Un conservador católico con siete hijos, la esperanza de la Hungría liberal frente a Orbán

El independiente Péter Márki-Zay encabezará una lista unitaria de la oposición para intentar desbancar al mandatario ultranacionalista en las elecciones de 2022

Péter Márki-Zay el pasado 31 de agosto en Godollo, Hungría.ATTILA KISBENEDEK (AFP)

La oposición húngara ha optado por una medida radical para romper el muro de las supermayorías que mantienen en el poder al ultraconservador Viktor Orbán desde hace 11 años. Seis partidos con ideologías que abarcan todo el espectro político se han unido en bloque y, en unas primarias inéditas en el país, han elegido a un candidato único para las elecciones de la primavera de 2022. El insólito proceso culminó el pasado domingo con un resultado aún más sorprendente: el aspirante a desbanca...

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La oposición húngara ha optado por una medida radical para romper el muro de las supermayorías que mantienen en el poder al ultraconservador Viktor Orbán desde hace 11 años. Seis partidos con ideologías que abarcan todo el espectro político se han unido en bloque y, en unas primarias inéditas en el país, han elegido a un candidato único para las elecciones de la primavera de 2022. El insólito proceso culminó el pasado domingo con un resultado aún más sorprendente: el aspirante a desbancar a Orbán es casi un novato en política, un independiente sin partido. Péter Márki-Zay, que se define como conservador católico y padre de siete hijos, se ha convertido en la esperanza de la Hungría liberal.

Márki-Zay, economista e ingeniero eléctrico de 49 años, trabajó en marketing y ventas en Hungría, Canadá y Estados Unidos antes de entrar en política hace apenas tres años. En 2018, se presentó en su ciudad natal, Hódmezovásárhely, como candidato de una lista que unía a formaciones de izquierda, liberales y de derecha contra el partido de Orbán, Fidesz, que llevaba más de dos décadas gobernando esta ciudad agrícola de 44.000 habitantes. Ganó. Y el alcalde ahora busca repetir la misma fórmula a escala nacional.

La ley electoral que reformó el Gobierno de Orbán en 2011 favorece a una gran formación como el Fidesz y penaliza a la oposición, muy atomizada. La unión de seis fuerzas tan dispares como los verdes de Diálogo por Hungría, los socialdemócratas liberales de la Coalición Democrática (DK, en sus siglas en húngaro) o Jobbik, un partido de extrema derecha redireccionado hacia el centro-derecha, emerge como la única opción para desbancar al primer ministro en 2022. “Solo podemos ganar juntos”, dijo Márki-Zay tras su victoria. “Nadie puede romper la unidad de la oposición”.

El popular alcalde de Budapest, el verde Gergely Karácsony, quedó segundo en la primera ronda de las primarias —por delante de Márki-Zay— y tenía opciones de ganar. Se retiró, sin embargo, porque consideró que “lo mejor para Hungría” era conseguir a toda costa la victoria de la oposición, por encima de ambiciones personales. El país, afirma, está ante “una oportunidad histórica”. “Márki-Zay puede traer esperanza a los que están decepcionados con la mayoría de los partidos y los políticos. Es el candidato que puede volver a unir a Hungría, que se ha convertido en un país extremadamente dividido, estafado y atormentado”, dice Karácsony por correo electrónico.

Las encuestas ya muestran un empate entre ambos bloques, con un 47% de intención de voto, y los analistas creen que la oposición tiene posibilidades reales. “Pueden ganar si se mantienen unidos y logran atraer votos en las ciudades pequeñas y las zonas rurales”, opina Péter Krekó, director del instituto Political Capital. Para András Bíró-Nagy, director del gabinete de estrategia Policy Solutions Hungary, “es la mejor oportunidad para vencer a Orbán en más de una década”.

MZP, como llaman al aspirante, tiene un perfil muy poco común en la política húngara. No forma parte del establishment y es espontáneo, a veces de más: se ha tenido que disculpar por sus declaraciones varias veces en campaña. “Puede atraer a los conservadores de las pequeñas y medianas ciudades que lo ven como a un igual, y a la intelectualidad urbana, porque habla su mismo idioma”, señala el politólogo Zoltan Miklosi, de la Universidad Centroeuropea, obligada a trasladarse de Budapest a Viena.

