Los republicanos se aseguran los votos para elegir al nuevo juez del Supremo de EE UU antes de las presidenciales
Trump baraja los nombres de cinco mujeres para el relevo de la magistrada Ginsburg y anunciará su elección el sábado
Donald Trump tiene el camino despejado para poder nominar a una nueva juez del Tribunal Supremo y consolidar el giro conservador del alto tribunal, formado por nueve miembros, cinco de ellos elegidos por presidentes republicanos. La muerte de la juez progresista Ruth Bader Ginsburg, el pasado viernes, ha brindado al presidente de Estados Unidos la oportunidad de una gran victoria política a poco más de un mes de las elecciones, pese a lo polémico que resulta ocupar semejante c...
Donald Trump tiene el camino despejado para poder nominar a una nueva juez del Tribunal Supremo y consolidar el giro conservador del alto tribunal, formado por nueve miembros, cinco de ellos elegidos por presidentes republicanos. La muerte de la juez progresista Ruth Bader Ginsburg, el pasado viernes, ha brindado al presidente de Estados Unidos la oportunidad de una gran victoria política a poco más de un mes de las elecciones, pese a lo polémico que resulta ocupar semejante cargo vitalicio en plena campaña electoral. El puesto se confirma en el Senado, donde los republicanos son mayoría, y algunos senadores del partido que podrían haberse opuesto a la votación, como Mitt Romney, muy crítico con Trump, han disipado las dudas y mostrado su apoyo.
En lugar de esperar a que el mandatario que salga de las urnas en noviembre proponga un nombre, como reclama la oposición demócrata y defendían hasta ahora los republicanos, Trump se afana en amarrar a su candidata conservadora —avanza que será una mujer—, que anunciará el sábado.
“El Senado votará esta nominación este año”, recalcó el líder de los republicanos de Estados Unidos en la Cámara alta, Mitch McConnell. “Tiene tiempo de sobra para este proceso”, insistió. Aunque el 3 de noviembre se renueve un tercio del Senado, los nuevos representantes no tomarán posesión de su escaño hasta el 3 de enero.
Para sacar adelante a la elegida, los republicanos solo necesitan convencer a los suyos, pues controlan 53 de los 100 escaños del Senado y solo necesitan 51 votos. Las senadoras Susan Collins, de Maine, y Lisa Murkowski, de Alaska, se han mostrado contrarias a la posición mayoritaria de su partido, pero otros nombres republicanos sobre los que se dudaba aclararon su posición este lunes. Charles E. Grassley, de Iowa, y Cory Gardner, de Colorado, han afirmado que votarán a cualquier nominado que esté “cualificado”.
Este martes se han disipado todas las dudas sobre los posibles republicanos que se podrían desmarcar de la postura de la Administración, allanando el camino para comenzar con el proceso de audiencias en la Cámara alta y su posterior ratificación. Todas las miradas se centraban en Mitt Romney, de Utah, conocido por su oposición a Trump y que, además, votó a favor del impeachment del presidente (aunque lo hizo consciente de que no tenía efecto real). El senador ha indicado este martes a través de un comunicado que seguirá la Constitución, lo que se traduce en que está de acuerdo en proceder a cubrir la vacante de Ginsburg antes de los comicios. “Si el candidato llega al Senado, tengo la intención de votar según sus cualificaciones”, sostuvo. Con esta declaración, allana el camino para la votación en el Congreso.
Por su parte, Trump confirmó que espera hacer pública la elección el sábado, una vez concluidos los homenajes y servicios funerarios a la legendaria juez Ginsburg, una figura capital en la lucha por los derechos civiles de EE UU, especialmente la igualdad entre hombres y mujeres, de enorme popularidad. Era una de las pocas magistradas del Supremo, compuesto por seis varones y tres mujeres, y el presidente republicano se ha comprometido a no reducir más esa proporción proponiendo otra juez.
El presidente estadounidense señaló este lunes que está barajando una lista de cinco nombres. Según The New York Times, la mejor situada es Amy Coney Barrett, conservadora de 48 años, aunque también figuran entre las candidatas la cubano-estadounidense Bárbara Lagoa, de 52; Allison Jones Rushing, de 38; y una abogada de la Casa Blanca, Kate Todd, de 45. La edad de las candidatas resulta muy relevante, ya que el de magistrado del Supremo es un puesto vitalicio (Ginsburg falleció estando en activo, con 87 años) y optar por alguien de mediana edad garantiza amarrar esa plaza durante décadas. Ese blindaje, al mismo tiempo, también ayuda a asegurar la independencia del poder.
Hay otra proporción en juego. Ahora, cinco de los miembros del alto tribunal son considerados conservadores, nominados por presidentes republicanos, frente a cuatro progresistas (incluida la recién fallecida Ginsburg). Si la sustituta es conservadora, la balanza se inclinará aún más. El republicano ya ha logrado nombrar a otros dos jueces considerados conservadores en el Supremo, Neil Gorsuch y Brett Kavanaugh.
Trump se mostró confiado en que los senadores de su partido cerrarán filas y confirmarán a la nueva juez, aunque suponga una contradicción con lo que defendieron en 2016, cuando murió uno conservador, Antonin Scalia, en pleno año electoral bajo la presidencia de Barack Obama, y se impidió el nombramiento hasta que tomó posesión la nueva Administración. “Sería muy malo para ellos, los votantes que les han escogido lo han hecho por una ideología o sensibilidad y no quieren que lo hagan [bloquear el nombramiento]”, dijo el presidente.
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