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La nieta 126 recuperada en Argentina: “Estoy feliz, se me completó la vida”

Adriana, hija de Violeta Graciela Ortolani y Edgardo Roberto Garnier, desaparecidos durante la dictadura, se presenta un día después de conocer su verdadera identidad

Adriana Garnier Ortolani, la nieta recuperada 126 (izq.) junto a Estela de Carlotto.
Adriana Garnier Ortolani, la nieta recuperada 126 (izq.) junto a Estela de Carlotto.Reuters

Con una sonrisa enorme, sin haber podido dormir por la emoción y rodeada de una familia que la buscó durante 40 años, Adriana Garnier Ortolani se presentó este martes en la sede de Abuelas de Plaza de Mayo. "Estoy feliz. Estoy plena. No solamente es una ficha, se armó todo el rompecabezas, con una familia más grande y hermosa. Se me completó la vida", declaró a los medios la nieta recuperada 126, sólo un día después de haberse enterado de su verdadera identidad: es hija de Violeta Graciela Ortolani y Edgardo Roberto Garnier, militantes Montoneros desaparecidos durante la última dictadura argentina (1976-1983).

Al conocer la noticia, Adriana se enteró también que su madre estaba embarazada de ocho meses cuando fue secuestrada por los militares en La Plata, en diciembre de 1976, y que su padre, Edgardo Roberto Garnier, no paró de buscarlas a las dos hasta que él también fue secuestrado, en febrero de 1977.

"Tengo una familia hermosa. Tengo una abuela, no lo puedo creer, con 40 años tengo una abuela y ayer pude hablar con ella. ¡Ya la quiero! Es una genia, ya la quiero. Se nota que es hermosa por fuera y por dentro", aseguró la nieta 126. Planea viajar en los próximos días a Concepción del Uruguay, 300 kilómetros al norte de Buenos Aires, para fusionarse en un gran abrazo con ella. Se trata de su abuela paterna, Blanca Díaz de Garnier, de 86 años, y una de las primeras en acercarse a Abuelas de Plaza de Mayo.

Adriana, rodeada de familiares y Abuelas de Plaza de Mayo.
Adriana, rodeada de familiares y Abuelas de Plaza de Mayo.Reuters

Adriana, a quien sus padres planeaban llamar Vanesa, nació en cautiverio en enero de 1977 y su partida de nacimiento fue falsificada por Juana Franicevich, responsable de la falsificación de los certificados de otros tres nietos restituidos. Creció sin saber que había sido adoptada ilegalmente hasta poco después de la muerte de quienes la criaron, cuando su entorno se animó a contarle que no era su hija biológica. 

En ese momento, fue a realizarse los estudios de ADN y a cotejarlos con las muestras del Banco Nacional de Datos Genéticos, que alberga el material genético de cientos de familias que buscan a los seres queridos que la dictadura les robó. Los primeros análisis dieron negativo, pero un año y medio después, gracias a nuevas muestras y análisis, la Comisión Nacional por el Derecho a la Identidad (Conadi) pudo certificar su verdadera identidad y la citó para una reunión. "Es un tema de probabilidades, dio un millón y medio, o mil millones o algo así de probabilidades. Yo pregunté: '¿Eso es sí, no?'. 'Un recontra sí', me contestó Manuel (Gonçalves Granada, también nieto recuperado e integrante de la Conadi)", dijo Adriana a EL PAÍS tras la conferencia de prensa.

Adriana exculpó a quienes la criaron de toda responsabilidad. "Mis viejos de crianza no sabían que yo era hija de desaparecidos. Ellos se habían anotado para adoptar y habían pasado años y años y nada. En su desesperación hubo un vecino que tenía un conocido de un comisario, que a su vez tenía contacto con una iglesia y me consiguieron a mí. Pero ellos no tenían contacto con militares", aseguró. "Cuando le preguntaba a mi mamá del embarazo se ponía mal, porque ella no sabía mentir, pero yo era muy parecida a ella también, a mi mamá de crianza", comentó, al echar la vista atrás a su historia.

Aún "en estado de shock" y "sin entender nada", pidió a quienes tengan dudas sobre su identidad que investiguen. "La verdad, por más dura que sea, siempre cura", subrayó la hija de Violeta y Edgardo, cuyos retratos fueron sostenidos en alto por los familiares que la arropaban. "Esta vez no pudieron. El amor le ganó al odio", agregó entre lágrimas y aplausos de una sala abarrotada. 

El tiempo se acaba

"Este caso vuelve a demostrar la importancia de que quienes tienen algún dato sobre un posible hijo de desaparecidos hablen con él o con ella y nos acerquen esa información; lejos de causarles un daño, les ayudarán vivir en la libertad que solo ofrece la verdad", remarcó la presidenta de Abuelas de Plaza de Mayo, Estela de Carlotto. La asociación estima que unos 500 bebés fueron robados por la dictadura como parte de un plan sistemático condenado por la Justicia.

"Vamos quedando pocas Abuelas", advirtió De Carlotto. La mayoría tiene entre 80 y 90 años y en las últimas semanas han fallecido Marta Vásquez y Raquel Radío de Marizcurrena sin haber podido abrazar a sus nietos. "Volvemos a hacer un llamado a la sociedad a que nos ayuden en esta búsqueda que ya lleva 40 años", añadió la presidenta, antes de cerrar su comparecencia con un grito de "¡Bienvenida, nieta 126!".

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