La cumbre entre la UE y China evidencia la distancia política y económica entre los dos bloques

Bruselas expresa a Pekín sus "graves preocupaciones" sobre Hong Kong y le reclama más reformas comerciales

El presidente del Consejo Europeo, Charles Michel, al comienzo de su participación en la cumbre virtual UE-China.YVES HERMAN (AFP)

Ni comunicado conjunto. Ni rueda de prensa compartida. Ni gestos de acercamiento. La cumbre entre la UE y China estuvo marcada por el distanciamiento digital que impone la pandemia pero, sobre todo, por la creciente brecha política y comercial entre dos potencias que ven alejarse la posibilidad de pactar una alternativa al mundo unilateral de Donald Trump. Los líderes europeos expresaron a China sus “graves preocupaciones” ...

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Ni comunicado conjunto. Ni rueda de prensa compartida. Ni gestos de acercamiento. La cumbre entre la UE y China estuvo marcada por el distanciamiento digital que impone la pandemia pero, sobre todo, por la creciente brecha política y comercial entre dos potencias que ven alejarse la posibilidad de pactar una alternativa al mundo unilateral de Donald Trump. Los líderes europeos expresaron a China sus “graves preocupaciones” sobre la ley de seguridad nacional para Hong Kong. Pekín recurrió a las buenas palabras y puso el acento en la cooperación.

La 22ª cumbre debía haberse celebrado el pasado mes de marzo, pero la extensión global de la pandemia obligó a cancelarla. Las relaciones entre ambas potencias desde entonces no han hecho sino deteriorarse. La Comisión Europea ha venido señalando en las últimas semanas a Pekín como uno de los responsables de instigar los bulos que se han difundido mediante las redes sociales durante la crisis de la covid-19.

El encuentro fue calificado de “abierto”, “sustantivo”, “intenso” o “franco” por la presidenta de la Comisión Europea, Ursula von der Leyen, y el jefe del Consejo Europeo, Charles Michel, que se reunieron de forma virtual con el presidente chino, Xi Jinping, y el primer ministro, Li Keqiang. A partir de ahí, la rueda de prensa de los dos líderes europeos evidenció la multitud de ámbitos en los que ambos bloques siguen distanciándose.

Von der Leyen confirmó las bajas expectativas sobre la reunión al calificarla como “solo un punto de partida” en el marco de una relación que va a requerir de grandes dosis de “confianza” y “reciprocidad”. La presidenta asumió el análisis que el Ejecutivo de Jean-Claude Juncker había hecho de China. “Es un socio negociador, un competidor económico y un rival sistémico”, recordó la presidenta.

La conciliación de esos tres vértices de la relación resulta cada vez más ardua, en especial con el deterioro del respeto a los derechos humanos. La UE venía denunciando ya los abusos a las minorías uigur y tibetana o a los activistas por los derechos humanos. Este lunes pidió a China que “reconsiderara” sus últimas decisiones respecto a Hong Kong. “La Unión Europea ha reiterado su grave preocupación por las medidas adoptadas por China para imponer la legislación de seguridad nacional en Hong Kong”, sostuvo Michel. A su lado, Von der Leyen fue tajante: “Para la UE, los derechos humanos y las libertades fundamentales no son negociables”.

Los líderes europeos tampoco apreciaron avances en el terreno económico. A pesar de que las relaciones comerciales entre ambos bloques son cada vez más intensas, Bruselas y Pekín siguen sin ser capaces de alcanzar un acuerdo sobre inversiones tras seis años de negociaciones. Solo el año pasado, las importaciones chines a la UE alcanzaron los 362.000 millones de euros. En dirección contraria, las exportaciones europeas sumaron 198.000 millones.

La cumbre prevista para septiembre en Leipzig (Alemania) podría haber dado un impulso a ese pacto, pero sin ese encuentro en el calendario fuentes diplomáticas dan por hecho que no será posible cerrarlo en 2020. “Necesitamos más ambición del lado chino para concluir las negociaciones sobre un acuerdo de inversión”, admitió Von der Leyen.

Un comunicado del Gobierno chino divulgado a última hora de la noche en Pekín utilizaba un lenguaje más optimista, aunque deliberadamente vago. “Los líderes apuntaron que las conversaciones han logrado progresos y reiteraron sus esfuerzos para cerrar un acuerdo este año”, indica el texto. “Los líderes de ambas partes esperan alcanzar un acuerdo ambicioso y de alto nivel, y se mostraron de acuerdo en acometer los mayores esfuerzos para alcanzar lo antes posible un consenso sobre las reglas de una libre competencia y otras áreas”.

El cierre de ese pacto, sin embargo, requiere muchos progresos en apenas seis meses. Michel ayer apenas desgranó un puñado: Pekín debe permitir el acceso de las empresas europeas a sus mercados, dejar de dopar a sus empresas para sacarlas a competir en Europa, abrir sus sistemas de contratación pública, garantizar un terreno de juego nivelado o dotar de transparencia a la transferencia tecnológica de Europa a su país. “Seguimos teniendo una relación comercial y de inversión desequilibrada. No hemos logrado el progreso que perseguíamos en la declaración de la cumbre del año pasado”, concluyó la presidenta de la Comisión.

Acuerdos para el multilateralismo

Bruselas necesita de China para restablecer el mundo multilateral que Donald Trump ha ido erosionando. La Comisión volvió a requerirle su compromiso para reformar la Organización Mundial del Comercio, preservar los Acuerdos de París o pactar un nuevo régimen mundial de ayudas de Estado. También el acuerdo nuclear con Irán depende en gran medida de ese vínculo. El primer ministro chino, según la versión de los medios de su país, se mostró favorable a la colaboración en la OMC y en la lucha contra el cambio climático. También para mantener la estabilidad en las cadenas globales de suministro, de modo que se minimice el impacto del coronavirus en la economía mundial.

Sin embargo, la UE y China siguen sin poder “reequilibrar”, en palabras de Michel, sus relaciones comerciales. Para ello, Bruselas piensa rearmarse con herramientas que le permitan analizar e incluso vetar adquisiciones de empresas chinas subvencionadas en Europa o privarlas de participar en concursos públicos. Esa posibilidad era vista con recelos tanto por el norte, reacio a limitar el libre comercio, como el sur, receptor de inversión china. Sin embargo, fuentes diplomáticas coinciden en que los Veintisiete van convergiendo a una posición cada vez “más unísona” y “menos ingenua” al respecto.

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