Queda impune el feminicidio más famoso de Argentina
La justicia absuelve a Carlos Carrascosa, preso desde hace siete años por el crimen de su esposa, María Marta García Belsunce
María Marta García Belsunce murió el 27 de octubre de 2002. Su cuerpo apareció en la bañera de su casa, ubicada en un barrio cerrado para familias acomodadas del norte de Buenos Aires. Su familia dijo que la mujer, de 50 años, se había resbalado y la mala suerte quiso que su cabeza golpeara contra el grifo. Desmayada, murió asfixiada por inmersión. María Marta fue velada y enterrada. Fue una muerte íntima, sin repercusión mediática. Pero todo cambió dos semanas después. Su medio hermano, Juan Hurtig, contó ante un fiscal que había tirado en el inodoro lo que llamó un “pituto”. Cuando vaciaron el pozo ciego, el pituto resultó ser una bala calibre 32. Desde ese día, María Marta no descansó nunca más en paz. 14 años después de su muerte, el crimen ha quedado impune. La Justicia ahora absolvió y ordenó liberar por falta de pruebas a Carlos Carrascosa, marido de María Marta, preso desde hace siete años como único autor material del crimen.
“Estoy contento”, dijo Carrascosa apenas enterado del fallo de la Cámara de Casación. Su abogado, Fernando Díaz Cantón, agregó que “finalmente se hizo justicia” porque su cliente “nunca mató a su mujer”. La decisión judicial puso punto final al caso policial que más atención acaparó en la prensa argentina en el inicio del nuevo siglo. La desprolijidad de la investigación, el desfile mediático de los acusados y la relevancia de la víctima convirtieron el “caso María Belsunce”, como pasó a la historia, en centro de la atención de todo un país. García Belsunce, socióloga de profesión, era en el momento de su muerte vicepresidente de la fundación Missing Children Argentina y tenía un buen pasar económico. No tenía hijos, pero sí una familia numerosa. Desde el primer momento todo su entorno defendió la inocencia de Carlos Carrascosa, al punto que en 2011 cinco integrantes, entre ellos el propio Carrascosa, fueron condenados por encubrir que se estaba ante un crimen y no un accidente. Hoy esas sentencias han quedado en suspenso.
Si en 2002 hubiesen existido redes sociales el hashtag #pituto habría sido imbatible. El medio hermano de María Marta dijo en su momento que pensó que la bala era un soporte de estante de biblioteca. La anécdota marcó el tono que tendría en el futuro una causa llena de dudas. Hubo cambios de jueces, pruebas de sangre fallidas, peleas entre abogados, horas y horas de entrevistas en televisión, condenas de hasta cinco años de cárcel por encubrimiento y, finalmente, la prisión contra Carrascosa. Cuando la opinión pública se había olvidado del asunto llegó la absolución. Y con ella la memoria del caso.
“Tuvimos 14 años de pesadilla y difamaciones. Ahora queremos saber quién mató a María Marta”, advirtió Horacio García Belsunce, hermano de la víctima. Para la familia todos los caminos conducen a un vecino del barrio, con el que María Marta mantenía una ardua disputa por la muerte de un perro. Los detalles del caso son una sucesión de hitos dignos de una novela. Los médicos que llegaron al barrio dieron por buena la hipótesis de la caída y no vieron que el cráneo de María Marta tenía cinco orificios de bala. “Por eso siempre defendimos el accidente, pero nos equivocamos. Los médicos dijeron que ni siquiera hacía falta un estudio forense. Para encontrar las balas tuvieron que cortar el cráneo y sacar toda la masa encefálica, no se notaban los tiros”, dijo García Belsunce. Se dijo incluso que los forenses encontraron los orificios tapados con “la gotita”, un pegamento de uso comercial.
Carrascosa podrá ahora dejar como un hombre inocente la casa en la que cumplía arresto domiciliario desde 2015, luego de pasar cinco años preso en el penal de Campana, en la provincia de Buenos Aires, y con una condena a prisión perpetua. En octubre de 2017 habrán pasado 15 años del crimen de García Belsunce, plazo en el que prescribirá la causa. Si en ese lapso no aparece un nuevo sospechoso su muerte quedará impune.
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