Análisis

Esto es lo que necesita Europa

La reforma francoalemana plantea que el presupuesto de la eurozona sea parte del presupuesto de la UE

El presidente francés, Emmanuel Macron, y la canciller alemana, Angela Merkel, el domingo en Berlín.FABRIZIO BENSCH (REUTERS)

Aunque lo alumbre con fórceps, esto es lo que necesita Europa. Y tarde o temprano lo tendrá, pues el frente de rechazo no puede hundir siempre todas las propuestas integradoras.

La fórmula francoalemana para un presupuesto de la eurozona es dichosa. Viene a rellenar un hueco existente en la unión monetaria desde el inicio de los tiempos.

El déficit de diseño consistía en que la eurozona no era un área monetaria óptima, en el sentido que le daba su inventor, Robert Mundell: un ...

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Aunque lo alumbre con fórceps, esto es lo que necesita Europa. Y tarde o temprano lo tendrá, pues el frente de rechazo no puede hundir siempre todas las propuestas integradoras.

La fórmula francoalemana para un presupuesto de la eurozona es dichosa. Viene a rellenar un hueco existente en la unión monetaria desde el inicio de los tiempos.

El déficit de diseño consistía en que la eurozona no era un área monetaria óptima, en el sentido que le daba su inventor, Robert Mundell: un área de gran cohesión y equivalente renta per capita.

O en su defecto, con facilidad extrema para mover de un rincón a otro los factores de producción, capitales y trabajadores, de forma que pudiese reaccionar automáticamente contra cualquier “crisis asimétrica” ─como la Gran Recesión, que machacó al Sur y solo aturdió al Norte─.

¿Cómo operan esas áreas? Llevando recursos a los países perjudicados o mano de obra desde estos a los menos dañados.

Algo muy urgente, sobre todo, porque los débiles, al acceder al euro, se quedaron sin un arma útil, la devaluación monetaria; aunque especiosa, pues siempre debe acompañarse de una estabilización (devaluación interna de rentas). Y así combatían a pecho descubierto.

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El presupuesto de la eurozona es la respuesta: una capacidad fiscal para hacer justamente eso, “aumentar el nivel de convergencia y competitividad” de toda la eurozona. Y apoyar las inversiones y reformas que los países en crisis suelen recortar de inmediato cuando asoma el lobo recesivo.

No importa la cantidad inicial (se habla de 30.000 millones de euros) sino el principio. No más crisis (que llegarán) sin ese bote salvavidas presupuestario, además del monetario. El presupuesto cumple así una función de estabilización. Y le ayudaría un seguro de desempleo común.

La propuesta ostenta otras virtudes:

1. El presupuesto de la eurozona “será parte del presupuesto de la UE”: al mismo tiempo, un presupuesto y una línea presupuestaria, con lo que decaerán las críticas de intentar rancho aparte, cuando todos los Estados miembros están llamados a ingresar en el rancho del euro.

2. Se nutrirá de fondos adicionales: obvio porque, si no, no existiría; bravo, pues en materia fiscal, lo que no cuesta no vale.

3. Esos recursos los manejará la Comisión, lo que aleja el peligro de otro aparato intergubernamental ajeno al espíritu comunitario. Y los bendecirá el Eurogrupo, con lo que esta institución opaca y fantasmagórica adquirirá al fin un cometido estimulante y no solo sacrificial.

3. Se negociará “en el contexto” de las Perspectivas Financieras Plurianuales (el presupuesto septenal de la UE). Bien, porque la eurozona tenderá a privilegiar su línea presupuestaria. Eso incentivaría a quienes aún no han ingresado en la unión monetaria a hacerlo cuanto antes.

4. Solo apoyará a los países que cumplan la normativa fiscal, lo que debería ablandar la virulenta oposición de los más ortodoxos, que encabeza Holanda.

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