El emir de Dubái espió en el Reino Unido a su exesposa y a la abogada de esta con la tecnología digital Pegasus
Un juez del Alto Tribunal de Londres sentencia que Mohammed sin Rashid al Maktum usó el software militar israelí durante el proceso judicial de divorcio
El emir de Dubái (Emiratos Árabes Unidos), Mohammed sin Rashid al Maktum (70 años), ordenó el espionaje de su exesposa, la princesa Haya de Jordania (46 años), mediante la tecnología militar de fabricación israelí Pegasus, según ha sentenciado un juez del Alto Tribunal de Londres. El emir dio su autorización a los agentes que ...
El emir de Dubái (Emiratos Árabes Unidos), Mohammed sin Rashid al Maktum (70 años), ordenó el espionaje de su exesposa, la princesa Haya de Jordania (46 años), mediante la tecnología militar de fabricación israelí Pegasus, según ha sentenciado un juez del Alto Tribunal de Londres. El emir dio su autorización a los agentes que trabajaban a sus órdenes para piratear el teléfono móvil de la princesa, huida a Londres en mayo de 2019 junto a sus dos hijos menores, Jalila y Zayed, de 13 y nueve años. La operación incluyó también el móvil de la abogada Fiona Shackleton, encargada de la representación jurídica de Haya durante el proceso de divorcio que se puso en marcha bajo jurisdicción británica. El uso del spyware Pegasus, diseñado bajo licencia por la compañía NSO Group, está únicamente autorizado para el personal de inteligencia de Estados soberanos, en la lucha contra el terrorismo o el crimen organizado. Sin embargo, a través de una investigación impulsada por Amnistía Internacional y por la organización Citizen Lab, y publicada por medios como el diario británico The Guardian, se supo recientemente que la tecnología se había usado por todo el mundo para espiar a políticos, activistas de los derechos humanos o periodistas (entre los que había miembros de la redacción de EL PAÍS). Aunque la revelación supuso la apertura de procesos legales tanto en Estados Unidos como en Israel, la sentencia del juez británico supone la primera condena jurídica firme relacionada con esa tecnología.
Para el emir de Dubái, y vicepresidente y primer ministro de Emiratos Árabes Unidos, amigo de la reina Isabel II y asiduo de la carrera de caballos de Ascot, supone un bochorno añadido a un historial que incluye el secuestro de dos de sus hijas, y una campaña de intimidación contra su exesposa que incluyó amenazas de muerte. “Resulta más probable que no”, ha concluido el presidente de la sección de Familia del Alto Tribunal, Andrew McFarlane, que el pirateo del dispositivo móvil de Haya “se realizó por agentes o servidores a las órdenes del padre, el emir de Dubái, y que el espionaje se hizo bajo su autorización expresa o implícita”. El magistrado hace referencia en su fallo al “padre”, porque la decisión se engloba en el proceso judicial que dilucidaba la custodia y manutención de los dos hijos menores.
McFarlane señala también en su fallo, partes del cual se han hecho públicas este miércoles, que la abogada de Haya, Shackleton, fue advertida del posible pirateo de su móvil y del de su clienta por dos colegas. Una de ellas era Cherie Blair, abogada y esposa del ex primer ministro británico, Tony Blair. Al asesorar a la empresa NSO en materia de derechos humanos, la abogada recibió un aviso de sus directivos, en el que le expresaban su preocupación por el uso de su tecnología en los móviles de Haya y Shackleton. La abogada, conocida como “magnolia de acero” por su firmeza y encanto, ha representado a clientes como Carlos de Inglaterra, durante su proceso de divorcio de Lady Diana, o al exbeatle, Paul McCartney.
El juez llega a la conclusión de que al menos seis dispositivos móviles fueron interceptados con la tecnología Pegasus, y en el caso del teléfono de la princesa Haya, “una cantidad de información bastante grande” pudo ser extraída.
Al emir de Dubái se le han conocido hasta seis esposas y tiene 30 hijos. Su última mujer, la princesa Haya de Jordania, reside actualmente en Londres. Se enfrenta a su esposo en un turbulento proceso de divorcio, en el que el juez ha dado ya por verdad asentada que Mohamed Bin Rashid ordenó el secuestro de su hija Latifa. Y el de su hermana Shamsa, retenida a la fuerza en 2000 en medio de las calles de la localidad universitaria de Cambridge, en el Reino Unido, para ser devuelta a Dubái.
Emiratos Árabes, cuyos gobernantes han querido que además de un lugar de atracción turística sea un centro financiero y de avances tecnológicos, se ha convertido en los últimos años en un actor importante de la región, tanto por su oposición a Irán como por sus recientes relaciones con Israel. Todas esas eran ventajas que favorecían que sus aliados internacionales prefirieran mirar hacia otro lado cuando se trataba de los asuntos familiares internos de sus gobernantes. Las revelaciones de los últimos meses en los tribunales británicos sobre las maniobras del emir contra su exesposa y sus dos hijas han hecho que resulte ya prácticamente insostenible ese doble rasero.
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