Scioli y Macri protagonizan un duro debate inédito en Argentina
El candidato peronista ataca con el supuesto ajuste de Macri, que promete no hacerlo
Fue una noche única para la política argentina. Después de años de enfrentamiento del kirchnerismo con casi todos, Daniel Scioli y Mauricio Macri, dos amigos, pertenecientes al mismo grupo social, rompían una especie de maleficio y protagonizaban el primer debate presidencial de la democracia argentina. Los dos se pegaron muy duro desde el primer minuto, en un debate que arrancó de forma vibrante, mucho más de lo esperado. Pero al final se dieron un abrazo y abrieron una nueva etapa de la política argentina en la que ya será muy difícil rechazar un debate, como hizo Scioli antes de la primera vuelta o Menem en 1989.
El debate era la última gran oportunidad para Scioli de darle la vuelta a las encuestas, que le dan como perdedor por una amplia distancia en las elecciones del domingo 22. Scioli se concentró todo el debate en una idea: convencer a los argentinos, sobre todo a los de clase media-baja, de que Macri va a hacer un gran ajuste y una fuerte devaluación. "Estoy aquí para defenderte, compañero trabajador, te pido que votes en defensa propia", llegó a decir mirando a la cámara.
Scioli hizo lo previsto: atacar. Pero nada más empezar se vio sorprendido por un Macri que salió a la ofensiva, lo que descolocó al oficialista Scioli. Macri jugó la baza de la amistad. “¿Qué te han hecho, Daniel? Parecés un panelista de '6,7,8'”, le increpó Macri ante las acusaciones de Scioli, en alusión al programa de la TV Pública que el Gobierno de Kirchner ha usado para criticar a los opositores. Scioli parecía noqueado en un primer momento, con Macri mucho más suelto, relajado, subido en la ola de vencedor que le dan las encuestas.
Ambos candidatos tuvieron sus momentos de duda en el histórico debate
El candidato oficialista, un resistente nato, se fue asentando a lo largo del debate pero no logró que Macri cometiera mingún error grave. Eso sí, Scioli hablaba pensando en un votante muy particular, algunos de esos 5,2 millones de argentinos que en primera vuelta apoyaron a Sergio Massa porque no les gustaba Macri y ahora dudan. Scioli no jugaba a ganar, sino a movilizar a su favor a ese votante massista, la clave de la segunda vuelta.
Ambos se atacaron sin cuartel durante una hora y cuarto, aunque la intensidad bajó después de una primera media hora vibrante. Scioli trataba de asociar a Macri a la idea de la devaluación, mientras su rival le echaba en cara los errores del kirchnerismo. "Las propuestas de Macri son un peligro para los argentinos. Detrás de la idea del cambio hay una gran mentira. Cuando se le quita el velo aparece la devaluación, el ajuste. En su equipo Macri tiene exgerentes de Shell, Monsanto, de JP Morgan", insistía Scioli. "Daniel, la gente en Argentina no tiene miedo. Los único que tienen miedo son ustedes, los que están en el Gobierno, que temen perder sus privilegios. El kirchnerismo es el que más devaluó", le contestaba Macri.
Macri, alcalde de Buenos Aires, y Scioli, gobernador de la provincia, del tamaño de Italia, son hijos de ricos empresarios metidos en política, se mueven en círculos similares. Pero ahora se juegan la presidencia y toda amistad parecía olvidada. El candidato oficialista siempre se había distinguido por su estilo moderado, pero en el debate continuó con su prédica radical contra Macri, la que ha adoptado de camino a la segunda vuelta. “No pudiste terminar con los ‘trapitos' y querés terminar con el narcotráfico”, le achacó Scioli a Macri, en referencia a los parados que cobran a los automovilistas por cuidar los coches aparcados en las calles de Buenos Aires. Lo hacen casi como forma de extorsión, y es ilegal, pero nadie logra acabar con ellos.
El debate era la oportunidad de Scioli para remontar la diferencia de entre cuatro y 11 puntos porcentuales que le lleva Macri en las encuestas. Claro que los sondeos ya se equivocaron en la primera vuelta, cuando preveían una cómoda victoria del candidato apoyado por Kirchner.
