Las elecciones en Estados Unidos obligan a Brasil a rediseñar su política exterior
Una victoria de Biden puede aislar al Gobierno de Bolsonaro y la permanencia de Trump representaría la continuidad de una relación considerada sumisa
Martes, 29 de septiembre. Noche de debate en Estados Unidos entre el presidente Donald Trump, que busca la reelección el próximo 3 de noviembre, y el exvicepresidente Joe Biden. El demócrata anuncia que movilizará “al hemisferio y al mundo para conseguir 20.000 millones de dólares...
Martes, 29 de septiembre. Noche de debate en Estados Unidos entre el presidente Donald Trump, que busca la reelección el próximo 3 de noviembre, y el exvicepresidente Joe Biden. El demócrata anuncia que movilizará “al hemisferio y al mundo para conseguir 20.000 millones de dólares para que Brasil no queme más la Amazonia”, antes de que el país tenga que “enfrentar consecuencias económicas significativas”. De madrugada, Jair Bolsonaro escribía en Twitter: “Lo que algunos aún no han entendido es que Brasil ha cambiado. Hoy, su presidente, a diferencia de la izquierda, ya no acepta sobornos, demarcaciones [de tierras protegidas] criminales o amenazas infundadas. NUESTRA SOBERANÍA ES INNEGOCIABLE”. “Me cuesta entender, como jefe de Estado que ha recuperado completamente la diplomacia con Estados Unidos tras décadas de gobiernos hostiles, una declaración tan desastrosa y gratuita. Lamentable, Sr. Joe Biden, en todos los aspectos, lamentable”, agregó el líder brasileño.
El enfrentamiento a distancia entre Bolsonaro y Biden es un ensayo de los dilemas que el Gobierno brasileño tendrá que afrontar en caso de que gane el demócrata. Bolsonaro inauguró una política exterior basada en un alineamiento automático y sumiso con los Estados Unidos de Trump, algo que ni siquiera había sucedido cuando los militares tomaron el poder con el respaldo de los estadounidenses en 1964. Públicamente, el presidente brasileño apuesta por la reelección del republicano y la continuidad de esta relación. Sin embargo, las encuestas sonríen a Biden. Según tres expertos consultados por EL PAÍS, Bolsonaro deberá optar entre tener una relación pragmática con Biden o elevar el tono contra su administración, lo que aislaría a Brasil en la comunidad internacional.
Tanto Biden como Bolsonaro quieren preservar los intereses comerciales y empresariales entre los dos países, ya que Estados Unidos es el segundo mayor importador de productos brasileños después de China. A la vez, desde el punto de vista geopolítico, Brasil es un actor importante para frenar la influencia china en América Latina. “Independientemente de quién gane, es plausible que Bolsonaro intente utilizar la licitación del 5G para obtener más influencia en la Casa Blanca, como dio a entender en su discurso en la ONU”, explica Matias Spektor, especialista en política exterior brasileña y profesor de Relaciones Internacionales en la Fundación Getúlio Vargas de São Paulo. Pero Spektor recuerda que algunos sectores de la industria y la agroindustria que forman parte de la base bolsonarista se verían afectados si las relaciones con el gigante asiático se tambalearan. No es fácil encontrar el punto de equilibrio.
Los expertos también coinciden en que una victoria de Biden pondría la agenda ambiental en el centro de la diplomacia y la política interior, con el probable regreso de Estados Unidos al Acuerdo de París. Oliver Stuenkel, profesor de Relaciones Internacionales de la Fundación Getúlio Vargas de São Paulo y columnista de EL PAÍS, recuerda que Bolsonaro “actúa de forma estridente” cuando se trata del medio ambiente y los incendios en la Amazonia. Y que la presión del partido demócrata sobre Biden será muy grande. “Hablé con los asesores de política exterior de Biden. Quieren una relación pragmática, pero dicen que no está en sus manos por la forma de actuar de Bolsonaro. Podemos esperar un escenario de choque similar al que ocurrió con [el presidente francés Emmanuel] Macron”.
El negacionismo y la retórica agresiva de Bolsonaro con relación a los incendios en la Amazonia llevaron a Brasil a un aislamiento sin precedentes en la comunidad internacional. La guinda del pastel ha sido el reciente revés del acuerdo comercial entre la Unión Europea y el Mercosur: el Parlamento europeo ha rechazado el pacto a menos que haya cambios en la agenda ambiental de los países del Mercosur.
Un “brote de pragmatismo”
Carlos Gustavo Poggio, americanista y profesor de Relaciones Internacionales de la Fundación Armando Alvares Penteado, opina sin embargo que el presidente terminará cediendo y moderando el discurso. “A corto plazo creo que una victoria de Biden generaría fricciones, sí, pero a largo plazo es probable que Brasil sufra un brote de pragmatismo también en el ámbito internacional”, explica Poggio. Y añade que en Brasilia ya se discute la sustitución del canciller Ernesto Araujo. “Algunas señales muestran una cierta reorientación del Gobierno, que se aproxima al Centrão [conjunto de partidos políticos sin una ideología específica que tienen como objetivo estar cerca del Ejecutivo para conseguir ventajas]. Creo que una victoria de Biden consagraría esta reorientación”.
