Muere el sociólogo Héctor Rosada, negociador clave del proceso de paz que puso fin a 36 años de guerra civil en Guatemala

El analista político fue uno de los testigos claves en el juicio por genocidio que se desarrolló en contra del dictador Efraín Ríos Montt y fue perito en juicios contra altos mandos castrenses de 1970 y 1980

Héctor Rosada, durante una conferencia de prensa en junio de 1994.Reuters

El sociólogo y analista político Héctor Rosada Granados, de 78 años, murió este sábado en Ciudad de Guatemala, la causa de su muerte aún no ha sido informada de manera oficial, aunque el deterioro de su salud era evidente en los últimos meses. Rosada deja un gran vacío entre la intelectualidad guatemalteca, particularmente entre quienes profesan la ideología de izquierda, tendencia que nunca ocultó.

Su currículum académico lo muestra como un estudioso nato. Era doctor en ciencias socia...

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El sociólogo y analista político Héctor Rosada Granados, de 78 años, murió este sábado en Ciudad de Guatemala, la causa de su muerte aún no ha sido informada de manera oficial, aunque el deterioro de su salud era evidente en los últimos meses. Rosada deja un gran vacío entre la intelectualidad guatemalteca, particularmente entre quienes profesan la ideología de izquierda, tendencia que nunca ocultó.

Su currículum académico lo muestra como un estudioso nato. Era doctor en ciencias sociales, con especializaciones en sociología y antropología política. Poseía, además, una maestría en docencia universitaria y licenciaturas en sociología, antropología y ciencias políticas, de acuerdo a su semblanza en la presentación de su tesis doctoral convertida en el libro Soldados en el poder, el proyecto militar en Guatemala (1944-1990), una de sus obras más emblemáticas.

Pero su participación en la vida guatemalteca fue más allá de la academia. Fue el negociador del Gobierno del presidente Ramiro De León Carpio, quien entre junio de 1993 y enero de 1996 ejerció la presidencia para completar el periodo de Jorge Serrano tras su fracasado autogolpe de Estado. Rosada participó en una etapa determinante del proceso que concluyó con la firma de la paz en diciembre de 1996.

Al respecto de la deriva del país tras el cese del fuego, Rosada ironizaba: “Son ‘recuerdos de paz’, para puntualizar con firmeza que mientras los guatemaltecos no aceptemos el reto de superar las causas que originaron el conflicto –pobreza extrema, exclusión social, entre otras–, corremos el riesgo de retornar a la violencia en condiciones todavía más graves". “En tanto no aceptemos ese reto, la violencia del pasado volverá a emerger, con formas y efectos distintos, pero siempre con los mismos móviles y la misma estructura ideológica, es decir, sin tener el valor de ‘descontrainsurgentizar la contrainsurgencia’”, como comentó el sacerdote jesuita Gonzalo de Villa, actual presidente de la Conferencia Episcopal, en una entrevista al portal gazeta.gt.

Rosada fue uno de los testigos claves en el juicio por genocidio que se desarrolló en contra del dictador Efraín Ríos Montt en 2013 y que concluyó con la sentencia condenatoria para el viejo general, sin embargo, fue anulado posteriormente por el Constitucional, en una decisión calificada como “aberrante” por Jorge Mario García Laguardia, jurista guatemalteco de prestigio continental.

En el tema de crímenes de guerra, Héctor Rosada fue invitado como perito en juicios contra altos mandos castrenses de las décadas de 1970 y 1980, dictámenes con peso específico en las sentencias dictadas.

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Pese a su tendencia de izquierdas –pecado capital en la ultraconservadora Guatemala– se ganó el respeto de los sectores democráticos del Ejército, al extremo de convertirse en el civil con mayor conocimiento de su estructura interna. En su libro Soldados en el poder señala hitos importantes en la génesis de un Ejército, cuya brutal represión en contra de la población civil en los años más violentos del enfrentamiento interno valieron a los uniformados el señalamiento de ser considerado como el Ejército más sanguinario de Latinoamérica.

“La frustración política y social acumulada por la pérdida de los espacios ganados durante los 10 años de la Revolución de octubre (abortada por el golpe de la CIA en 1954) agudizaron las contradicciones internas (…) haciendo evolucionar a la institución armada hacia su conversión en un ejército contrainsurgentes, estructurado ideológicamente y preparado técnicamente para reaccionar conforme a los dictados de la doctrina de seguridad nacional norteamericana”, fue la tesis que desgrana magistralmente a lo largo de su obra.

“Héctor Rosada contribuyó en gran medida a que se pudieran concretar algunos puntos importantes de los acuerdos de paz, como el referido a Derechos Humanos que, a la postre, permitió el establecimiento de la Comisión Internacional Contra la Impunidad en Guatemala (CICIG)”, dice a EL PAÍS el excomandante guerrillero Pablo Monsanto, único superviviente de la Unidad Revolucionaria Nacional Guatemalteca (URNG), quien recuerda que Rosada inspiraba desconfianza a los militares, en particular al expresidente Otto Pérez Molina, a la fecha, negociador por parte del Ejército.

Luis Linares, analista de la Asociación de Investigación y estudios Sociales (Asíes, el Think Tank más importante de Guatemala entre cuyos fundadores está Héctor Rosada) señala que su mayor legado está relacionado con el proceso de paz. “Siempre estuvo muy involucrado y dejó valiosos aportes en aspectos de seguridad democrática y de resolución de conflictos”.

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