La discusión logró 53 puntos de audiencia en televisión, solo dos menos que la final del Mundial 2014 entre Argentina y Alemania. Es decir que más de la mitad de los hogares argentinos encendió el televisor para escuchar a los candidatos. Se supone que más de 10% de la población aún está indecisa.
El candidato de la alianza Cambiemos, que niega ser conservador o liberal, desmintió que vaya a aplicar un ajuste, le pidió a Scioli que no mintiera sobre eso y prometió que la economía argentina, de bajo crecimiento en los últimos cuatro años, volverá a crear empleo e inversión.
El candidato opositor intentó poner a Scioli contra las cuerdas con críticas al Gobierno de Kirchner, como cuando le preguntó si le creía a ella cuando dice que solo 5% de los argentinos es pobre. “No discutas con un Gobierno que se va, discute conmigo”, contestó el candidato peronista para tratar de quitarse de encima la responsabilidad de defender al kirchnerismo. Scioli no se molestó ni un momento en reivindicar a la presidenta, Cristina Fernández de Kirchner, gran ausente en estos últimos días de campaña porque los sciolistas insisten en que sus apariciones perjudican su intento de ganar las elecciones.
El alcalde propuso aplicar la claúsula democrática en Mercosur contra Venezuela si no libera a Leopoldo López, y trató de que Scioli le acompañara. Pero el oficialista no respondió a este asunto ni a otros muchos, lo que hizo a Macri bromear: "ahora entiendo a los periodistas, es frustrante preguntarte porque nunca contestas a nada". Tampoco dijo nada cuando su rival recomendó derogar el tratado de Argentina e Irán para que los acusados iraníes por el atentado contra la Asociación Mutual Israelita Argentina (AMIA) de 1994 declaren ante los tribunales de Teherán.
El candidato peronista recordó que funcionarios del ayuntamiento de Buenos Aires están procesados por espiar a familiares de las 85 víctimas fatales de la AMIA. Además cuestionó a Macri porque el año pasado propuso pagar sin quita alguna a los ‘fondos buitre’ que ganaron un juicio en EE UU contra Argentina.
Scioli, sobre todo al principio, parecía tener la puesta en escena mucho menos preparada que Macri. En la mayoría de las ocasiones se pasó del tiempo marcado y tuvo que ser interrumpido por el moderador, un error que suele corregirse con ensayos.
El candidato peronista repitió varias veces que Macri se opuso a diversas leyes como las de fertilización asistida o las de nacionalización de YPF, Aerolíneas Argentinas, el sistema de pensiones y la empresa de agua potable. El aspirante opositor le recordó que en la provincia de Buenos Aires el delito había crecido y que se incumplía con el mandato legal de asegurar 180 días de clases anuales a los alumnos de la escuela pública.
Scioli, que está a la derecha de los Kirchner, tratada de venderse como un hombre de izquierdas que defiende al Estado. "O nos domina de vuelta el FMI o gana el orgullo argentino y la autoestima argentina. Nunca más arrodillados ante los fondos buitre", sentenció. Y Macri, que viene de la derecha y ahora ha centrado su discurso, se ofrecía como un hombre que también defiende al Estado y no va a hacer ningún ajuste pero quiere un cambio. "Daniel, vos no sos el cambio, elegiste ser la continuidad, estar con Zannini, con Kicillof", le espetó a su rival en referencia a los grandes nombres del kirchnerismo.
Los dos ofrecieron la mejor imagen posible de sí mismos y la peor del rival. El debate, una gran novedad en Argentina, define así la última semana de campaña, la definitiva. Scioli arranca con muchas dificultades pero así como las encuestas se equivocaron al pronosticar el gran resultado de Macri en primera vuelta podrían hacerlo con Scioli en la segunda. Lo único seguro es que la política argentina empezó a normalizarse anoche y uno de los países con mayor peso de Latinoamérica dejó atrás una anormalidad democrática, la ausencia de debates. Ahora será casi imposible no hacer al menos uno.
Tu suscripción se está usando en otro dispositivo
¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?
Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.
FlechaTu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.
En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.