El presidente brasileño también se ha alineado con dictaduras, como la de Arabia Saudí, en los foros de derechos humanos, además de ser objeto de varias denuncias. También se ha peleado con países como Francia, Alemania y Argentina. Spektor y Stuenkel no descartan un giro aún más radical, que sin duda aislaría todavía más Brasil. “Si Biden, por cualquier razón, empieza a atacar a Bolsonaro, su reacción será la de defenderse. Y no se defenderá cambiando la política medioambiental, sino que se defenderá atacando”, explica Spektor.
Además, existe la necesidad de mantener una base bolsonarista radical, que cada vez está más insatisfecha con el pragmatismo del presidente en la política interior de alianzas. “La política exterior brasileña existe, hoy, para animar a esta base. Aunque el coste sea alto para Brasil, internamente no es malo para Bolsonaro estar aislado a nivel internacional”, explica Stuenkel, y recuerda que en Turquía impera el discurso del Gobierno de Recep Erdogan de que hay una conspiración internacional contra el país. A la vez, aunque Trump pierda, el trumpismo debe seguir siendo un movimiento político fuerte en Estados Unidos, y los radicales podrían presionar para que Brasil se alinee con la oposición estadounidense. “La narrativa de que el mundo es peligroso, que los globalistas han tomado la Casa Blanca, es muy atractiva en términos electorales. Lamentablemente, tenemos que prepararnos para la posibilidad de que Brasil esté mucho más aislado”, añade.
De cualquier manera, gane Trump o Biden, sea Bolsonaro más pragmático o más radical, Brasil tardará años en reconstruir su imagen en la comunidad internacional. “La reputación de los países sigue la lógica de la reputación de las personas. Se tarda décadas en construir y un instante en destruir. Y el tema ambiental ha cobrado mucha importancia. Los efectos del cambio climático son más vívidos, y Brasil ha cambiado una agenda de más de 30 años en el peor momento posible”, argumenta Spektor. “Nuestra imagen ya está quemada en el mundo, no hay vuelta atrás. La idea de que tenemos un jefe de Estado mitómano ya está consolidada en el resto del planeta”.
Una victoria de Trump
Si Trump gana, los expertos creen que Brasil se escudará en Estados Unidos. “El mundo estará muy preocupado por Estados Unidos y Brasil no estará en el punto de mira”, opina Stuenkel. El problema es que incluso esta relación aparentemente fluida con los republicanos tiene trampa. “Es una relación asimétrica. El canciller Ernesto Araújo ya les ha dicho a los diplomáticos estadounidenses que Brasil hará lo que quieran. Brasil se ha puesto en una situación muy frágil para poder negociar”, dice.
Para Poggio, el acercamiento a Estados Unidos es legítimo, “pero se ha hecho de manera equivocada y amateur, dándole la espalda al Partido Demócrata”. Las promesas de Trump de firmar un acuerdo comercial con Brasil tienen que pasar necesariamente por el Congreso, y todo indica que los demócratas saldrán fortalecidos en las próximas elecciones. “Brasil no ha construido suficientes puentes con la sociedad estadounidense ni con los congresistas, sean republicanos o demócratas”, añade el profesor.
En el horizonte de las elecciones todavía existe la posibilidad de que Biden gane en número de votos, pero pierda en los colegios electorales. O de que, ante un resultado ajustado, Trump no reconozca su derrota, como ya ha dado a entender, y acuda a los tribunales para anular los votos por correo. Los analistas creen que las instituciones estadounidenses pueden salir perjudicadas y la población las cuestione por todo este proceso. Eso quizás podría allanar el camino para que Bolsonaro y otros movimientos de extrema derecha se radicalicen aún más a nivel nacional.
A pesar de los impactos negativos en el escenario internacional, no está claro qué puede suceder en Brasil si se normaliza la política trumpista. En primer lugar, el actual autoritarismo de extrema derecha sigue lógicas y dinámicas locales, explica Spektor. Y, a pesar de las similitudes tácticas entre los líderes populistas, la coalición transnacional que propuso el ideólogo estadounidense Steve Bannon no se ha puesto en práctica.
“Trump nunca apostó por esta estrategia, porque no duda en echar a sus aliados a la hoguera”, argumenta Specktor, para quien tampoco está claro que el republicano haga un segundo mandato aún más radical, como predicen los analistas. Según su lectura, Trump seguramente se centrará en nombrar aliados para puestos en la Justicia estadounidense. Una vez fuera de la presidencia, necesita escapar de las demandas. “Trump y Bolsonaro empezaron su mandato siendo radicales. No necesitan ser moderados al principio, la moderación es lo que los debilita”, dice.