La oposición peronista empieza a fracturarse en Argentina
Un grupo de 12 diputados rompe con el kirchnerismo en pleno debate por la sucesión de Cristina Kirchner
Toda historia de peronistas tiene un protagonista principal: el traidor. El movimiento que ha protagonizado la política argentina en los últimos 70 años es una historia constante de giros ideológicos, luchas descarnadas de poder, persecuciones, exilios, pero sobre todo de traiciones. Es algo tan natural dentro del peronismo que se suelen perdonar sin problemas, y lo que hoy parecen enemigos irreconciliables vuelven a ser aliados si la lucha por el poder así lo aconseja. La enésima historia de traición tiene un protagonista y una consecuencia política muy importante para Argentina. El protagonista es Diego Bossio, quien fuera uno de los más cercanos de Cristina Fernández de Kirchner, que le dio un enorme poder como jefe de la ANSES, la seguridad social argentina. Desde allí se maneja una poderosa caja con la que se asciende rápido en política. Jefe de la ANSES fue Sergio Massa, que también fue en su momento otro peronista traidor y rompió con los Kirchner y como candidato presidencial logró el 20% en las últimas elecciones.
Bossio, cuyos retratos con una Cristina sonriente aún están en los alrededores de Buenos Aires, ha reunido a 12 diputados peronistas para crear un grupo propio y romper con el kirchnerismo. En el trasfondo está la batalla interna dentro del peronismo por la sucesión de Cristina Fernández de Kirchner, a la que algunos siguen considerando la líder indiscutible por el apoyo social que conserva –se marchó del poder con miles de personas aclamándola en la plaza de Mayo- y otros ven como una rémora de la que hay que alejarse para pensar algún día en recuperar el poder que ahora tiene el liberal Mauricio Macri.
El presidente es precisamente el más beneficiado de esta novedad política. Bossio y los otros diputados díscolos, en línea con algunos gobernadores importantes como Juan Manuel Urtubey, de Salta, no comparten la idea del kirchnerismo de hacer una oposición durísima a Macri, con manifestaciones constantes en las calles y rechazo de cualquiera de sus reformas. La idea que tiene Bossio y otros dirigentes es que Macri ahora es un presidente que tiene una alta valoración en las encuestas, mejor que el día en que ganó, como suele suceder en el arranque de los mandatos, y no es momento para hacer una oposición frontal sino para colaborar en algunas medidas razonables y oponerse a otras a la espera de un momento mejor para tratar de deteriorarlo.
No hay un trasfondo ideológico en esta batalla sino estratégico, se discute cuál es la mejor manera de volver al poder y sobre todo quien será el líder de la oposición en Argentina, un puesto que tiene varios candidatos dentro del peronismo, incluida la propia Cristina Fernández de Kirchner. La expresidenta sigue todos los acontecimientos desde su mansión en El Calafate pero según todos los indicios prepara su regreso triunfal a Buenos Aires para recuperar su influencia. Ella no es diputada ni senadora, no tiene ningún cargo público, pero aún controla muchos parlamentarios que esperan instrucciones suyas.
El asunto es clave porque Macri está en minoría tanto en el Congreso como especialmente en el Senado. Los problemas que puede tener para sacar adelante leyes y por ejemplo para aprobar cualquier acuerdo que haga con los fondos buitre son un asunto central de la política argentina y que miran con lupa los inversores internacionales. Por eso Macri viajó al foro de Davos con el peronista disidente Sergio Massa, a quien él querría como jefe de la oposición. Así ambos daban la imagen de que en Argentina gobierno y oposición están de acuerdo en algunas líneas básicas de política económica y Macri podrá aprobar sus reformas.
Pero el gran problema para el presidente argentino, que ganó las elecciones por un estrecho margen de menos de tres puntos, es el kirchnerismo, que está movilizando a sus militantes y a los miles de despedidos de la administración –el Gobierno confirma 6.200 y la oposición habla de 50.000- para mover las calles contra Macri. Y la clave son los números: con estos 12 diputados el macrismo seguiría en minoría pero ya no tendría el problema de que si se retiran todos los diputados kirchneristas no puede aprobar nada por falta de quórum.
Los kirchneristas se mostraron indignados. Juliana Di Tullio, que en la anterior legislatura lideraba el bloque kirchnerista, fue clara: "Hay 12 compañeros, aunque es una palabra difícil de decir, encabezados por Bossio que decidieron irse del bloque. Si estos ex compañeros le dan la posibilidad a Macri de tener quórum es una mala noticia para el pueblo argentino. No me parece bueno lo que pasó para quienes representamos el 49% que no votó a este Gobierno”, remató para aclarar que su grupo aún sigue siendo la primera fuerza. "Somos 107 menos 12, es fácil de calcular", señaló.
La diputada Teresa García fue rotunda. "Es un traidor a todos los compañeros y los funcionarios que lo hemos apoyado a lo largo de muchísimos años, cuando tuvo pedidos de informes en la Cámara, cuando fue cercado por llevar adelante estas políticas. Es un traidor a los conceptos y a las ideas que tenía este proyecto político durante 12 años”.
Macri confía en que los gobernadores peronistas, que necesitan la financiación de su Gobierno para sacar adelante sus provincias, le ayuden a aprobar las leyes clave a partir de marzo, cuando empiezan las sesiones del Parlamento. Y esta pequeña escisión es una muestra de que el trabajo para dividir a la oposición del equipo de Macri, en especial de Emilio Monzó, un político experimentado que viene del peronismo y preside el Congreso, está dando frutos.
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