París y Berlín presionan para lograr un acuerdo para la reconstrucción de la UE
Macron y Merkel quieren alcanzar un pacto en julio y advierten a los países 'frugales' que su futuro económico está en juego
Que no hayan podido darse la mano y que hayan tenido que mantener la distancia física no ha impedido a Emmanuel Macron y a Angela Merkel escenificar el nuevo vigor y la unidad que la emergencia del coronavirus ha inyectado al eje franco-alemán. Berlín y París recordaron el lunes en el castillo de Meseberg a los llamados países frugales –Holanda, Suecia, Austria y Dinamarca– que son beneficiarios netos del mercado interior y que, por lo tanto, es en su interés llegar a ...
Que no hayan podido darse la mano y que hayan tenido que mantener la distancia física no ha impedido a Emmanuel Macron y a Angela Merkel escenificar el nuevo vigor y la unidad que la emergencia del coronavirus ha inyectado al eje franco-alemán. Berlín y París recordaron el lunes en el castillo de Meseberg a los llamados países frugales –Holanda, Suecia, Austria y Dinamarca– que son beneficiarios netos del mercado interior y que, por lo tanto, es en su interés llegar a un acuerdo de financiación que permita a los países más afectados de la Unión superar los estragos causados por la pandemia.
Alemania y Francia propusieron a mediados de mayo un fondo de reconstrucción de medio billón de euros financiado con una emisión de deuda conjunta. Ese impulso allanó el camino para el plan de recuperación que Bruselas presentó a finales de mayo y que consiste en un paquete de subsidios y préstamos que suma 750.000 millones de euros. A mediados de julio, los líderes de la UE tienen previsto reunirse físicamente en Bruselas con la idea de ultimar el paquete de financiación. Pero deben aún vencer la resistencia de los autodenominados frugales, los halcones presupuestarios de la UE.
En la última cumbre europea, del 18 y 19 de junio, los cuatro países reticentes mantuvieron una posición en bloque, sin dar muestras de ninguna fisura. El presidente del Consejo Europeo, Charles Michel, confía en que la próxima cita del 17 y 18 de julio, que se espera que por primera vez desde febrero sea presencial, permita negociar a varias bandas, con conciliábulos en grupo más reducidos. Fuentes comunitarias creen que el formato virtual ha facilitado el atrincheramiento de los países en sus posiciones de partida y esperan que el reencuentro abra una vía hacia el acuerdo. Macron y Merkel ya han empezado a trabajar en los últimos días esa posible cuña. El presidente francés visitó la semana pasada La Haya, donde mantuvo una cena de trabajo con el primer ministro holandés, Mark Rutte. “Esperamos que podamos encontrar una solución, a pesar de que queda un largo camino por recorrer”, indicó Merkel constatando la falta de acuerdo.
El argumentario de Macron insiste en recordar a los frugales que el fondo de recuperación “no es solo una cuestión de solidaridad, sino también de interés propio”. El presidente francés ha subrayado en Meseberg que los países reacios a la creación del fondo “son todos beneficiarios netos del mercado interior”, en alusión al enorme dividendo que Países Bajos, Suecia, Austria y Dinamarca logran gracias a su pertenencia a un mercado de 500 millones de personas. Los datos manejados por la Comisión Europea muestran que más del 70% de las exportaciones holandesas y austriacas tienen el mercado interior como destino. Y ese mercado reporta una ganancia de bienestar de más de 1.500 euros per cápita a ambos países, cifra que se eleva a 1.680 en el caso de Dinamarca y a 1.300 en el de Suecia. El beneficio per cápita en España e Italia, los dos países que saldrán más beneficiados con el fondo, se sitúa en 590 y 760 euros, respectivamente.
Este lunes ha sido la primera vez que Macron y Merkel se han visto cara a cara desde que la pandemia sometiera a la diplomacia del cuerpo a cuerpo a un extraordinario paréntesis. La cita se produce dos días antes de que Alemania asuma la presidencia rotatoria de la Unión. “Las expectativas son muy grandes”, reconoció Merkel.
La pandemia, que Merkel ha considerado el mayor desafío para la UE desde la Segunda Guerra Mundial, ha trastocado evidentemente los planes alemanes para una presidencia que ha despertado una enorme expectación. Ultimar la aprobación del plan de recuperación es una urgente prioridad de la presidencia alemana. Merkel dejó claro recientemente en el Bundestag que Berlín es consciente de que los estragos socioeconómicos del coronavirus pueden convertirse en terreno fértil para los populismos. Apoyar a los países más afectados, como España o Italia, se ha convertido en una prioridad sobrevenida, consecuencia de la pandemia.
Para París y para Berlín, no hay tiempo que perder y en Meseberg recordaron que aspiran a cerrar un acuerdo sobre el fondo de reconstrucción, así como sobre los presupuestos plurianuales de la Unión en julio, antes del receso de verano. Los países del sur son también conscientes de que cuanto más tarde en ponerse en pie el paquete europeo, más profunda será la recesión. “Es nuestra prioridad absoluta”, señaló Macron.
Pero también se trata para el eje franco-alemán de utilizar el desafío monumental que plantea la pandemia para reformar Europa. “Ha llegado el momento de la verdad para Europa. Podemos convertir el momento de la verdad en un éxito”, dijo Macron. La transformación para por alumbrar una Europa más verde, más social y más digital.
La cita de este lunes es una suerte de reedición. Hace dos años, Merkel y Macron se conjuraron en Meseberg para liderar la transformación de una Unión Europa que se enfrentaba al Brexit, los populismos y las intensas grietas trasatlánticas. Aquellas amenazas existenciales para la Unión no han dejado de agravarse. En los últimos cuatro meses se les ha añadido además una mucho más urgente y de magnitud incomparable: la pandemia del coronavirus. Aquel impulso de hace dos años no acabó de cuajar. En parte, porque Berlín arrastró los pies a la hora de crear un presupuesto común de cierta envergadura. Ahora, es necesario un empuje mucho mayor y más decidido para afrontar el nuevo reto.
Mascarilla para ir al supermercado
Durante la conferencia de prensa en el castillo de Meseberg, al norte de Berlín, una periodista le preguntó a la canciller Merkel que por qué nunca se la veía con mascarilla. En la mayoría de los 16 Estados federados alemanes, la mascarilla es obligatoria en el transporte público y en los comercios, pero no en la calle.
Merkel ha defendido desde el primer momento las medidas más restrictivas frente a políticos que han peleado por la apertura de la economía lo antes posible y ha llamado a la población a la prudencia y a observar las reglas sanitarias desde el primer momento. A la pregunta, contestó que cuando “mantiene la distancia física”, como sucedió durante la comparecencia con Macron, no necesita mascarilla. “Cuando voy a la compra, por supuesto que cumplo con las recomendaciones”. Pero también añadió que no pensaba decirle dónde y cuándo va al supermercado.
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