el Gobierno nicaragüense ha sufrido una nueva deserción este domingo, cuando el abogado Paul Reichler ha oficializado su renuncia al cargo de asesor internacional, a través de una carta en la que lamenta que el mandatario sandinista ha instaurado una dictadura en Nicaragua. La decisión llega días después de que su embajador ...

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Vendaval en el frente exterior del régimen de Daniel Ortega y Rosario Murillo: el Gobierno nicaragüense ha sufrido una nueva deserción este domingo, cuando el abogado Paul Reichler ha oficializado su renuncia al cargo de asesor internacional, a través de una carta en la que lamenta que el mandatario sandinista ha instaurado una dictadura en Nicaragua. La decisión llega días después de que su embajador Arturo McFields se rebelase en la Organización de Estados Americanos (OEA) la semana pasada.

“Usted ya no es el Daniel Ortega a quien tanto respeté, admiré, quise y serví con orgullo durante tantos años”, ha dicho Reichler. El abogado estadounidense sirvió como asesor legal internacional de Nicaragua ante la Corte Internacional de Justicia, en La Haya, primero en los años ochenta, durante la guerra, cuando Managua denunció a Estados Unidos por financiar la contrarrevolución. Un fallo que fue considerado histórico y favorable para los sandinistas entonces. Reichler volvió al cargo en 2007, coincidiendo con el regreso de Ortega al poder.

Reichler culpa ahora a Ortega de destruir la democracia y establecer una dictadura con “elecciones falsas, una legislatura sumisa, un sistema judicial corrupto e incapaz de impartir justicia, y el silenciamiento de la libertad de expresión y de los medios de comunicación independientes”. El letrado estadounidense ha estado involucrado en los principales litigios internacionales de Managua. Primero fue parte del equipo en los conflictos limítrofes del país por la disputa con Costa Rica por la soberanía del río San Juan, y el límite marítimo del meridiano 82 en el mar Caribe con Colombia, cuando Nicaragua recuperó su mar Caribe.

En la carta, Reichler dice que le “resulta inconcebible que ese Daniel Ortega (que conoció en el pasado) hubiera reprimido manifestaciones pacíficas tan despiadadamente, resultando en cientos de trágicas muertes, en abril de 2018″. La declaración del abogado es un claro golpe a la narrativa que ha impulsado el régimen desde la crisis de 2018, que insiste en que la rebelión ciudadana fue un “intento de golpe de Estado”.

Acusa a Ortega de “asesinar” a Hugo Torres

Reichler es el segundo funcionario internacional del régimen que se le pone en contra al mandatario en menos de una semana, después de que el embajador de Nicaragua ante la OEA diera un discurso ante el Consejo Permanente el pasado miércoles en el que calificó al régimen como “dictadura”. El asesor internacional Reichler señala en la carta que le “resulta aún más inconcebible que ese Daniel Ortega hubiera arrestado, confinado en condiciones intolerables y enjuiciado a más de 50 ciudadanos destacados —de la política, los medios de comunicación, las universidades y los negocios— con cargos falsos que no son más que un pretexto para eliminar la disidencia y la oposición”.

Reichler sostiene además que Ortega asesinó al exguerrillero histórico sandinista Hugo Torres, quien falleció en manos de la policía, después que en la temible cárcel de El Chipote, donde permanecía como preso político, no recibiera atención médica oportuna. “Me resulta impensable que ese Daniel Ortega hubiera asesinado a Hugo Torres y llevado sádicamente a los otros grandes patriotas, ahora encerrados en sus celdas, al borde del hambre y la muerte”, dice el abogado.

El hasta hace poco asesor internacional considera “inconcebible” que el Daniel Ortega al que sirvió en su día pudiera forzar al exilio a “ilustres ciudadanos”, como Sergio Ramírez, Luis Carrión, Carlos Fernando Chamorro, Edmundo Jarquín, Gioconda Belli, Mónica Baltodano, Julio López Campos, y “muchos otros héroes sandinistas y no sandinistas, así como miles de nicaragüenses de todas las tendencias políticas, cuya libertad ha sido negada o amenazada”.

En su misiva, Reichler dice haber servido a Ortega desde hace más de 40 años. Asegura que también fue el enlace entre los sandinistas y el presidente de Estados Unidos Jimmy Carter para que este fuera a Nicaragua en calidad de observador internacional en las elecciones de 1990. El abogado cuenta también que fue en enero de 1984, en la casa del padre Miguel D’Escoto, que el caudillo sandinista le pidió que formara parte del equipo legal de Nicaragua para demandar a Estados Unidos en la Corte Internacional de Justicia para responsabilizar a ese país “por la guerra, agresión y terrorismo que había lanzado contra la soberanía, independencia e integridad territorial de Nicaragua”. Sin embargo, de aquellos días épicos solo queda nostalgia y decepciones que, según la carta, llevan a Reichler a “rezar para que Nicaragua vuelva a ser libre”.

“Seguiré respetando, admirando y queriendo al primer Daniel Ortega, aunque sienta desesperanza y dolor por culpa del que ha tomado su lugar. Siempre atesoraré mi servicio al primero, aun cuando, por las razones expuestas anteriormente, mi conciencia moral me exige que debo cortar mis lazos con el segundo y negarme a servirle. Mientras tanto, rezaré por el día en que Nicaragua vuelva a ser libre”, concluye la correspondencia.

Aunque la renuncia de Reichler y la rebelión de McFields en la OEA suponen, según analistas internacionales, un golpe duro a la narrativa del régimen, sobre todo de cara a sus bases políticas, en Managua la diplomacia dirigida por la vicepresidenta Murillo ya busca sustitutos. De acuerdo a fuentes sandinistas consultadas por EL PAÍS, tras el discurso de McFields se desarrolla una “cacería de brujas” en el interior de las instituciones, en especial en la cancillería, que mantiene aterrados a los servidores públicos.

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