Análisis

Netanyahu reanuda el juego de estrategia con los asentamientos

El primer ministro israelí intenta contentar a sus votantes con un enclave de nueva planta mientras promete a Trump que contendrá la expansión de las colonias

El presidente Donald Trump despide al pimer ministro israelí, Benjamín Netanyahu, en la Casa Blanca, el 15 de febrero.SAUL LOEB (AFP)

Generalmente no es posible contentar a todas las partes en un conflicto, pero sí se puede lograr que todas se sientan insatisfechas. Benjamín Netanyahu ha vuelto a demostrarlo. Los responsables palestinos y de Naciones Unidas, los principales países europeos, condenaron el viernes el anuncio de la construcción del primer asentamiento judío de nueva planta en dos décadas, aprobada la medianoche anterior por el Gabinete de Seguridad convocado por el primer ministro de Israel. Estados Unidos h...

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Generalmente no es posible contentar a todas las partes en un conflicto, pero sí se puede lograr que todas se sientan insatisfechas. Benjamín Netanyahu ha vuelto a demostrarlo. Los responsables palestinos y de Naciones Unidas, los principales países europeos, condenaron el viernes el anuncio de la construcción del primer asentamiento judío de nueva planta en dos décadas, aprobada la medianoche anterior por el Gabinete de Seguridad convocado por el primer ministro de Israel. Estados Unidos hizo saber horas más tarde que la expansión "sin restricciones" de las colonias israelíes pone trabas en el camino a una solución al conflicto de Oriente Próximo. “El presidente Donald Trump ha expresado su preocupación por los asentamientos; su existencia no es un obstáculo para la paz, pero su expansión no ayudará a avanzar”, refirió una fuente de la Casa Blanca citada por France Presse. Los representantes políticos de los más de 600.000 colonos en Cisjordania y Jerusalén Este tampoco parecían tener nada que celebrar tras el presunto fin de la moratoria de nuevos enclaves.

El gobernante israelí dio primera una de cal. Antes de que los diarios locales cerraran sus ediciones difundió un comunicado en el que se confirmaba la construcción del nuevo asentamiento para las familias expulsadas hace dos meses de la colonia salvaje de Amona, se ponía en marcha la edificación de 2.000 de las más de 6.000 viviendas anunciadas tras la elección de Trump en territorio palestino ocupado, y se autorizaba la urbanización de unas 90 hectáreas recalificadas en Cisjordania.

Ya entrada la madrugada del viernes, dio una palada de arena junto con sus principales ministros. Finalmente, comunicó a los medios que, “como muestra de buena voluntad”, había ordenado de forma unilateral limitar las nuevas construcciones dentro al perímetro de lo asentamientos ya existentes o en zonas adyacentes. Se trata de un regreso a la doctrina vigente bajo la presidencia de George W. Bush (2001-2009), que consideraba que los grandes bloques de colonias acabarían pasando a formar parte de Israel en un intercambio de territorios suscrito dentro de un acuerdo final de paz con los palestinos.

A la luz de esta información, que ya solo pudo aparecer en las ediciones digitales antes del comienzo del sabbat, parecen haberse desvanecido ya los sueños de cheque en blanco para la colonización  –incluso para la anexión total o parcial de Cisjordania–, que acariciaban los sectores más nacionalistas de la coalición gubernamental.

Después de cerca de un mes de reuniones con enviados de confianza del primer ministro, el abogado inmobiliario Jason Greenblatt —el mediador elegido por Trump a Oriente Próximo para reactivar las negociaciones entre israelíes y palestinos— no ha logrado consensuar oficialmente los límites al crecimiento de los asentamientos judíos. Como apuntaba el diario Haaretz, la Casa Blanca no podía dar un visto bueno explícito al nuevo asentamiento para las familias de Amona, pero ha permitido que Netanyahu salvase la cara y cumpliese la promesa que hizo a los colonos desalojados. En caso contrario, tal vez se hubiese visto obligado a convocar elecciones anticipadas, lo que habría paralizado durante meses la nueva iniciativa diplomática norteamericana.

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A partir de la semana que viene, Trump va a recibir en Washington sucesivamente al presidente egipcio, Abdelfatá al Sisi; al rey Abdalá II de Jordania, y al líder de la Autoridad Palestina, Mahmud Abbas. El juego de estrategia que ha vuelto practicar Netanyahu servirá al menos para que el presidente republicano pueda mostrarles una baza en su haber: el freno de Israel a la expansión de los asentamientos, que hace apenas unas semanas parecía camino de desbocarse. Los mandatarios árabes difícilmente aceptarán el envite, de manera que Trump deberá arrancar previsiblemente nuevas concesiones al primer ministro hebreo para desatascar unas negociaciones sede paz que siguen paralizadas desde hace tres años.

El secretario general de la Organización para la Liberación de Palestina (OLP), Saeb Erakat, ha advertido de que Israel continúa con "la destrucción de las perspectivas de paz" mediante "el robo de tierras y recursos naturales”. La ONG israelí Paz Ahora, que vigila y documenta la expansión de la colonización desde hace décadas, considera ahora a Netanyahu como “un rehén político de los colonos”.

“Hice la promesa de que estableceríamos un nuevo asentamiento, y vamos a cumplirla”, se limitó a decir Netanyahu el jueves para justificar la polémica medida, que acababa con dos décadas de simbólica moratoria. Está por ver aún cuáles serán las consecuencias que acarrean el que haya mantenido su palabra.

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