Una ofensiva talibán causa al menos 35.000 desplazados en el sur de Afganistán

La aviación estadounidense interviene para frenar un ataque sin precedentes desde la firma de su acuerdo con los insurgentes

Una familia huye de los combates en una de las zonas de la provincia afgana de Helmand atacadas por los talibanes.- (AFP)

Al menos 35.000 personas se han visto obligadas a abandonar sus casas en el sur de Afganistán por los combates entre las fuerzas de seguridad y los talibanes esta semana. Muchas más se encuentran atrapadas y se desconoce el número de bajas. Los soldados afganos tratan de frenar el avance de la guerrilla sobre la capital de la provincia de Helmand. La ofensiva insurgente ha motivado la intervención de la aviació...

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Al menos 35.000 personas se han visto obligadas a abandonar sus casas en el sur de Afganistán por los combates entre las fuerzas de seguridad y los talibanes esta semana. Muchas más se encuentran atrapadas y se desconoce el número de bajas. Los soldados afganos tratan de frenar el avance de la guerrilla sobre la capital de la provincia de Helmand. La ofensiva insurgente ha motivado la intervención de la aviación estadounidense cuestionando así tanto las conversaciones de paz intraafganas que se celebran en Qatar como el deseo del presidente Donald Trump de retirar sus tropas del país asiático para Navidad.

Los talibanes lanzaron su ataque el pasado domingo en varias comarcas de Helmand con el objetivo de alcanzar Lashkar Gah, la capital. “Los muyahidín [combatientes] han respondido al llamamiento de la población local y regresado a las zonas que controlaban con anterioridad”, justificaba al día siguiente el portavoz de la guerrilla, Zabihullah Mujahid, en su cuenta de Twitter. (Tropas británicas y estadounidenses combatieron durante años para expulsarles de una ristra de distritos dedicados al cultivo de opio en esa provincia afgana).

Pocas horas después, fuerzas especiales afganas, con apoyo aéreo de Estados Unidos, iniciaban una operación para impedir que los insurgentes tomaran Lashkar Gah y recuperar las áreas que habían tomado. Desde entonces, al menos 5.000 familias (unas 35.000 personas) se han visto desplazadas por los combates, según estimaciones de las autoridades locales difundidas por la Misión de Asistencia de Naciones Unidas para Afganistán (UNAMA). La misma fuente sospecha que hay más personas atrapadas en la ciudad, ya que la carretera de salida hacia la vecina Kandahar se ha visto afectada por los enfrentamientos.

“El cierre de los centros sanitarios en varias comarcas ha dejado sin atención médica a 38.000 personas”, denunciaba la agencia de la ONU en su última evaluación de emergencia. Algunos de esos cierres se deben a los combates, pero otros se han producido por amenazas al personal sanitario. La ONU no identifica la fuente de esas amenazas, pero se deduce que proceden de los talibanes. Además, constata, “la electricidad y las líneas de comunicación se han interrumpido en partes de las provincias de Kandahar y Helmand”, lo que dificulta la gestión de la ayuda.

La intervención de la aviación estadounidense da una idea de la gravedad de la ofensiva talibán, ya que Washington había limitado sus operaciones desde el acuerdo firmado con la guerrilla el pasado febrero. El objetivo de aquel pacto era obtener garantías de seguridad de los talibanes a cambio de retirar sus soldados para mayo de 2021 y que los insurgentes iniciaran un diálogo con el Gobierno de Kabul (al que no reconocen como legítimo).

Deseosos de librarse de la presencia extranjera (el principal obstáculo a su deseo de volver a hacerse con el control de Afganistán), los talibanes han cesado sus operaciones contra las tropas foráneas. Sin embargo, han seguido atacando a las fuerzas de seguridad afganas y rechazado las propuestas de alto el fuego del Gobierno de Kabul, pero hasta ahora no habían osado lanzar una ofensiva de la envergadura de la que ahora libran en Helmand.

Esa actitud (y la parsimonia con la que avanzan las conversaciones intraafganas en Doha) cuestiona su compromiso con una solución negociada al conflicto que se arrastra desde que la intervención estadounidense les echó del poder en 2001. Aun así, Trump sugirió hace unos días que quería a los soldados estadounidenses en casa para Navidad. Eso sin duda da alas a los insurgentes. “Anoche, se celebró una sesión plenaria de los dos equipos negociadores afganos”, tuiteaba este jueves el portavoz de la oficina política de los talibanes en la capital de Qatar, Mohamed Naeem, como si los combates sobre el terreno no afectaran al proceso.


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