La extrema derecha avanza en la carrera presidencial chilena de la mano de Kast, a siete semanas de las elecciones
Las encuestas instalan como favoritos a Gabriel Boric, del Frente Amplio en alianza con el Partido Comunista, y a José Antonio Kast, que supera por la derecha al abanderado oficialista, Sebastián Sichel
La derecha extrema chilena, de la mano de José Antonio Kast, avanza en la carrera presidencial chilena, a solo siete semanas de las elecciones del 21 de noviembre. El líder del Partido Republicano, abogado de 55 años, se ha instalado en el segundo lugar de las preferencias, de acuerdo a distintos sondeos, desplazando al candidato de la alianza oficialista, Sebastián Sichel, que corre el riesgo de no pasar al balotaje. Hábil c...
La derecha extrema chilena, de la mano de José Antonio Kast, avanza en la carrera presidencial chilena, a solo siete semanas de las elecciones del 21 de noviembre. El líder del Partido Republicano, abogado de 55 años, se ha instalado en el segundo lugar de las preferencias, de acuerdo a distintos sondeos, desplazando al candidato de la alianza oficialista, Sebastián Sichel, que corre el riesgo de no pasar al balotaje. Hábil comunicador, sin la mochila de una cercanía actual Gobierno y defensor de iniciativas polémicas, como construir una zanja para controlar la inmigración en el norte de Chile, Kast se ubica tras el favorito, Gabriel Boric, el diputado del Frente Amplio que aspira a gobernar desde marzo próximo en alianza con el Partido Comunista. Con el fantasma de una crisis institucional y de una destitución del presidente Sebastián Piñera, que debería entregar el poder el 11 de marzo, la carrera a La Moneda se polariza, mientras un gran porcentaje de la población sigue indecisa.
“Dicen que soy extremo. ¿Extremo en qué? En amar la Patria. En amar la Nación y los símbolos patrios. En defender a los amigos. En proteger al emprendedor. ¿En que soy extremo?”, ha dicho en redes sociales como Tik Tok, que utiliza con especial eficacia. Rechaza el aborto y no ha ocultado su admiración por el expresidente de Estados Unidos, Donald Trump, y por el mandatario brasilero, Jair Bolsonaro, al que ha visitado y al que le regaló la camiseta de la selección chilena en 2018. “No comparto todos sus dichos. Pero hizo en su momento cosas importantes por sacar la delincuencia y la corrupción de Brasil y lo comparto”, recordó Kast en el último debate televisivo entre los candidatos, donde enfrentó con fuerza al abanderado de Apruebo Dignidad, la alianza entre el Frente Amplio de izquierda y el Partido Comunista.
La encuesta Cadem publicada el domingo le otorga a Boric un 22%, a Kast un 15% y a Sichel un 12%, empatado con la candidata del centroizquierda que alguna vez representó la Concertación (1990-2010), que tiene como abanderada a la democristiana Yasna Provoste y que no ha logrado construir un discurso de izquierda moderada ni generar adhesión. Este estudio confirma lo que han mostrado otros sondeos: a pocas semanas de las elecciones, como no había sucedido en el pasado reciente, una buena parte de la ciudadanía está indecisa (28%, por sobre incluso lo que marca el favorito). En la misma línea, la encuesta Data Influye publicada el miércoles indica que un 25,7% votaría por Boric, un 16,1% por Kast, un 12,1% por Sichel, un 11,5% por Provoste 11,5%, mientras un 15,6% todavía no lo ha decidido.
El sondeo del Centro de Estudios Públicos (CEP), uno de los principales termómetros de la política chilena, a mediados de septiembre apuntaba justamente al alto nivel de indecisión de los ciudadanos: al menos un 50% de la gente no tiene candidato, lo que muestra que la disputa está abierta y que las candidaturas son débiles, no como antaño a estas alturas de la carrera. En cualquier caso, una de las principales interrogantes será la cantidad de personas que llegarán a las urnas. En un país con voto voluntario y abstención estructural (en junio solo votó el 20%, en la primera elección democrática de gobernadores), los niveles de participación en la presidencial podrían definir los resultados.
No será la primera vez que Kast estará en la papeleta. En las pasadas elecciones presidenciales de 2017, donde Piñera ganó por segunda vez, obtuvo el 8% de la votación de primera vuelta, en una campaña donde señaló: “Si Pinochet estuviera vivo, votaría por mí”. De pasar en esta ocasión al balotaje, programado para el 19 de diciembre, se mediría con Boric, el diputado de 35 años que ha irrumpido en la carrera a La Moneda tras ganarle en una primaria al alcalde comunista, Daniel Jadue. Los sectores moderados de oposición se encuentran divididos. Aunque oficialmente el Partido Socialista apoya la candidatura de la democristiana Provoste, buena parte de su electorado está con Boric. Esta semana, la diputada Maya Fernández, nieta de Salvador Allende, respaldó al egresado de Derecho, en una muestra de la desafección del mundo socialista hacia su candidata formal.
Pero no todos los que alguna vez conformaron la Concertación de centroizquierda apoyan a Boric. “Es un político de izquierda radical. Su inspiración teórica se encuentra sobre todo en los escritos políticos de Ernesto Laclau y Chantal Mouffe acerca del populismo de izquierda. Sus referentes políticos son los dirigentes de Podemos (España) y, dentro de esa visión, busca un rupturismo”, explica Ernesto Ottone, académico del Colegio de Estudios Mundiales de París y exasesor del Gobierno socialdemócrata de Ricardo Lagos (2000-2006).
Parte de la estrategia de Kast apunta, justamente, a enfrentar frontalmente a Boric ante la opinión pública y a remarcar su alianza con el Partido Comunista: “Boric representa a todas las democracias fallidas de Latinoamérica”, aseguró este viernes en una entrevista radial. Con la promesa de acabar con la violencia y restaurar el respeto, la autoridad y el sentido de comunidad, estuvo por la opción rechazo en el plebiscito de octubre de 2020, donde un 80% aprobó un camino constituyente. Con un lema de campaña desafiante –Atrévete con Kast–, ha logrado conquistar al electorado de la derecha tradicional, como la militancia UDI, que abandona poco a poco la candidatura del oficialista Sichel, que apunta a conquistar sectores de centro.
Chile enfrenta una escena política confusa y múltiple, donde asuntos trascendentales se juegan en niveles distintos. Mientras la inflación complica día a día el bolsillo de la ciudadanía –con un incremento de 5,3% en doce meses, algo a lo que el país no está acostumbrado–, el Congreso espera su renovación con el avance de medidas que complican todavía más la economía, como el proyecto de ley que permitiría un cuarto retiro del 10% de los fondos de pensiones. Lo que resta de campaña y las elecciones presidenciales se celebrarán con el fantasma de una crisis institucional: a raíz de la publicación de los Papeles de Pandora, que han abierto nuevamente el debate sobre los límites difusos entre los negocios del presidente Piñera y la política, la Fiscalía ha decidido abrir una investigación penal por la compraventa de la minera Dominga y la mayoría opositora busca votar la destitución de Piñera días antes de las elecciones y a menos de cinco meses de que termine su periodo.
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