Cuando la corrupción secuestró la esperanza en El Salvador

El ganador de las elecciones, Nayib Bukele, enarbola la bandera de la lucha contra esta lacra

Simpatizantes de Nayib Bukele celebran su victoria este domingo. Esteban Biba (EFE)

La arrolladora victoria del joven empresario de la publicidad Nayib Bukele en la elección presidencial del pasado domingo en El Salvador constituye un giro político trascendental en la historia reciente del país centroamericano: por primera vez en la historia del pequeño país centroamericano llega a la presidencia alguien ajeno a la Fuerza Armada y a los partidos tradicionales. Bukele emergió en estas elecciones como un ...

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La arrolladora victoria del joven empresario de la publicidad Nayib Bukele en la elección presidencial del pasado domingo en El Salvador constituye un giro político trascendental en la historia reciente del país centroamericano: por primera vez en la historia del pequeño país centroamericano llega a la presidencia alguien ajeno a la Fuerza Armada y a los partidos tradicionales. Bukele emergió en estas elecciones como un fenómeno antipartidos y antisistema, enarbolando una bandera de reivindicación social contra la corrupción y la inutilidad mostrada por los sucesivos Ejecutivos que han estado en el poder en los últimos 27 años.

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"Estamos ante la presencia del agotamiento de un sistema de partidos que duró casi tres décadas en las que se turnaron el gobierno: la proempresarial Alianza Republicana Nacionalista (Arena), que estuvo 20 años, y el izquierdista Frente Farabundo Martí para la Liberación Nacional (FMLN), que estuvo diez. Eso se terminó el domingo", dice a EL PAÍS Roberto Cañas, antiguo jefe guerrillero y uno de los firmantes de los acuerdos que pusieron fin a la guerra civil salvadoreña (1980-1992).

"En el fondo hay una profunda decepción, un profundo malestar contra los dos partidos, que no respondieron en solventar las grandes necesidades de la población en un país donde hay una epidemia de criminalidad. Tampoco hicieron algo para que tengamos un mínimo de justicia social y disminución de la desigualdad económica y social", agrega el exguerrillero y académico.

Internamente, el todavía gobernante FMLN se augura una grave tensión que podría terminar en una ruptura y, a la larga, derivar en su irrelevancia en la escena política, tal como le ha sucedido al Partido Demócrata Cristiano (PDC), otrora un poderoso conglomerado que durante la guerra civil estuvo en el Gobierno y llegó a tener lo que se conoció como "aplanadora verde" —por los colores de su bandera—, cuando dominó el Parlamento. Irónicamente hay quien estima que la exguerrilla podría transformarse en un partido bonsái.

Tras la debacle electoral, las críticas internas en la vieja formación guerrillera no han tardado en florecer. Otto Hernández, un militante del FMLN, señaló rabioso en su página de Facebook que señalará a los que vio "traicionar al pueblo" cobijándose "bajo las direcciones y amiguitos del partido".

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La esperanza secuestrada

"La idea de la esperanza, del cambio, ha sido una profunda decepción", asegura Cañas, para quien a pesar de las promesas no hubo cambios importantes en el modelo económico. "El FMLN estuvo 10 años, pero fue una década perdida por el fracaso de los programas sociales, que fueron asistencialistas, y el nulo combate a la impunidad", añade.

"De los crímenes que se cometieron en la guerra no hubo justicia ni verdad", agrega en referencia a destacados símbolos del pasado. "Ni siquiera le cambiaron de nombre a la Tercera Brigada de Infantería Domingo Monterrosa, el coronel que cometió la masacre de campesinos en Latinoamérica, en el Mozote, al norte de Morazán, donde 1.000 personas fueron asesinadas, la mitad de ellos menores de edad", completa Cañas como ejemplo de indiferencia hacia banderas que tradicionalmente habían acompañado la lucha de la formación en contra de las dictaduras militares del siglo pasado.

Otro de los agravios que más ha pagado en las urnas los partidos tradicionales que han gobernado el país en los últimos años tienen que ver con la corrupción, menciona el exlíder guerrillero. "La hubo, y en grande, en todos los Gobiernos en esta última década. A Elías Antonio Saca —de Arena— (2004-2009) lo han condenado por el robo y lavado de dinero por un monto de 300 millones de dólares y a Mauricio Funes —del FMLN— (2009-2014), se le procesa en ausencia por varios delitos, entre ellos también robo y lavado de dineros públicos por un monto de 350 millones de dólares".

Paradójicamente el eslogan de campaña del FMLN en la campaña de 2009 —de la que Funes salió victorioso— fue Nace la esperanza, viene el cambio. Para Cañas, sin embargo, el llamado a realizar el cambio fue un secuestro de la esperanza. De hecho, uno de los mensajes dirigidos a Bukele que más se escuchó tras su victoria electoral fue "no nos defraudes". El ya presidente electo, en su primer discurso tras el triunfo electoral, prometió rescatar la esperanza.

Renuncia la cúpula del principal partido conservador

Las caras en la sede del partido derechista Arena eran este martes de velorio. Su líder, Mauricio Interiano anunció que entregaba el mando y llamó a la Comisión Electoral a que organice “cuanto antes” elecciones internas para elegir un nuevo cuadro de mando en la formación. El movimiento llega después que Carlos Calleja, el excandidato presidencial del partido conservador, informara que regresaba a la dirección de sus empresas y después de la exigencia pública de militantes y diputados para que los dirigentes de Arena abandonasen sus puestos. Interiano afirmó “asumir” la responsabilidad de la derrota el domingo pasado.

El otro gran partido hegemónico, el FMLN, no ha emitido aún señal alguna de cambio, a excepción de la reconocida lideresa exguerrillera Nidia Diaz, que no solo dijo que “no renunciaría” sino que remarcó que no estaban pensando en cambios en la dirección.

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