La expulsión de dos diplomáticos rusos destapa una supuesta red de espías en Colombia

Una operación de contraespionaje de los servicios de inteligencia del país andino enfría las relaciones con Moscú, que responde con la misma medida

El embajador de Colombia en Moscú, Alfonso López Caballero, durante un evento con el presidente Ruso Vladimir Putin en 2016.CANCILLERÍA COLOMBIA

La expulsión de dos diplomáticos rusos de Colombia ha destapado esta semana una supuesta trama de espías que llevaba años tratando de obtener información confidencial de empresas públicas y privadas, infraestructuras y, sobre todo, del sector energético. Las alarmas de la Dirección Nacional de Inteligencia (DNI) saltaron en 2017 y tras un largo operativo de contraespionaje, denominado Operación Enigma, los agentes determinaron que Aleksandr Paristov y Aleksandr Nicolayevich Belosuv, funcionarios del Kremlin acreditados como pers...

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La expulsión de dos diplomáticos rusos de Colombia ha destapado esta semana una supuesta trama de espías que llevaba años tratando de obtener información confidencial de empresas públicas y privadas, infraestructuras y, sobre todo, del sector energético. Las alarmas de la Dirección Nacional de Inteligencia (DNI) saltaron en 2017 y tras un largo operativo de contraespionaje, denominado Operación Enigma, los agentes determinaron que Aleksandr Paristov y Aleksandr Nicolayevich Belosuv, funcionarios del Kremlin acreditados como personal de la Embajada en Bogotá, realizaban actividades que se salían de los protocolos de la diplomacia.

La canciller colombiana, Claudia Blum, anunció que el Gobierno de Iván Duque tomó la decisión de solicitar el retiro de estos representantes rusos a principios de mes, “tras la verificación de que estaban desarrollando en el país actividades incompatibles con lo previsto en la Convención de Viena sobre relaciones diplomáticas”. Este instrumento internacional establece que “el agente diplomático” pierde su inmunidad si actúa “fuera de sus funciones oficiales”. Los funcionarios salieron el pasado 8 de diciembre de Bogotá y, tras una escala en Cartagena de Indias, embarcaron en un vuelo de la aerolínea KLM con destino a Ámsterdam.

Paristov era, según un informe de la DNI dado a conocer por Caracol Radio, un enviado del Servicio de Inteligencia Exterior (SRV). “Quedó en evidencia por las actividades que venía realizando, características típicas de agentes de inteligencia”. Belosuv, en cambio, señalan las autoridades colombianas, pertenece al Departamento Central de Inteligencia, la rama de espionaje militar, y también desempeñó labores que consideraron sospechosas. Entre ellas, según la operación desvelada en un primer momento por la revista Semana, de línea oficialista, figuraba la conformación de una red de colaboradores o informantes locales.

También hay un tercer hombre que dio pie a las primeras sospechas de Colombia. Se trata de Román Borisov, que según los detalles que han trascendido hasta ahora era formalmente tercer secretario de la Embajada y tras ser descubierto abandonó el país. Moscú reaccionó a la expulsión con una medida recíproca, forzando el retiro de un funcionario consular colombiano y de la agregada de Cultura de la Embajada, Leonardo González y Ana María Pinilla. Con todo, la canciller Blum manifestó en una comunicación oficial que “pese a estas circunstancias el propósito de Colombia es mantener el buen nivel que tradicionalmente ha marcado las relaciones diplomáticas, comerciales y de cooperación con la Federación Rusa”.

Esta trama, centrada según todas las informaciones en la infiltración del sector petrolero o, de acuerdo con un testimonio publicado por Semana, del Banco de la República, se produce en un contexto de quiebra absoluta de las relaciones entre Bogotá y Caracas. Y el presidente ruso, Vladímir Putin, es uno de los principales aliados internacionales del venezolano Nicolás Maduro. Esto hizo que se desataran las especulaciones, sobre todo porque a través de la frontera con Venezuela ingresan a diario miles de personas, a menudo sin control o transitando por caminos informales.

El Gobierno de Duque es uno de los que más endureció en los últimos años la presión internacional contra el chavismo junto con la Administración saliente de Estados Unidos, encabezada por Donald Trump, y los sectores conservadores colombianos temen que detrás de esta red haya un intento de injerencia política en el país. Sin embargo, la oposición y la izquierda no han ocultado sus reservas. “No sé si la acción de Duque contra los diplomáticos rusos, buscando alistarse con Biden ante un presunto conflicto Rusia/EE UU, no vaya a cerrar las puertas de posibles compras de la vacuna Sputnik V”, escribió en Twitter el senador y excandidato presidencial Gustavo Petro. El partido heredero de la extinta guerrilla de las FARC, la Fuerza Alternativa Revolucionaria del Común, fue más allá y se mofó de las acusaciones. “Los rusos estaban espiando la tecnología usada en el túnel de La Línea [una obra cuya construcción tardó un siglo] y los acordes complejos y tensos que usa Iván Duque cuando toca guitarra”, lanzó.

El presidente colombiano, de momento, se ha negado a ofrecer públicamente más datos relacionados con la Operación Enigma. “El revelar más información en este momento no responde al principio de seguir llevando las relaciones binacionales. Nosotros las llevamos siempre con el mejor espíritu, pero cualquier diplomático que esté en nuestro país y que esté actuando contrariamente a la Convención de Viena se notificará al país para que proceda al retiro de ese personal”, advirtió en declaraciones a la cadena NTN 24.







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