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ELECCIONES EN PERÚ 2016
Análisis
Exposición didáctica de ideas, conjeturas o hipótesis, a partir de unos hechos de actualidad comprobados —no necesariamente del día— que se reflejan en el propio texto. Excluye los juicios de valor y se aproxima más al género de opinión, pero se diferencia de él en que no juzga ni pronostica, sino que sólo formula hipótesis, ofrece explicaciones argumentadas y pone en relación datos dispersos

Hambre de victoria a cualquier precio

El debate peruano entre Fujimori y Kuczynski mostró a la hija del autócrata con más ambición

Carlos E. Cué
Los candidatos a la presidencia de Perú, Pedro Pablo Kuczynski y Keiko Fujimori
Los candidatos a la presidencia de Perú, Pedro Pablo Kuczynski y Keiko FujimoriAFP

Casi nadie fuera del Perú consigue entender muy bien por qué, pero este país se prepara sin demasiado escándalo para entregar el poder el 5 de junio a Keiko Fujimori, la hija de un autócrata que dio un autogolpe en 1992, cometió los peores crímenes y aún cumple condena de 25 años por corrupción y delitos contra los derechos humanos: nada menos que 25 asesinatos realizados por grupos paramilitares que dependían de su mano derecha, Vladimiro Montesinos. Para entenderlo, basta ver el debate que protagonizaron el domingo Fujimori y Pedro Pablo Kuczynski (PPK), su rival en la segunda vuelta. Fujimori era toda ambición, hambre de victoria a cualquier precio. Él, a sus 77 años, mostraba lo que muchos señalan en Perú: podría ser un buen presidente, tiene un gran conocimiento de los temas –fue ministro de Economía- pero no es un buen candidato. “Tengo 77 años pero como ven tengo mucho vigor”, dijo al final del debate. Cualquiera que haya seguido cruces electorales en diferentes países podría desmentirle.

Fujimori mordía sin freno. Buscaba los puntos débiles de su rival, le golpeaba con dureza sin descanso. Tenía todo preparado: ataques y defensas cuando salía el nombre de su padre: “Es un hombre de avanzada edad”, “no miremos al pasado”, “está usted debatiendo conmigo, no con mi padre”. Incluso un golpe muy duro: “Como has cambiado, pelona, en 2011 no tuvo problema en respaldar mi candidatura y ahora viene a sacar temas del pasado”. Kuczyznski, un liberal de centro-derecha, apoyó a Fujimori en 2011 frente a Ollanta Humala, que entonces representaba a la izquierda.

PPK solo tuvo un momento en el que lució con algo que parecía mínimamente preparado: “Veo entre el auditorio a muchos colaboradores de su padre”, le espetó. Y es cierto, la candidata nunca ha roto con su padre encarcelado, aunque ha prometido que nunca hará un autogolpe. “Con el dinero que robó su padre se podrían construir 2.000 colegios”, le dijo en otro momento, al final, cuando sus asesores ya debían avisarle de que necesitaba subir el tono, mostrar que quiere ganar.

Fujimori leía de principio a fin cada una de las intervenciones. Muchos en las redes sociales se escandalizaban. Kuczynski no tuvo reflejos ni siquiera para afearle eso. Pero lo que muchos critican es precisamente la gran fortaleza de Fujimori. Después de una derrota inesperada en 2011, cuando las encuestas, como ahora, la colocaban en cabeza, ella y sus asesores, que tienen todo el dinero necesario –ha tenido que apartarse el secretario general por un escándalo de presunto dinero negro en la campaña con intervención incluso de la DEA, la agencia antidroga de EEUU- dedicaron los últimos cinco años a crear un producto de laboratorio: ella y su partido, Fuerza Popular, que se ha instalado en todo el territorio.

Mientras, el antifujimorismo anduvo disperso, el presidente Humala se desplomó en las encuestas y su grupo no ha podido ni presentar un candidato. La única política con capacidad de hacer frente a Fujimori en un debate, Verónika Mendoza, representa a una izquierda en este momento minoritaria en Perú y no llegó por muy poco a la segunda vuelta. Así que quedó Kuczynski. El antifujimorismo se movilizó en la primera vuelta, e incluso organizó una marcha masiva el 5 de abril, aniversario del autogolpe. Pero para ganar en segunda vuelta a Keiko, que lleva cinco años preparando este momento, haría falta mucho más. A Kuczynski aún le queda un segundo debate el domingo. Si realmente quiere ganar, tendrá que mostrar al menos las mismas ganas que la heredera del hombre que incluso desde la cárcel sigue marcando la política peruana casi 30 años después de derrotar a Mario Vargas Llosa con técnicas muy similares a las que usa ahora su hija contra Kuczynski.

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