Bajo su superficie alegre, Latinoamérica también sufre de depresión
Más del 22% de los latinoamericanos sufren de dolencias mentales como la depresión y la ansiedad severa
Desde el exterior, la sociedad latinoamericana se ve alegre, sonriente y trabajadora, incluso durante tiempos difíciles. Sin embargo, las estadísticas sobre la salud mental en la región revelan un escenario distinto: por razones que aún requieren de más investigación, el 22,4% de la población, o poco más de una de cada cinco personas, sufre de dolencias mentales como la depresión y la ansiedad severa. En países como Brasil y Paraguay, cerca del 10% de los años vividos con discapacidad se deben a estas dolencias, según la Organización Mundial de la Salud (OMS).
De hecho, tanto en América Latina y el Caribe como en el resto del mundo el impacto de estas dolencias sobre las personas y la economía es significativo. Hoy, que se celebra el Día Mundial de la Salud bajo el lema Depresión: Hablemos, vale recordar que más de 300 millones de personas en todo el mundo viven con estas dolencias que merman su productividad y calidad de vida.
Con la campaña Depresión: Hablemos, la OMS llama la atención a la falta de apoyo a las personas que enfrentan trastornos mentales. Incluso en el mundo desarrollado, casi el 50% de las personas con depresión no reciben tratamiento. En promedio, sólo el 3% de los presupuestos de salud de los gobiernos se invierten en salud mental, que van desde menos del 1% en los países de bajos ingresos al 5% en los de altos ingresos.
Curiosamente, invertir en salud mental es altamente rentable cuando se comparan el costo y el beneficio de las acciones requeridas. Mientras el gasto anual se estima en 2 dólares per cápita en los países más pobres del mundo, y de 7 a 9 dólares para América Latina y el Caribe, cada dólar invertido en la ampliación del tratamiento para la depresión y la ansiedad –dentro de las plataformas existentes de servicios de salud– genera un retorno de 4 dólares, medido a través de una mejora en las condiciones de salud de las poblaciones afectadas junto con una mayor productividad en su trabajo.
Esta y otras aristas del problema se discutieron en un panel realizado esta semana por la Organización Panamericana de la Salud (OPS/OMS), en Washington, con la participación de los expertos Patricio Márquez, del Banco Mundial; Daniel Vigo, de la Universidad de Harvard; y Pamela Collins, del Instituto Nacional de Salud Mental de los EEUU; acompañados por Carissa Etienne, directora de la OPS/OMS, Altagracia Guzmán Marcelino, ministra de Salud Pública y Asistencia Social de la República Dominicana, y Devora Kestel, de la OPS/OMS.
Los panelistas también discutieron diferentes opciones para ampliar la cobertura de los servicios de salud mental en el mundo como parte integral de las estrategias para alcanzar la cobertura universal de los servicios de salud. Según Márquez, experto del Banco Mundial, estas son algunas de las opciones:
1. Buscar la paridad entre la atención de salud física y mental
"No hay separación entre enfermedad física y mental; no se puede tratar la depresión de forma diferente de una enfermedad cardíaca", sostuvo Márquez. Para él, es necesario que los gobiernos garanticen, a través de leyes y regulaciones pertinentes, el acceso a los servicios de salud mental como parte de los planes de salud básicos o en los planes de beneficios de los seguros de salud que son financiados a través de los presupuestos nacionales o de sistemas de aseguramiento público o privado. Si esto se logra, se estará dando un paso decisivo para vencer el estigma y la discriminación del que son objeto las personas afectadas por dolencias mentales, así como sus familias, y también ayudará a fortalecer la adherencia a los tratamientos prescritos, señaló el experto.
2. Generar nuevos recursos para la prevención y el tratamiento
Países como Botswana, Colombia, Filipinas y Estados Unidos han incrementado los impuestos a los cigarrillos como una medida que contribuye a disminuir los riesgos para la salud del uso de este producto altamente adictivo, y que afecta negativamente a la mayor parte de los órganos vitales de una persona, a la vez que ayuda a movilizar recursos fiscales adicionales que son requeridos para financiar el desarrollo de los servicios integrados de salud, incluyendo acciones esenciales de salud mental. Esta política pública podría ser replicada en otros países a nivel mundial, en plena concordancia con el Plan de Acción de Financiamiento para el Desarrollo aprobado en Addis Abeba en 2015 y los Objetivos de Desarrollo Sostenible 2030.
3. Llevar la salud mental donde está la gente
Como la mayoría de las víctimas de depresión está en edad productiva, nada más apropiado que organizar la entrega de servicios de salud mental y de apoyo psico-social como parte de los programas de salud de los trabajadores en los sitios de trabajo, dando prioridad a la promoción de la salud y la prevención de las enfermedades, así como también a los riesgos de adicción. Según el experto, son los lugares de trabajo los escenarios propicios para brindar estos servicios ya que todos pasamos la mayor parte de los días de la semana envueltos en nuestras actividades laborables.
4. Utilizar las tecnologías de información y comunicación
Mensajes de texto, redes sociales, aplicaciones y otras herramientas pueden llevar informaciones y servicios a las poblaciones vulnerables y de difícil acceso, así como apoyar a los profesionales que trabajen con pequeñas comunidades. Para expandir el uso de nuevas tecnologías de información y comunicación como herramientas básicas para ampliar la cobertura y mejorar la calidad de los servicios de salud integral que beneficien a toda la población, se va a requerir de alianzas estratégicas entre los gobiernos, las empresas, la academia, la comunidad médica, así como también las redes de personas afectadas por dolencias mentales.
5. Aprovechar las crisis actuales para desarrollar nuevas formas de dar servicios de salud a las poblaciones afectadas
La crisis causada por conflictos armados, la violencia, las epidemias o los desastres naturales debe ser vista como una oportunidad para avanzar en la construcción de sistemas integrados de salud para dar respuesta a las necesidades físicas y mentales de las poblaciones desplazadas, como también de las poblaciones nativas en los países que acogen a los desplazados.
Este Día Mundial de la Salud es una gran oportunidad para que todos nos comprometamos a respetar los derechos de las personas que sufren de trastornos mentales, así como apoyar la realización progresiva de la cobertura universal de salud para atender las dolencias de salud mental y física de la población en el ámbito de la comunidad.
Mariana Kaipper Ceratti es productora online del Banco Mundial.
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