Tres siglos ante las estrellas desde Quito

El telescopio Merz, construido en 1875, es el único observatorio en la línea ecuatorial y sigue funcionando en Quito

El telescopio Merz, construido en 1875, en el observatorio de Quito. edu león

Un telescopio refractor, construido por el alemán Sigmund Merz, en 1875, todavía se usa en Quito. En septiembre del año pasado tuvo su última performance y permitió a miles de quiteños observar la Luna roja. Esta mole de latón y el antiguo observatorio astronómico de la c...

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Un telescopio refractor, construido por el alemán Sigmund Merz, en 1875, todavía se usa en Quito. En septiembre del año pasado tuvo su última performance y permitió a miles de quiteños observar la Luna roja. Esta mole de latón y el antiguo observatorio astronómico de la ciudad —un palacete de tres torres considerado patrimonial— recuerdan el resplandor de otra época, aquella en la que Ecuador atraía a científicos europeos que querían hacer investigaciones y mediciones desde el centro de la tierra.

El telescopio Merz fue uno de los instrumentos de observación estelar más grandes diseñados en el siglo XIX y solo se tiene conocimiento de otros 12 como este en el mundo. Llegó a Quito desde Múnich por los buenos oficios del jesuita Juan Bautista Menten, quien recibió el encargo de construir el observatorio por parte del expresidente Gabriel García Moreno.

El entusiasta jesuita, en una publicación de 1877, que firma como cosmógrafo y director del observatorio, cuenta que decidió construir el edificio en la parte norte de la ciudad, en el parque La Alameda, para que estuviera lejos del barullo de la urbe. “Es un sitio libre de todo edificio e impedimento, en una altura que domina toda la ciudad con un horizonte bastante despejado”, explica en sus escritos, en los que muestra también su convicción de que su empresa sería útil a la ciencia: “Por su posición privilegiada debajo del ecuador, y por su altura. No será difícil resolver problemas que hace tiempo interesan a los astrónomos”.

Las novedades científicas tardaron en llegar y hasta finales del siglo XIX, Menten se limitó a dar cuenta de los temblores recurrentes en el país y las erupciones del volcán Cotopaxi. A inicios del siglo XX, el Observatorio de Quito finalmente adquirió fama por estar situado en plena línea ecuatorial, lo que le permitía ver toda la esfera celeste. Por esa época llegó a Quito la Segunda Misión Geodésica Francesa, que usó el observatorio capitalino como centro de operaciones y entre 1902 y 1914 se dedicó a medir un arco del meridiano ecuatorial en los Andes y confirmar los cálculos de la primera misión geodésica que permaneció en Ecuador entre 1736 y 1744 y determinó que La Tierra es achatada en los polos como sugería Newton.

Los últimos hitos en la carrera astronómica del Observatorio de Quito fueron la adquisición del astrolabio Danjon en 1963 y el trabajo con la Academia de Ciencias de la ex URSS entre 1977 y 1989. Luego el olvido se posó sobre el edificio, que poco a poco fue cercado por otras edificaciones de la urbe en expansión. Fue necesaria una intervención arquitectónica y urgente para salvar el palacete y construir un observatorio-museo que abrió sus puertas en 2011.

La tercera misión geodésica

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Hoy el observatorio es parte de la Escuela Politécnica Nacional y ocupa el centro de un pequeño parque urbano que conserva el nombre de antaño que tenía la zona, La Alameda. Existen ocho salas que resumen la historia de observatorio y exhiben los instrumentos usados por los investigadores europeos que pasaron por Ecuador. Los aparatos de observación —entre los que figura el telescopio Merz— se activan únicamente durante las 60 noches despejadas que ahora se dan al año, según su actual director, Ericson López.

La investigación es escasa porque no hay científicos de planta y el proyecto de construir un instituto de investigación astronómica está parado desde hace 10 años. Sin embargo, el observatorio trabaja con varios centros extranjeros como la Universidad de Stanford (EE UU) y Kyushu (Japón) en la línea de medir el clima espacial. Para López, los observatorios astronómicos son anacrónicos porque el universo ya no está al alcance de los telescopios manuales. Ahora se habla de más de 5.600 planetas extrasolares, mientras el jesuita cosmógrafo decía en su primer boletín informativo de 1878 que había 192 planetas menores entre Marte y Júpiter.

El antiguo observatorio de Quito, sin embargo, será una parada obligatoria de la Tercera Misión Geodésica, que llegará a Ecuador en mayo próximo, para celebrar los 280 años de la Primera Misión Geodésica. Esta es una iniciativa de la Embajada de Francia en Ecuador y de momento se sabe que los científicos franceses medirán la distancia del centro del planeta a la cumbre del volcán Chimborazo, que es considerado el punto en la Tierra más cercano al Sol.

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