La oposición argentina pide al Gobierno de Fernández que se baje el sueldo
Juntos por el Cambio, el partido del expresidente Mauricio Macri, propone que la medida, que afectaría a los tres poderes del Estado, se destine a luchar contra la emergencia del coronavirus
Juntos por el Cambio, el mayor bloque de la oposición en Argentina al que pertenece el expresidente Mauricio Macri, ha solicitado a Alberto Fernández una rebaja del 30% de los sueldos de los tres poderes del Estado durante 90 días para luchar contra la pandemia del coronavirus, en consonancia con una propuesta similar del presidente uruguayo, Luis Alberto Lacalle Pou. En una misiva dirigida este martes al actual mandatario argentino, los legisladores sostienen que “en tiempos difíciles, los dirigentes políticos debemos reforzar la austeridad. Es lógico, entonces, que también contribuyamos al e...
Juntos por el Cambio, el mayor bloque de la oposición en Argentina al que pertenece el expresidente Mauricio Macri, ha solicitado a Alberto Fernández una rebaja del 30% de los sueldos de los tres poderes del Estado durante 90 días para luchar contra la pandemia del coronavirus, en consonancia con una propuesta similar del presidente uruguayo, Luis Alberto Lacalle Pou. En una misiva dirigida este martes al actual mandatario argentino, los legisladores sostienen que “en tiempos difíciles, los dirigentes políticos debemos reforzar la austeridad. Es lógico, entonces, que también contribuyamos al enorme esfuerzo que le estamos pidiendo a los argentinos en estas semanas”.
El titular de la Cámara Baja, Sergio Massa, ha recogido el desafío y evalúa recortar un 40% las dietas de los 257 diputados y la suspensión de asesores legislativos durante cinco meses. De prosperar, quedarían liberados cerca de 200 millones de pesos (unos tres millones de dólares) para sumar al presupuesto de Salud. El debate sobre los sueldos ha dado oxígeno a la oposición y ha agrietado el respaldo casi unánime a la gestión de Fernández de la crisis sanitaria. El presidente llegó a ser aplaudido después de algunos de sus discursos y elogiado en las redes por sus advertencias a quienes especulan con los precios o no respetan la cuarentena.
En cambio, durante la noche del lunes y el martes, se han producido caceroladas para pedir que los políticos se bajen el sueldo en los barrios de clase media y alta, después de que Fernández advirtiese a los empresarios que “iban a ganar menos” y calificar de “miserables” en Twitter a quienes “olvidan a quienes trabajan para ellos” en los momentos más duros. Miles de internautas lo atacaron bajo el hashtag #Albertoelmiserablesosvos. Otros, lo defendieron.
Las primeras cacerolas comenzaron a sonar desde ventanas y balcones el lunes a las 21.30 de la noche y tomaron por sorpresa a muchos que no se habían enterado de la convocatoria. A las seis de la tarde se había realizado ya un ruidazo contra los feminicidios, tres horas después llegaron los aplausos diarios para agradecer el trabajo del personal sanitario que atiende a los enfermos de coronavirus y acto seguido comenzó el primer gesto de repudio contra el Gobierno.
El origen del malestar se remonta al domingo. Desde que comenzó la emergencia sanitaria por la Covid-19, a principios de marzo, Fernández ha buscado consensos con todas las fuerzas políticas y ha comparecido ante a los medios con gobernadores opositores para dar una imagen de unidad. La decisión de extender la cuarentena obligatoria hasta después de Semana Santa no fue una excepción. Antes de anunciarla, Fernández realizó una videoconferencia con los máximos responsables de cada provincia para garantizarse su respaldo.
“Una economía que cae se levanta, pero una vida que cae no la levantamos más”, dijo Fernández en el mensaje televisado en el que extendió la obligación de quedarse dos semanas más en casa. Pese al costo económico que supone tener paralizado al país, la estrategia es ganar tiempo para que el sistema de salud esté lo más preparado posible cuando se alcance el pico de la pandemia, que en Argentina está previsto para finales de abril. La mayor resistencia no fue política sino empresarial, encabezada por grandes industrias como la siderúrgica Techint, que días antes había anunciado 1.500 despidos por la crisis.
A medida que el freno de la actividad por el coronavirus se alargue las diferencias políticas se agrandarán. El Gobierno reparte alimentos en los barrios más pobres y ha aprobado medidas para aliviar el bolsillo de la clase media, pero no son suficientes para amortiguar el golpe que la emergencia sanitaria ha provocado en un país que está en su tercer año de recesión, sin una salida cercana en el horizonte.
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