Buscan entre más de 200 opiáceos para dar con la fórmula de la cocaína mortal en Argentina

La complejidad del proceso demora la identificación de droga de corte que mató a 24 personas en Buenos Aires

Buenos Aires -
La policía revisa los paquetes de droga adulterada secuestrada el pasado 2 de febrero en Puerta 8, en la perifera de Buenos Aires, tras la muerte de 24 personas.ELIANA OBREGON (AFP)

La justicia argentina no da con la sustancia que contaminó la cocaína que la semana pasada mató a 24 personas en la periferia de Buenos Aires. Los peritos buscan entre 200 opiáceos cuál fue el responsable de convertir en letal la droga, una vez que los primeros estudios dieran negativo de fentanilo, el sintético que se pensó que estaba detrás de las muertes. Están ante un trabajo a ciegas, sobre cientos de muestras. La posibilidad de qu...

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La justicia argentina no da con la sustancia que contaminó la cocaína que la semana pasada mató a 24 personas en la periferia de Buenos Aires. Los peritos buscan entre 200 opiáceos cuál fue el responsable de convertir en letal la droga, una vez que los primeros estudios dieran negativo de fentanilo, el sintético que se pensó que estaba detrás de las muertes. Están ante un trabajo a ciegas, sobre cientos de muestras. La posibilidad de que se trate de una mezcla amateur poco convencional, realizada sin control en una “cocina” ilegal, complica aún más el trabajo.

Lo único seguro a una semana de las muertes es que la sustancia que consumieron las víctimas poseía partes de cocaína. Y la presencia de un opiáceo letal surgió de una conclusión clínica: el centenar de pacientes que el miércoles pasado llegaron agonizando a los hospitales respondieron a la naloxona, el antídoto utilizado para este tipo de sustancias. Por eso se pensó en el fentanilo, de uso común en los quirófanos como anestesia, pero muy caro y ausente en el mercado negro del tráfico de drogas en Argentina. La complejidad de los análisis de laboratorio, sin embargo, ralentiza el trabajo de identificación.

“Tenemos que analizar una gran cantidad de muestras sin saber qué buscamos”, dice una fuente judicial al tanto del trabajo de laboratorio. “¿Qué buscamos? ¿Fentanilo, como dice la prensa? ¿Algún otro opiáceo? ¿O la infinidad de venenos que puede haber, como cianuro? Cuanto más impura y más mezcla de cosas tenga la muestra, más difícil es de detectar. Por ahora aparecieron azúcares reductores, pero a la máquina le tenés que decir qué tipo de sustancia buscar y ver si la encuentra”, explica.

Argentina no tiene la experiencia para identificar opiáceos, porque nunca ha tenido que lidiar con ellos. El consumo de drogas está dominado por la cocaína y la marihuana; sustancias como la heroína son minoritarias. “No hay desarrollado en Argentina métodos rápidos, eficaces y comprobados para establecer si hay fentanilo; estamos en ensayo y error”, dice la fuente. Aunque los resultados se demoran, el ministro de Seguridad de la provincia de Buenos Aires, Sergio Berni, insistió el miércoles con la posibilidad de un error en la elaboración de fentanilo casero. “Los opioides son naturales, como la heroína, o sintéticos de laboratorio. Lo que es natural tiene siempre la misma fórmula, pero a los sintéticos se les puede cambiar la fórmula”, dijo a medios locales. “Si se hace de manera casera, y uno se equivoca o calcula mal el tiempo de una reacción a otra, puede obtener una cosa parecida al fentanilo, que no es fentanilo”, explicó.

Conocer la sustancia contaminante es fundamental para la investigación penal. Con la aparición de seis intoxicados por cocaína en Rosario, 300 kilómetros al norte de Buenos Aires, se descartó la posibilidad de una pelea entre las bandas narco que operan en el oeste de la capital argentina. Lo más probable es que un “cocinero” a cargo de estirar las dosis haya cometido un error en las proporciones de la mezcla. Queda por ver por qué usó un opiáceo, mucho más caro y de efectos imprevisibles. ¿Un ensayo para introducir en el mercado argentino la droga que ya hace estragos en otros mercados, como Estados Unidos? Es posible. Alimenta esa posibilidad el perfil de los 24 muertos y los 84 intoxicados: todos muy pobres, dedicados a la venta de lo que juntan en la basura y dispuestos a pagar el equivalente a un euro por un gramo de cocaína de pésima calidad.

Los resultados no tienen fecha. Los técnicos de los laboratorios judiciales trabajan sobre las muestras aportadas por los consumidores que sobrevivieron, pero también sobre las muestras biológicas forenses extraídas de los muertos. “Necesitamos además establecer que la sustancia tóxica encontrada, cuando la encontremos, esté también en las vísceras de las víctimas”, dice la fuente judicial. “De no ser así, no podremos establecer la causa y el efecto”.

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