La ultraderecha alemana celebra este fin de semana un congreso presencial en plena tercera ola de la pandemia

El partido AfD encara la campaña dividida y sin poder beneficiarse de las horas bajas de la CDU

Jörg Meuthen (izquierda) y Tino Chrupalla, colíderes de Alternativa para Alemania (AfD), el viernes en Dresde.MATTHIAS RIETSCHEL (Reuters)

Unos 600 delegados del partido ultraderechista Alternativa para Alemania (AfD) se reunirán este fin de semana en la ciudad de Dresde, al este de Alemania, para celebrar un congreso presencial en plena tercera ola de la pandemia en Europa. Se podría considerar una muestra de coherencia: la formación ha hecho de la crítica a las mascarillas y al resto de restricciones su caballo de batalla contra el Gobierno de Angela Merkel. El objetivo declarado del encuentro es aprobar el programa con el que la AfD concurrirá a las elecciones de septiembre, pero se prevé que la cuestión dominante sea,...

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Unos 600 delegados del partido ultraderechista Alternativa para Alemania (AfD) se reunirán este fin de semana en la ciudad de Dresde, al este de Alemania, para celebrar un congreso presencial en plena tercera ola de la pandemia en Europa. Se podría considerar una muestra de coherencia: la formación ha hecho de la crítica a las mascarillas y al resto de restricciones su caballo de batalla contra el Gobierno de Angela Merkel. El objetivo declarado del encuentro es aprobar el programa con el que la AfD concurrirá a las elecciones de septiembre, pero se prevé que la cuestión dominante sea, una vez más, la división interna que desgarra al partido.

La corriente radical y la moderada volverán a chocar ante los delegados llegados de toda Alemania. La última vez que se reunieron, en noviembre pasado, saltaron chispas entre Jörg Meuthen, colíder de la formación y representante del ala moderada que pretende llegar a amplias capas de la población, y los seguidores de Björn Höcke, que se sitúa en un discurso extremista, xenófobo y que roza el antisemitismo. La AfD podría beneficiarse de los escándalos de corrupción de los conservadores de la CDU y de su errática gestión de la crisis del coronavirus, señala en Die Zeit el analista Tilman Steffen. Pero es probable que sus esfuerzos se pierdan en las luchas por el poder dentro de la formación, añade.

Las encuestas parecen indicar que la AfD no se está aprovechando de la progresiva pérdida de popularidad del partido de Merkel. El último sondeo de Forschungsgruppe Wahlen para la cadena pública ZDF mostraba que la unión de CDU y su partido-hermano bávaro CSU conseguirían un 28%, los Verdes un 23%, los socialdemócratas del SPD un 15% y la AfD un 12%. Comparado con el sondeo previo a la pandemia, los conservadores pierden siete puntos porcentuales y la AfD gana dos. El partido de ultraderecha todavía está digiriendo los malos resultados que obtuvo en dos elecciones regionales celebradas en marzo. Perdió más de cinco puntos porcentuales en Baden-Württemberg y más de cuatro en Renania-Palatinado con respecto a los comicios de 2016.

Servicio militar y controles fronterizos

El politólogo Alexander Häusler, experto en movimientos de ultraderecha, cree que las próximas elecciones podrían “marcar el final de la historia de éxito” del partido, que entró por primera vez en el Parlamento alemán en 2017 con un 12,6% de los votos, lo que le convirtió en la primera fuerza de la oposición. La formación no ha podido sacar rédito de la pandemia, pese a llevar un año centrándose en la covid-19 y las restricciones por la pandemia y dejando en un segundo plano los que fueron sus temas centrales: los extranjeros, los refugiados y el islam.

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La AfD se ha sumado al movimiento Querdenken de protesta contra las restricciones, que aglutina a colectivos e individuos muy dispares enfadados con el Gobierno: negacionistas, antivacunas, conspiracionistas. El movimiento está cada vez más radicalizado por la mayor presencia de ultraderechistas, alertaban la semana pasada las autoridades de Baden-Württemberg. Unas 10.000 personas se manifestaron sin mascarillas ni distancia la semana pasada en Stuttgart y se produjeron agresiones a periodistas.

Häusler cree que la AfD puede intentar capitalizar el miedo a las consecuencias económicas de la crisis y situarse como “una alternativa patriótico-social nacionalista”, señaló este jueves en un encuentro virtual con corresponsales extranjeros. El politólogo añadió que los intentos de moderar el partido no han dado resultado y que la AfD lleva años en “un permanente proceso de radicalización”. Estar sometido a la vigilancia de la Oficina para la Protección de la Constitución alemana (BfV), los servicios secretos internos, ha sido la culminación. El partido al completo, y no ya un ala radical o una sección regional, se considera sospechoso de radicalismo y de ir en contra de los valores constitucionales del país. La AfD va a hacer campaña con el lema “Alemania, pero normal”, según la televisión pública ARD. En el borrador del programa, adelanta la cadena, incluye la vuelta al servicio militar obligatorio, la vuelta al marco alemán, a los controles fronterizos y la preservación de la energía nuclear y del carbón.

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