Ideológicamente, Márki-Zay es más liberal que el Gobierno pero más conservador que la mayoría de la oposición. Es europeísta, quiere implantar el euro en Hungría y se declara defensor de los derechos LGTBI. A veces, subraya Miklosi, se ha deslizado hacia una retórica populista. “Para muchos liberales, está hablando demasiado sobre migración y sobre la presencia de homosexuales en el Gobierno, para criticar su hipocresía”, señala Bíró-Nagy. “Tiene que ceder y moverse más hacia el centro en temas socioeconómicos”, opina.

La plataforma que forman los seis partidos, el Mindenki Magyarországa Mozgalom (Movimiento Todos por Hungría) que Márki-Zay creó en 2019, y otros actores de la sociedad civil aún tiene que acordar un manifiesto a modo de programa electoral. No será fácil con grupos tan dispares, pero el alcalde de Budapest apela a la unidad: “Tenemos que elevarnos sobre nuestras diferencias, porque es la única forma de expulsar a Orbán”, subraya. Ya tienen algunas líneas básicas en las que coinciden, como recuperar el Estado de derecho, luchar contra la corrupción, “restablecer la libertad de prensa” y buscar la paz social “en lugar de incitar al odio”.

En realidad, las próximas elecciones no van tanto de políticas y programas como de lograr un giro y derrocar al régimen ultraconservador y euroescéptico de Fidesz. “La cuestión no es sobre ser de izquierdas o de derechas, sino sobre quién puede traer el cambio. Puedes ser de izquierdas, pero si no ganas las elecciones, tu programa no se llevará a cabo”, zanja el alcalde Karácsony.

“Márki-Zay atraerá los votos de los liberales incluso aunque él no lo sea”, cree Péter Krekó. Ya lo consiguió en las primarias, como recuerda Miklosi. “Ganó en las grandes ciudades [habitualmente más liberales] por un gran margen”. Enfrente tenía a la eurodiputada y líder del DK, Klára Dobrev, a quien lastra una de las figuras más divisorias de Hungría: su esposo, el ex primer ministro Ferenc Gyurcsany (2004-2009).

La victoria de Márki-Zay desarma la propaganda habitual del Fidesz contra sus adversarios. “No pueden recurrir a la división que suelen crear entre zonas rurales y urbanas, porque es el alcalde de una ciudad pequeña”, apunta el politólogo Bíró-Nagy. Se cae también la idea que Orbán utiliza de manera recurrente de que toda la oposición es una marioneta del ex primer ministro Gyurcsany.

Los medios afines al Gobierno se movieron entre ignorar las primarias y atacar a los favoritos. Según Bíró-Nagy, “nadie esperaba que ganase Márki-Zay y ahora no saben qué hacer con él”. El candidato se ha convertido en la sorpresa del otoño para todos y en la esperanza de la primavera para buena parte de los húngaros.

Unas primarias sin precedentes

Más de 850.000 personas participaron en alguna de las dos vueltas de las primarias de los seis partidos de la oposición para elegir al candidato a primer ministro, en un país con 9,8 millones de habitantes. Gábor Hanák, delegado del Partido Verde de Hungría en el Comité Nacional de Primarias (OEVB, en sus siglas en húngaro), recuerda con emoción las largas colas en los centros de votación. “Esperábamos una gran participación, pero fue mucho más alta de lo que imaginábamos”, explica. 

Es la primera vez que se han celebrado unas primarias de esta magnitud en Hungría, con voto presencial y en línea, con la participación de seis partidos de la oposición y representantes de la sociedad civil, y presencia en todos los distritos del país. 

Péter Márki-Zay, cuyo movimiento tenía voz pero no voto en el OEVB, donde la capacidad de decidir estaba restringida a los delegados de los seis partidos, se impuso a Klára Dobrev con el 56,71% de los apoyos, frente al 43,29%. En un proceso paralelo se han votado a los representantes de las 106 circunscripciones. Lo siguiente será elegir una lista conjunta para las generales.

Para votar, los participantes solo tenían que firmar una declaración en la que básicamente afirmaban que “Orbán se tiene que ir”, como explica Hanák. “La oposición ha intentado algo nuevo, innovador, para intentar que la gente vuelva a participar en la política y demostrar que incluso partidos tan distintos se pueden unir”. 

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