Sebastián Edwards: “En Chile tenemos un cóctel bastante explosivo”

El economista chileno-estadounidense es pesimista con respecto a su país, a tres días de las elecciones presidenciales y parlamentarias: “Sin estabilidad no se detendrán las salidas de capitales”

Sebastián Edwards, economista, consultor internacional y escritor chileno.CORTESÍA

Poco antes de viajar a Chile tras dos años de la última visita, lo que le permitirá votar presencialmente en las elecciones generales del domingo, el economista chileno-estadounidense Sebastián Edwards (Santiago de Chile, 68 años) analiza el panorama político y económico de su país. Profesor titular de l...

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Poco antes de viajar a Chile tras dos años de la última visita, lo que le permitirá votar presencialmente en las elecciones generales del domingo, el economista chileno-estadounidense Sebastián Edwards (Santiago de Chile, 68 años) analiza el panorama político y económico de su país. Profesor titular de la cátedra Henry Ford II en la Universidad de California (UCLA) y antiguo asesor del exgobernador Arnold Schwarzenegger, el que fue economista jefe del Banco Mundial para América Latina conversa con EL PAÍS por videoconferencia desde su casa de Los Ángeles, donde termina un nuevo libro sobre el auge y caída del neoliberalismo.

Pregunta. ¿Cómo encuentra esta elección presidencial y parlamentaria a la economía chilena?

Respuesta. Estas son las elecciones más polarizadas desde el regreso de la democracia en 1990. Todo indica que la segunda vuelta será disputada por dos fuerzas radicales. Lo que más enreda la situación es que esto sucede en un contexto de una enorme violencia que ya dura dos años. Si a esto se le agrega que habrá una nueva propuesta de Constitución en ocho meses, tenemos un cóctel bastante explosivo. El Gobierno de Sebastián Piñera ha sido incapaz de enfrentar la escalada violentista y no ha podido posicionar un relato razonable.

P. El Congreso ha aprobado tres retiros del 10% de los ahorros de las pensiones y se discute un cuarto. ¿Qué impacto ha tenido esta medida política, tan resistida por buena parte de los economistas?

R. La destrucción de los ahorros pensionales es una malísima política pública, una política que condena a los jubilados a mayores penurias. La pregunta es ¿cómo se llegó a esa situación? Debido a la confluencia de un Gobierno miope y tacaño en exceso, que no entendió las urgencias de la pandemia, y un Parlamento populista, preocupado de halagar a sus votantes en el corto plazo y a ser reelectos. La política de sucesivos retiros de los fondos pensionales ha creado inestabilidad, suba de tipos de interés, caída de la bolsa, incertidumbre, y depreciación de la moneda. Además, ha contribuido a un salto en la inflación. En resumen, un desastre.

P. ¿Qué papel cumplen las Administradoras de los Fondos de Pensiones (AFP), en el mercado financiero chileno? ¿Qué podría ocurrir si desaparecen o sufren un fuerte golpe?

R. Las AFP manejan los ahorros individuales y obligatorios para las pensiones de vejez. Son entidades de giro único, cuyo mandato es maximizar el retorno de esos ahorros. No pueden, por ley, considerar otros objetivos como las inversiones verdes. Dentro de su mandato, las AFP han hecho un muy buen trabajo. Han cuidado y hecho crecer los ahorros en forma importante. Pero, a pesar de eso, tienen muy mala fama. Esto porque las pensiones que genera el sistema son muy bajas.

P. ¿Y por qué son bajas?

R. Porque la tasa de contribución es solo 10%, la mitad que en la OCDE, y la mitad de los chilenos contribuyen por menos de 20 años. La OCDE recomienda carreras laborales de 40 años. Entonces, no es sorprendente que, contribuyendo la mitad por solo la mitad del tiempo, las pensiones sean bajas. Las AFP no debieran desaparecer. El sistema debe ser reformado, con mayor competencia, permitiendo que otros actores también puedan administrar estos fondos. Y, desde luego, debe subir la tasa de contribución y asegurarse que las contribuciones efectivas sean por más años. Lo grave sería que el sistema fuera reemplazado por uno de reparto donde los trabajadores activos financian a los retirados. Esos sistemas son inviables en el siglo XXI por razones demográficas. El más claro ejemplo es España.

P. Los chilenos parecen no estar acostumbrados a la inflación. ¿Qué tan preocupante le parecen los índices actuales y los que se proyectan, 6,5% al término de 2021, según el Banco Central?

R. Un rebrote de la inflación es un desastre para Chile. El país tiene un sistema único en el mundo, donde una gran cantidad de contratos –alquileres, colegios, médicos, hipotecas, créditos de consumo y otros– están indexados a la inflación. En cuanto los precios suben, todos estos precios aumentan, lo que afecta el bolsillo de los trabajadores. Además, algunos salarios están indexados, pero con un rezago. Por tanto, saltos en inflación tienen dos efectos mortales: caída del ingreso real de los asalariados y el posible desencadenamiento de una espiral inflacionaria.

P. ¿Se explica por factores internos o externos?

R. La inflación externa explica menos de la mitad de lo que se observa. El resto es hecho en casa. En ello ha influido el fuerte aumento de demanda financiado por los retiros pensionales.

P. En lo que va de 2021, la salida de capitales hacia el extranjero por parte de los hogares y empresas ha sido de 10.000 millones de dólares, un incremento de seis veces respecto de 2018 o 2019. ¿Cómo se lo explica?

R. Muy simple: ante la inestabilidad política y la violencia sistemática –saqueos, incendios, agresiones, destrucción de pequeños locales–, todo el mundo quiere protegerse y quiere proteger sus ahorros. Los chilenos se han sofisticado bastante financieramente en los últimos tiempos, y saben que ante este cuadro de inestabilidad lo sensato es diversificar internacionalmente su portafolio. Algunos lo llaman fuga de capitales, pero yo lo llamaría “sensatez de ahorrista”, es decir, entender que no se deben poner todos los huevos en un mismo canasto. Sin estabilidad no se detendrán las salidas de capitales. La pregunta clave es qué hará la izquierda dura en caso de ser electa. ¿Impondrán algún tipo de controles de capitales?

P. ¿Qué piensa usted?

R. No lo descarto.

P. Diferentes grupos económicos con presencia en Chile reparten utilidades extraordinarias, animados por la incertidumbre y la alta liquidez. ¿Cuál es la señal?

R. Es el reflejo corporativo del fenómeno anterior. Chile dejó de ser el país señero que estaba más cerca de los países del sur de Europa que de América Latina. Ante ese escenario, lo racional, la obligación fiduciaria de las empresas para con sus accionistas, es protegerse. Repartir altos dividendos es una manera de protegerse.

“Chile dejó de ser el país señero que estaba más cerca de los países del sur de Europa que de América Latina”

P. ¿Cómo observa las medidas del candidato de la izquierda, Gabriel Boric, en el plano económico?

R. Bien intencionadas, pero altamente nostálgicas. La mayoría de sus propuestas ya fueron planteadas y ejecutadas durante la segunda mitad del siglo XX. Un ejemplo muy claro es la política industrial de promoción de manufacturas nacionales con grandes ayudas estatales. Los asesores de Boric no saben que lo que proponen son políticas añejas, ni saben que en el pasado no funcionaron. Y no lo saben porque no leen, porque no estudian, porque no conocen la historia económica. Son voluntarismo puro.

P. ¿Y qué opinión le merecen las propuestas económicas de José Antonio Kast, el candidato de la derecha dura, otro de los favoritos de las encuestas?

R. Son políticas basadas en una ilusión, en la llamada curva de Laffer. Creen que una baja de impuestos generaría tal boom que la recaudación impositiva aumentaría. La evidencia histórica y empírica que desmiente ese fenómeno es masiva. La realidad no es así. Los asesores de Kast son otros nostálgicos.

P. La economía chilena ha sido en las últimas tres décadas de las más estables de la región. ¿Dejará de serlo?

R. Sí. Chile ya fue superado por Panamá; desde hace unos diez años Chile es un país en declive. No me extrañaría que en una generación Chile estuviera de vuelta en sus orígenes, en la mitad de la tabla de posiciones, entre Costa Rica y Ecuador. Son dos países encantadores, pero no son un éxito económico o social.

P. Usted ha dicho que Chile corre el riesgo de seguir los pasos de Perú. ¿A qué se refiere?

R. Ahí me refiero al tema político. Un sistema fragmentado, con un Parlamento fuera de control y semi paralizado. Un mal pronóstico.

P. ¿Chile seguirá siendo un país que entrega confianza y garantías a los inversionistas extranjeros?

R. Ahí el gran tema es la Convención Constitucional y sus afanes refundacionales. Mi recomendación a las empresas internacionales es que sujeten sus caballos [traducción de hold your horses, un dicho popular anglosajón]: que no inviertan ni un solo euro hasta que no se aclare la situación política. Y en eso no me refiero a las elecciones presidenciales, sino a la Convención Constituyente. La convención está dominada por radicales y activistas con visiones estrechas y falta de perspectiva histórica. Sus líderes intelectuales avalan la violencia como forma de hacer política.

“Mi recomendación a las empresas internacionales es que no inviertan ni un solo euro hasta que no se aclare la situación política”

P. ¿Qué cambios profundos en el área económica podría decidir la convención constituyente? ¿Alguno le parece especialmente delicado?

R. En lo político, parece haber un afán por implementar alguna variante del sistema parlamentario –parlamentarismo puro o semi parlamentarismo como en Francia–, lo que augura mucha inestabilidad para un país como Chile, repleto de pequeños partidos y fracciones y grupúsculos. También es posible que la nueva Constitución asegure derechos sociales que no será posible financiar. Otra posibilidad es que debilite el derecho de propiedad. Todo eso ahuyenta la inversión. Pero quizás lo más grave es que la nueva Constitución puede generar expectativas desbordadas, que no se podrán cumplir. Ello puede resultar en nuevas rondas de violencia e inestabilidad, lo que mandará al país ineludiblemente al descenso.

P. Lo que describe suena bastante negro…

R. Soy pesimista.

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